Hace 90 años, Manzanillo inició su primera gran modernización urbana


Se abatieron cerros, se abrieron calles y se importaron métodos de construcción modernos, ingenieros y zapadores cardenistas pusieron al Puerto en camino del desarrollo

LA ERA CARDENISTA

En ella tuvo mucho que ver que a partir de 1934 estuvo en la Presidencia de la República el Gral. Lázaro Cárdenas del Río, quien en repetidas ocasiones estuvo en el estado de Colima, en particular en Cuyutlán y Manzanillo, y tenía muchas amistades aquí, las cuales influyeron en esto, dándole a conocer los problemas y carencias que enfrentaba el puerto por aquellos años. Las bases habían sido sentadas por las Obras del Puerto que  unas décadas atrás (1890 a 1910) se habían hecho por parte del gobierno porfirista.

A partir de 1930, la forma de construir casas también cambió, pues poco a poco se fue dejando de lado el uso de la madera, para empezar a usar el ladrillo, el cemento y la varilla, y algunos ingenieros y arquitectos de otras partes del país llegaron, trayendo con ellos los conocimientos de las últimas tendencias en el campo del urbanismo.

LOS INGENIEROS

Ya desde 1927 se habían nivelado y pavimentado algunas calles, pero aún Manzanillo era muy pequeño, por lo que la siguiente tarea que se imponía era la de empezar a rellenar partes de la laguna que permitieran extender algunas calles, y abatir algunas estribaciones cerriles e incluso derribarlos cerros enteros para poder comunicar una calle con otra.

En el año de 1934 llegan un grupo de ingenieros enviados por el Gral. Cárdenas, al mando del Coronel Ing. Guillermo Gravioto, para hacer varios trabajos muy necesarios, acompañados por un grupo de zapadores del ejército mexicano, para complementar su encomienda. Es a partir de 1935 que se empiezan las grandes acciones, de manera que a partir de 1938 dos calles de Manzanillo tuvieron impuestos nombres que recordaban a quienes hicieron posibles estos cambios para mejorar nuestro entorno.

LOS ZAPADORES

La calle Ingenieros hasta la fecha conserva su nombre, siendo la que va desde la calle México (frente al jardín de Niños Hidalgo) hasta la Carrillo Puerto. Se abrió a pico y pala sobre las rocas de una estribación del Cerro de La Ciudadela. Lleva ese nombre por Urtusuástegui, Dosal y Lira, encargados de este y muchos otros trabajos que se hicieron aquí en este tiempo.

Pero también hubo otra calle Zapadores, que lamentablemente ya no conserva ese nombre, la cual corresponde a la calle Cuauhtémoc. Como se sabe, originalmente, las faldas del Sector 4 bajaban hasta el borde de la laguna hasta la altura de donde pasa la calle Cuauhtémoc. De manera que esta calle no existía, ni tampoco la Allende.

Los zapadores derribaron en 1937 todo ese cerrito entre las calles Allende, Francisco I. Madero, 21 de marzo y Cuauhtémoc (usando sus nombres actuales). Ahí quedó un área totalmente plana, que permitió no solo que se abriera o se diera continuidad a las calles ya mencionadas, sino que también la manzana mencionada entre esas cuatro calles, pudiera llenarse de casas habitación (Por ahí se encuentra actualmente la notaría de la destacada Lic. Margarita Torres Huerta).

Sin embargo, por motivos que se desconocen, y que son del todo injustos, al poco tiempo se le quitó el nombre de Zapadores a la calle, para imponerle el de Cuauhtémoc. Hay que decir que un gran número de estos miembros del ejército que vinieron  a hacer estos trabajos, se enamoraron de muchachas porteñas, se casaron aquí, y ya nunca se fueron, porque aquí fundaron sus familias.

Otra petición que se atendió en ese tiempo, fue la de construirle un mercado a Manzanillo, que fue el Reforma, el cual se ubicó donde anteriormente estaba el embarcadero del Vapor Colima del cónsul norteamericano Augustus Morrill (hasta ahí, la esquina de las calles México y Cuauhtémoc, llegaba la laguna).

Igualmente, se hizo la terminación de la carretera Manzanillo a Cihuatlán, se construyó la Escuela Benito Juárez al oeste del jardín Galván, para mejorar el plantelito que se tenía, que era conocido como la Escuela del Tamarindo.

El batallón de zapadores, se enfocó en hacer el relleno y nivelación de las principales calles de la población, dándole preferencia a las ganadas al vaso lacustre, comunicándolo con el lado de la bahía, horadando el cerro del Sector 5, en lo que hoy se conoce como El Tajo (Calle J. Jesús Alcaraz).

Igualmente se hizo El Túnel entre la calle del crucero (Hidalgo), que era la ribera de la laguna de Cuyutlán, y la zona de La Perlita, del lado de la bahía de Manzanillo, que fue una proeza de ingeniería, que hizo que el puerto fuera más salubre, y se erradicaran las epidemias cíclicas que tanto daño hicieron a la población en sus primeros años de existencia.

Este progreso y modernidad se consolidó durante los años cuarenta y cincuenta, y tuvo otro empujón durante la presidencia de Miguel de la Madrid Hurtado, el primer y único primer mandatario colimense que ha habido. Pero hasta la fecha, toda la configuración del primer cuadro cabecera de la ciudad de Manzanillo sigue guardando la conformación o configuración que tomó durante la presidencia del Gral. Lázaro Cárdenas del Río en aquellos tiempos.