Hace 143 años la educación primaria llegó a Manzanillo


Célebres maestros, como Torres Quintero y Vázquez Andrade, estuvieron aquí

En el año de 1879 se declara obligatoria la enseñanza primaria en nuestra entidad, y en Manzanillo se habilita un predio a la sombra de un frondoso tamarindo con mucha historia, como lugar de impartición de las primeras letras y números a los niños del entonces pequeño puerto. Para ese momento, El Manzanillo era una pequeña población de estibadores y pescadores con cincuenta y cuatro años de vida solamente.

EL MESÓN DE FERMINA A LA SOMBRA DE UN FRONDOSO TAMARINDO

Antes que nada, hablemos del trasfondo de relevancia histórica del paraje que se escogió para el asentamiento del primer recinto educativo aquí. Para ello tenemos que remontarnos al 9 de abril de 1858, cuando el presidente Benito Juárez, en el marco de la Guerra de Reforma, acompañado de su comitiva, llega al puerto de Manzanillo, procedente de Guadalajara, la ciudad de Colima y Cuyutlán, entre otros puntos de la región que fue recorriendo. Entre ese grupo podemos citar a Melchor Ocampo y León Guzmán. A la espera de un buque que los trasladará hasta Centroamérica, para poder cruzar hacia el litoral del Atlántico, se hospedan en un mesón propiedad de un portugués alcohólico, atendido por una señora de nombre Fermina, razón por la que el sitio era conocido por todos como el mesón de Fermina, donde se tenía su corral donde se guardaba a las bestias y se les daba pastura como alimento, cuartos de hospedaje, y un salón comedor, provisto por las viandas preparadas por la matrona, y algún vino que el portugués conseguía de los barcos que atracaban frente al playón.

La construcción era de madera, con techo de palapa, y piso de tierra y arena, con una que otra hamaca colgando en el frente. Un lugar muy fresco, propio para el clima húmedo y caluroso propio de nuestra costa. Al llegar, los huéspedes se bajaban del caballo, burro o mula en que viajaban, y la amarraban en el enorme tamarindo que había al frente. La parte de enfrente era un largo playón donde reventaban espumosas las ondas del mar, de manera que, para evitar que estas ingresaran hacia la población, sobre todo cuando había mal tiempo, se había puesto una pequeña barrera, hecha de palitos, y rellenada en sus huecos con piedras. La estancia del presidente terminó el 11 de abril de 1858, cuando se embarcó en el vapor John L. Stephens, con destino a Nicaragua. Su objetivo era ir a Cuba, Nueva Orleans y finalmente regresar al país por Veracruz. Una vez que el Patricio de la Reforma partió de nuestro suelo salado, el lugar quedó como una reliquia o santuario, ya que la figura de Juárez dominó la revuelta historia patria del Siglo XIX, siendo el principal personaje, considerado un héroe nacional.

LAS PRIMERAS LETRAS Y NÚMEROS

Por eso, cuando en 1879, veintiún años después, se declara en el estado de Colima como obligatoria a la educación primaria, se determina que el primer centro para la enseñanza de los primeros rudimentos a los niños de El Manzanillo se den en este punto, donde estuviera el Mesón de Fermina, a la sombra del frondoso tamarindo, que aún perduraba, dando abrigo a las aves, y solaz a los transeúntes ante los rayos del sol. Las primeras clases se dan con un solo maestro atendiendo a los niños de diferentes edades, ya que no se tenía aún un sistema bien estructurado por niveles, tanto que en algunos casos, los propios niños más aventajados ayudaban al maestro en algunas tareas respecto a los niños más pequeños o más atrasados. También era muy frecuente que se hicieran excursiones a puntos de interés cercano. Aquellos maestros pioneros de la educación, eran muy apreciados y respetados por las personas, de manera que cuando pasaban, los porteños se quitaban el sombrero y si estaban fumando se apartaban el cigarro de los labios y saludaban al maestro haciendo una pequeña reverencia, mirando con admiración. Era común que se les invitara a presidir también eventos sociales y políticos.

