La colonia Libertad, asentamiento popular de nacimiento irregular en Manzanillo


(Segunda parte)

LAS OBRAS DEL CÁRCAMO Y EL MALECÓN LACUSTRE

El cárcamo no ha existido ahí por toda la vida, lógicamente, porque antes ahí estaba la carpintería que hoy se ubica enfrente. En donde está hoy el taller maderero era una casa particular, donde vivía la señora Evelia Hernández. Al señor Figueroa lo quitaron para construir un cárcamo, mismo que, según dicen algunas personas de la misma empresa constructora de la obra, fue un trabajo que nunca se terminó, quedando el trabajo a medias. Es por eso que los malos olores se emiten por todo el lugar, causando también infecciones intestinales. Ese cárcamo debió estar bien tapado, oculto, similar al que se encuentra en Las Palmitas en la Unidad Padre Hidalgo, o el de atrás de la farmacia del ISSSTE en San Pedrito, por poner dos ejemplos conocidos. El modernismo, aunque muchos lo confunden con ser siempre desarrollo, ha sido causante de afectaciones para los colonos.

Los colonos que colindan con la laguna de Cuyutlán, con el pasar de los años le fueron ganando terreno a la laguna. A ellos les costó esfuerzo y dinero rellenar, cuando ningún gobierno mostraba ningún interés por esta zona. En la época de la presidencia municipal de Rogelio Rueda se pretendió hacer un malecón lacustre, calles, canchas y andadores entre la Aldama y la laguna. Entonces quisieron arbitrariamente quitarle a la gente el terreno nuevo ganado a la laguna sin indemnización alguna, a pesar de lo que los vecinos habían invertido para hacer habitable este lugar.

La manera en que se quiso ejercer esta expropiación fue tan drástica, que los colonos, al verse intimidados y sentirse impotentes, pidieron ayuda a Martha Sosa, quien gentilmente ayudó, dialogando directamente con el alcalde en turno, Rueda Sánchez, en su representación. Entre reunión y reunión, los vecinos acordaron entregar la mitad de sus nuevos terrenos a cambio de las escrituras del resto del predio que ellos justamente conservarían. Los de la Libertad pactaron, entregando la mitad de sus terrenos. Finalmente, el tal malecón tampoco se llevó a término.

La central camionera de Manzanillo fue el centro de la vida de la colonia Libertad hasta el terremoto de 1995.

EL PARTEAGUAS DE 1995

El 19 de octubre de 1995, un sismo de casi 8 grados sacudió a Manzanillo, siendo la colonia Libertad junto con La Burócrata las más afectadas en el Centro Histórico de la ciudad. El daño en la Libertad fue tan grande, que en algunas partes el suelo subió mucho y en otras se hundió. Parecía zona de guerra en el espacio de dos cuadras.

A muchos de los vecinos se les reubicó y/o indemnizó (a algunos, las dos cosas), pero el gobierno nunca expropió las casas. Cuando todo esto sucedió, el Dr. Ernesto Zedillo se dejó venir de inmediato y fue la escuela primaria Marina Nacional de esa colonia, donde el primer mandatario tuvo diálogo con el entonces alcalde José Luis Navarrete para ofrecer la ayuda correspondiente; misma que nunca llegó a la gran mayoría. Ni siquiera para proveer de lo necesario a los albergues había, pues muchos colonos tuvieron que poner de su bolsa algunos artículos necesarios.

El problema de que no se hayan expropiado las casas afectadas es que representan un severo peligro, porque muchos a quienes se les reubicó o indemnizó las volvieron a vender, mientras que otros, al ver que no se las recogieron, ahora las rentan, previa maquillada; siendo que los expertos en sismología dictaminaron esas dos cuadras en su momento como peligrosas para el caso de volver a ser habitadas. La gente teme en especial al edificio ubicado en la calle Juan de la Barrera, esquina con Hidalgo, pues debido a aquel sismo, ese edificio quedó tan dañado, que no tardó mucho en ser desocupado completamente.

