Urge actualizar simulacros de terremotos en Colima y Manzanillo


*Necesario hacer con tiempo de duración estimada, cronómetro en mano

*Debe incluirse amenaza del desencadenamiento de tsunami o maremoto

El próximo 19 de septiembre, como cada año, se llevará a cabo el simulacro nacional de terremotos, en el marco de los ocurridos ese mismo día, pero en 1985 y 2017 en la Ciudad de México, aunque los epicentros hayan sido a mucha distancia. Es muy lamentable que a pesar que estos ensayos se hacen, puedo decir que no hemos aprendido mucho sobre cultura sísmica.

LÍMITES ESTIPULADOS PARA EVACUAR

Para este evento próximo, se dice que se simulará un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter, con epicentro en La Mira, Michoacán, kilómetros más, kilómetros menos; sin embargo, hay un dato que siempre omiten, el cual es de suma importancia el tomarlo en cuenta, e inclusive para mí es vital tener ese dato ¿Cuánto durará el terremoto? Si no se ponen ciertos minutos como límite para salir del inmueble donde se hace el simulacro, no se podrá saber la verdadera eficacia de éste; ni mucho menos se aprenderá nada.

Recuerdo como si fuera ayer que el 19 de septiembre de 1985 estaba tomando clases en mi escuela secundaria. Era en la Mariano Miranda Fonseca. Pertenecía al 2do A, y mi aula en ese entonces era la marcada con el número 1. Las escaleras estaban en ese tiempo bastante lejos de mi salón. Justo a las 7:19, cuando tomaba clases en la primera hora de ese día, un muy fuerte movimiento telúrico nos sacudió.

Salimos a como Dios nos dio a entender, corriendo hacia la Plaza Cívica. Gracias a Dios que al final de ese evento ningún alumno salimos lastimado, ni se suscitó ningún problema, excepto crisis nerviosas por parte de muchos alumnos, así como personal docente y administrativo del plantel. No era para menos; hacía mucho tiempo -doce años, casi trece-, que no había temblado fuerte en Manzanillo.

QUITÁNDO OBSTÁCULOS EN LOS PASILLOS

Debido al terremoto de 1985, en la Mariano Miranda Fonseca a partir de esa fecha se empezaron a hacer simulacros, y entre otros datos a considerar incluían uno que después me he dado cuenta al correr de los años, que no es nada común que se contemple, y eso hasta el día de hoy. Se nos informaba que el evento duraría dos minutos por poner un ejemplo; que a esa hora del ensayo sonaría el timbre que marcaría el inicio del temblor; y que el edificio colapsaría tras de ese tiemplo previamente fijado.

Cuando sonaba la alarma para iniciar el simulacro, los alumnos corríamos hacia afuera, obedeciendo ciertas instrucciones previas, como el: No corro, no empujo y no grito, entre otras. Mi salón se componía más o menos de cincuenta alumnos, por lo que salir del aula no era tan fácil, porque entre nosotros chocábamos y nos estorbábamos.

El maestro que llevaba a cabo la vigilancia del desarrollo del simulacro tenía un cronómetro en mano, donde iba midiendo el tiempo transcurrido y, al cumplirse los dos minutos señalados, nos cerraba el paso para salir y decía: “Ustedes ya no salen, porque son damnificados o quizá hasta muertos”. Eso me marcó y me impresionó mucho, y es la educación sísmica que yo recibí en aquellos tiempos. Confieso que alguna que otra vez fui damnificada en el simulacro; es decir, que no salí en el tiempo fijado.

Pero, cuando estos ensayos se repetían, los alumnos, ya sea en serio o por diversión, o tal vez motivados por el tiempo cronometrado, tratábamos a toda costa de salir lo más rápido que se pudiera y con la diligencia y prudencia debida para no ser considerados damnificados o muertos. Así, de esa manera nos aplicábamos, por una motivación muy grande: El factor tiempo. De hecho, nos importaba más cuánto tiempo duraría el terremoto, que su misma magnitud. Al final de estos eventos, se nos informaba cuantos damnificados había arrojado el simulacro.

También se nos enseñó a no tener obstáculos en las zonas de pasadera, como mochilas o bolsas con tenis y uniforme deportivo o butacas desalineadas, para que se marcaran bien los pasillos de paso, cosa que aprendimos a hacer muy bien; lo que logró que en los próximos simulacros saliéramos más rápido del aula, sin contratiempos, ni tropiezos.

NO TOMANDO EN SERIO UNA AMENAZA REAL Y CONSTANTE

Hoy no se cronometra el tiempo que durará un simulacro, y eso hace que los que participan no lo tomen en serio, porque salen con toda la calma del mundo, platicando, bromeando, jugando, comiendo, porque no se les concientiza a que podrían ser damnificados, atrapados en un inmueble, o quizá hasta fallecidos si no evacúan dentro de un tiempo señalado.

Cuando he llegado a participar en algunos de estos símiles de movimiento telúrico, siempre pregunto: “¿Cuánto tiempo tengo para salir o llegar a una parte segura”, y los organizadores o responsable se quedan de a seis, como se dice popularmente; o sea, muy confundidos, en stand by y me contestan después de unos segundos de pensar: “Ah, pues quién sabe; eso no nos lo dijeron”.

Al omitir este importantísimo dato, yo ya no tomo en serio ese simulacro, porque la naturaleza no me va a esperar todo el tiempo que yo quiera para salir de un inmueble y llegar a una parte segura. Así que es muy, pero muy importante que se incluyan los minutos o segundos de duración que tendrá el simulacro, y que haya un supervisor que, con cronometro en mano, vigile la salida en tiempo y forma de las personas participantes, y que, pasado este tiempo estipulado previamente, impida seguir saliendo a los que no lo hicieron rápidamente. Estoy segura que los simulacros en los que participé en la secundaria, tanto en segundo como en tercer año, fueron de mayor calidad que los que hoy se hacen.

LA REACCIÓN DEL MAR, UNA AMENAZA FRENTE A NOSOTROS

Otro factor que no se toma en cuenta en Manzanillo es que después del terremoto, y más si éste es de 8 grados, existe la posibilidad de que se genere en nuestra costa un potente tsunami o maremoto. Eso sí que nos faltó preverlo en mi etapa moza, secundariana y máxime cuando teníamos al Mar enfrente del plantel.

Hoy también se debería tomar en cuenta, y más en el caso de los que están pegados al mar, como son las secundarias 1 y 2 y la primaria Niños Héroes, así como todos los negocios, oficinas, casas o departamentos, escuelas particulares, centros comerciales, etc., que están a todo lo largo de nuestra costa, empezando desde el centro de Manzanillo.

Porque es curioso que en los simulacros todo mundo corra hacia el jardín o hacia el malecón, en vez de hacerlo hacia los sectores, que por ser partes más altas, son más seguras.

Son detalles que se olvidan, pero que son muy importantes tomarlos en cuenta, a la hora de realizar un simulacro de terremoto, si es que se quiere que este sea efectivo.

-Que tenga un bonito día.