En la imagen se observa la primera ubicación de la Escuela de El Tamarindo a principios del siglo pasado.

LA HUELLA DE TORRES QUINTERO

El 29 de enero de 1884, transcurridos cinco años de que se implantara la educación primaria en todo el estado, el Prof. Gregorio Torres Quintero, procedente de la ciudad de Colima, llega a Manzanillo luego de ser nombrado como director de la Escuela Para Niños de El Tamarindo, puesto en el que permaneció hasta el 27 de diciembre de 1887. Durante su estancia, fue regidor del cabildo porteño. Años después, escribió algunas de sus memorias de aquel tiempo feliz que pasó aquí, cuando se hizo famoso a nivel nacional por su participación en la secretaría de educación federal, creando el popular método onomatopéyico de enseñanza de lectura y escritura, así como por sus trabajos literarios.

TIEMPOS DE CONSOLIDACIÓN

A su partida, tomó el relevo el Prof. Antonio Martínez al frente del plantel. En 1896, se hace cargo de la escuela el Prof. Manuel Vázquez Andrade, el cual se hospeda en el recién estrenada Hotel Ruiz, del Prof. Blas Ruiz, administrado por el chino Emilio Cham. Siendo un hombre muy culto y observador, nos dejó plasmados también bellamente sus recuerdos en varios de sus escritos sobre aquellos tiempos. En el año de 1906 nace la segunda escuela existente en Manzanillo, aunque en este caso, para niños más pequeñitos, la Escuela de La Madrid, la cual edificó en un predio de su propiedad y regaló al puerto el Coronel Ing. Edgar K. Smoot, contratista al frente de las obras del puerto que emprendió el Gral. Porfirio Díaz, cuando fue presidente de México, a la que, por cierto, en 1914, se le cambió el nombre a Escuela Hidalgo, el cual conserva hasta nuestros días. Por el año de 1917, destacaban por su empeño en la enseñanza y los resultados obtenidos en la buena preparación alcanzada por sus alumnos, dos maestras que eran hermanas, las cuales impartían sus clases en la población de Cuyutlán, que por entonces era parte de Manzanillo, y se trataba de Carmen y Martha Luna Ávalos. Es por esta fama que habían adquirido, que en el año de 1918, quien en ese momento fungía como presidente municipal, Don Higinio Pérez Ochoa, las contrató para que se vinieran a dar clases al puerto de Manzanillo, a la Escuela de El Tamarindo, donde presidieron toda una época de mejora educativa, que influyó en las futuras generaciones de manzanillenses, ya que ellas implementaban muchas técnicas modernas de enseñanza.

CLASES ENTRE BALAZOS Y CAÑONAZOS

En el año de 1926, por motivo de la rebelión cristera, que preocupaba a las autoridades y padres de familia ante la posibilidad de un posible ataque de los alzadas al puerto, se traslada la Escuela de El Tamarindo al templo de Guadalupe, como una medida temporal, por lo que a partir de esta fecha deja de existir la Escuela del Tamarindo, al ya no funcionar bajo este legendario árbol, por lo que solamente es conocida como la Escuela Para Niños de Manzanillo. Para 1928 es nombrado director el Prof. Porfirio Gaitán Núñez, originario de El Mamey y con veintiocho años de edad, quien llega con muchos bríos a tomar las riendas de la escuela, destacándose por combinar la enseñanza con el deporte, la gimnasia y las tablas rítmicas, aspectos que no eran muy usuales por esos tiempos. El 24 de mayo los temores se materializan, cuando sorpresivamente los cristeros se apoderan del puerto de Manzanillo por la vía de las armas; pero avisados a tiempo desde la estación del ferrocarril por el telegrafista Alfredo Cruz Torres, rápidamente el Gobernador Laureano Cervantes y tropas del gobierno llegan prontamente a Manzanillo, y tras una breve pero violenta y sangrienta escaramuza, recuperan el control del puerto. Los niños estuvieron refugiados en el cerro a espaldas del templo durante ese lapso de incertidumbre, cuidados por su director.

