Homilía


 

TE CONVIENE SER BUENO CON TODOS

Antonio Flores Galicia

Hoy se nos habla del amor a Dios y a los demás. Se nos dice que debemos ser buenos con todos. Aunque no creas en Dios y te sientas superior a todos, te conviene equilibrarte, porque cuando estudiamos historia universal, nos damos cuenta de cómo llega el día en el que también los poderosos mueren, nada se llevan, y la soberbia solamente el soberbio puede quitarla y sabemos que solamente los que quieren se convierten y son poco. De lo que nos damos cuenta en las convivencias por la inauguración o bendición de un edificio que construyó un ególatra.

En una ocasión, tres veces quise decirle al dueño: “Esta noche vas a morir, ¿para quién será todo eso?”, pero, por como hablaba y se comportaba, mejor no lo dije. No olvidemos: Todo se termina, hasta nosotros. Mejor: Vive feliz, vive contento. Como ejemplo, lean lo de la muerte de un emperador, se darán cuenta de: “Yo fui el responsable de mi propio destino”.

Nos dice Cristo que debemos ser buenos hasta con los malos: “No hagan resistencia al hombre malo… Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda. Al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda”. Cierto, son expresiones de ese tiempo, pero lo importante es lo que nos dice Cristo que hagamos hasta con los adversarios de nosotros. Que a nadie le hagamos un mal y hasta a los enemigos les hagamos un bien. Al que hace el bien, le va bien; al que hace el mal, tarde o temprano le va mal. Examina tu vida y te darás cuenta que es cierto. O sea, no se necesita que seas católico. Compruébalo.

Si haces el bien, los males se van destruyendo. Si a nadie ofendes, van desapareciendo los enemigos. Te voy a contar algo personal: Muchas veces, cuando me han robado, le he dicho a Dios: “Friégatelo, para que se le quite lo ratero”, y muchas veces el mismo día he recuperado todo y muchas veces hasta he tenido más de lo que me quitaron. Se nos ha dicho: “Al que está con Dios, nada le falta”. Cuánto podría decir de todo esto.

Por eso, acepta lo que hoy nos dice Cristo: No hagas resistencia al hombre malo, no temas ni a las demandas, ayúdales a todos, dale al que te pida; sé bueno, cariñoso, caritativo con todos; a nadie le quites, a nadie ofendas, ámalos a todos, hasta a tus enemigos; no le tengas miedo a nadie, no te burles de nadie, sé sincero con todos: Haz el bien, sin ver a quién. Siempre di: ¿Qué le daré, cómo le ayudaré?, pero mucho cuidado con los compromisos que tienes, porque eres padre o madre de familias; si trabajas como educador, si eres sacerdote o gobernante, si tienes compromisos o direcciones sociales.

Cuántos piensan nomás en ellos cuando se casan, cuando celebran sus 15 años o algún aniversario, olvidando a los demás. Somos: Yo y el otro. Ya vamos quitando expresiones que manifiestan la preocupación solamente por la propia persona. No olvidemos que somos responsables de nosotros y nuestro entorno. Cuántas veces Cristo atendió a necesitados, dio de comer, curó y desapareció. Cuánto bien puedes hacer y cuánto mal puedes quitar. Vamos imitando a Cristo.

Tiremos tanta maldad que se tiene en nuestra sociedad. Le pedimos al gobierno, a los sacerdotes, a los papás, al patrón, pero descuidamos lo que debemos hacer. En una parte del Mundo una señora, diariamente, todo el día, pedía dinero en las calles, no dejaba platicar a dos que estaban tratando un asunto. Uno que vivía junto a su casa, me dijo que hasta rentaba casas y que los lunes a las nueve depositaba dinero en un bando; fui y me di cuenta de la verdad. Muchas cosas ustedes lectores las saben. Mejor, busque equilibrio en nuestra conducta, para bien propio y social. Con lamentar maldades nada mejora.

 

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