Ahí funcionaba una conocida negociación denominada Electro-muebles. Hay el miedo de que aun en un sismo pequeño se caiga, debido al mal estado en que se encuentra, llevándose de corbata las casas de alrededor, y personas y carros que se encuentren cerca. La tienda departamental Ley que se ubicó hace algunos años en esta colonia, le ha facilitado la vida a los vecinos, reactivando su vida como zona habitacional, pues ya no tienen que trasladarse al boulevard a tiendas parecidas, y vino a significar para esta área lo que en su momento fuera la vieja central camionera. También es una fuente de empleo para la gente de alrededor.

Una importante cadena comercial local de comida rápida, principalmente tortas denominadas cubanas, vio su inicio en esta colonia, llamada El Polvorete de Doña Concha. Podría decirse que fueron los introductores de este platillo antes desconocido en el municipio, caracterizadas por tener casi todas las carnes frías que conocemos en un mismo bolillo, dándole pelea a las también muy conocidas tortas estilo Manzanillo. El Polvorete cuenta con muchas sucursales por todo el municipio, pero nació en El Tajo, frente a la entrada de la Aldama.

Dos personajes importantes que esta colonia ha dado han sido Don Jesús Flores Arévalo y Don Clemente Rodríguez Mancilla, permisionarios de pesca que ahí pasaron la mayor parte de sus vidas, ambos fallecidos ya y recordados con mucho cariño. En la entrada de la Aldama, por el lado de las vías, Don Jesús Flores dejaba sus pangas, a donde los niños de esa calle se subían a jugar que pescaban. De esa colonia era el legendario boxeador Jorge “El Colimote” Gutiérrez, quien tras retirarse de los ensogados, laboró muchos años como taxista. Ahí tuvo su domicilio el comité municipal del PRD en su época dorada, cuando Cuauhtémoc Cárdenas estaba en su mero apogeo.

La colonia Libertad es la parte baja del Sector 6 que se ganó rellenando la laguna de Cuyutlán a partir de 1950.

MUCHA POBREZA, PERO MENOS PROBLEMAS SOCIALES

Fue en esa época también cuando, en esta misma calle, aquellos niños vieron la colita de lo que es la viruela negra, pues uno de los niños que acostumbraba salir a jugar empezó a faltar por dos o tres días. El grupo infantil fue a la vecindad donde aquel hijo de un marinero vivía, y al hablarle, salió su papá a decirles que fulanito no podía jugar, porque estaba enfermo. De repente, el jovencito se asomó detrás de su papá, y los niños pudieron ver aquella horrible e impactante enfermedad sobre la piel. Al mirarlo, todos corrieron aterrorizados. Por cierto, aquel niño ya no se volvió a ver, ni a su familia, porque al papá le dieron cambio a otro puerto. Al pasar los años, los padres de familia de esa colonia se enteraron que aquello había sido la viruela negra; seguramente uno de los últimos casos que se presentaron de esa enfermedad a nivel mundial, pues se supone que se erradicó por esas fechas.

Dicen que, aunque la calle antes estaba muy fea a comparación de como está ahora, se vivía en aquellos tiempos más en paz, con más alegría y con más camaradería entre los vecinos. Ahora hay pavimento, las casas son de mucha mayor calidad, y el tráfico vehicular es mayor, pues esa calle se ha convertido en un paso opcional de la ciudad, para salir a Punta Chica. Sin embargo, a pesar de que se ha embellecido considerablemente, ya no hay convivencia entre los vecinos, los menores en vez de jugar a lo de antes, ahora piensas en cosas muy diferentes, por lo que esta es una de las zonas donde se puede ver a más madres adolescentes y solteras. Las pláticas que se llegan a escuchar están  llenas de palabras altisonantes, retándose a pleito, y también se observan otros muchos problemas sociales, que antes ni soñar que se dieran, aunque hubiera mucha pobreza.