Aquí se observa al Prof. Porfirio Gaytán Núñez, impartiendo clases de educación física en El Playón a los alumnos de la Escuela de El Tamarindo en 1929.

NACE LA ESCUELA JUÁREZ

En el año de 1935, entre las obras que se propuso hacer en Manzanillo el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas, se determina construir la primaria de Manzanillo al oeste del jardín Galván, por parte de los ingenieros enviados para estos trabajos, entre los que quedaron en la historia y el recuerdo los ingenieros Dosal, Urtuzuástegui y Lira, así como los zapadores del ejército mexicano. Desde ese momento, la escuela pasa a ser propiedad de la Secretaría de Educación Pública formalmente. Los terrenos en los que se edifica, fueron donados por el reconocido filántropo Heliodoro Trujillo. En el año de 1937, tras terminarse todos los detalles de la obra, se inaugura la Escuela Primaria Federal “Benito Juárez”, la cual ocupó la manzana entre las calles Morelos, al norte; Balbino Dávalos, al sur; la avenida México, al este; y Carrillo Puerto, al oeste. Actualmente esta área es parte del jardín Álvaro Obregón. Los primeros directores de la escuela ya en este lugar, fueron los profesores Miguel Rodríguez, Lucas Huerta Dueñas y Anastasio Celis de la Mora. A partir de ahí, se empiezan a añadir a la lista de planteles otras escuelas, debido al crecimiento poblacional experimentado por Manzanillo, de manera que el 13 de noviembre de 1952 empieza a funcionar la primaria federal “Vicente Guerrero”, siendo su primer director el Prof. Pablo Reyes Ávalos, y de ahí siguieron abriendo sus canceles otros muchos recintos del saber.

ESCUELAS EN PELIGRO

El 13 de mayo de 1972, siendo las 8: 40 de la mañana entra a Manzanillo el buque tanque Mary Ellen Conway, de 24 mil toneladas de capacidad para almacenar combustible, el cual tenía bandera panameña y tripulación italiana. Atracó al muelle de Pemex las ocho de la mañana, siendo unido por mangueras a los depósitos de combustible en tierra, una de las cuales al parecer no fue debidamente asegurada, por lo que se registró una importante fuga de gasolina que se extendió rápidamente hacia el mar, con rumbo hacia el Rompeolas. En este lugar, un pescador que pasaba por la punta arrojó un cigarro al agua, provocando que empezara el fuego, el cual envolvió totalmente al barco, amenazando a la población, pues el fuego se comunicaría a los enormes tanques de almacenamiento de Pemex. Los barcos, dándose cuenta del peligro, empezaron a hacer sonar sus sirenas y también hicieron lo propio las locomotoras del ferrocarril y las campanas del templo de Guadalupe,  alertando a la población, que de inmediato empezó a dirigirse a las primarias a sacar a sus hijos de clase, para luego dirigirse a toda velocidad hacia Campos y El Colomo. Se recuerda que los ferrocarrileros armaron rápidamente un convoy, en el que sacaron prestamente de la ciudad a alumnos y profesores de la escuela Primero de Junio, así como a vecinos de los alrededores, y regresaron dos veces más, para seguir llevando más personas, entre ellas, a los preocupados padres de familia.

El 30 de enero de 1973, la escuela Juárez  sufrió daños estructurales graves, debido al terremoto que en esa fecha nos sacudió con violencia. La escuela fue reubicada hacia la salida a Campos, por un lado de la Unidad Padre Hidalgo. Por cierto que, cuando se creó esta nueva colonia en 1959, en los rellenos que se le hicieron a la laguna, también se destinó un espacio para la construcción de otra primaria, la Padre Hidalgo, ubicada al fondo, junto a la clínica del Seguro Social. Hoy la mancha urbana ha crecido muchísimo, y por lo tanto, las escuelas primarias también se han multiplicado enormemente, pero estos son sus modestos inicios en Manzanillo.