El fallecimiento de Don Carlos Valdez Ramírez el 31 de julio del 2021 sacudió el mundo del periodismo en la entidad, toda vez que el propietario y fundador de El Noticiero era uno de los íconos de esta profesión en la región.
Yo conocí a Don Carlos allá por el año 1999, una vez que dejé de laborar en el gobierno municipal durante la administración del Dr. José Luis Navarrete Caudillo, y me encontraba buscando otro empleo para llevar el sustento a mi hogar, pues me encontraba recién casado. Un poco antes había probado la opción del periodismo, colaborando con caricaturas para una pequeña revista llamada La Razón, que al poco tiempo de aparecer dejó de publicarse; pero ya había dejado el gusanito del periodismo en mí.
Al visitar la casa de mi abuelita en la Playita de En Medio para saludar a mis parientes, vi que a media cuadra de ahí, por la misma calle Niños Héroes, había abierto sus puertas una oficina que desconocía, en un alto y delgado edificio. Leí su rótulo que decía periódico El Número Uno, y con letras más pequeñas, El Noticiero. Resulta que El Número Uno, que estaba a cargo de Rubén Vidaurrázaga con información de Manzanillo, venia encartado dentro de El Noticiero, que se ocupaba principalmente de las noticias de la capital de nuestra entidad.
Entré a solicitar trabajo, confiado en pensar que era bueno para redactar y además tener buena ortografía, ya que me gustaba mucho leer y además, era egresado de la Academia Comercial Excélsior, donde la legendaria Maestra Basilisa Ruvalcaba era muy exigente en estas cuestiones. Tocó en suerte que ese día de la semana estaba en el edificio Don Carlos Valdez, quien de inmediato me dijo que me iba a hacer una prueba de ortografía y redacción, para ver como andaba en estos rubros.
El resultado de la misma no fue tan malo, pero evidenció una falla grave que tenía, y era que no acentuaba las palabras. Me lo señaló y me dijo que regresara por la tarde para hacerme una segunda prueba. Así es que me regresé a mi casa y me puse a repasar intensivamente las reglas de acentuación, y ya por la tarde no tuve ningún problema en hacerlo correctamente.
El siguiente día por la mañana me dio unas clases sobre cómo hacer una nota periodística, y lo hizo de una forma muy detallada tanto en la técnica para desarrollar una correcta estructura de la misma, como en el aspecto de abordar los temas más interesantes, buscando siempre tener la nota principal del periódico o de ocho columnas. A los pocos días de empezar a colaborar en El Noticiero saqué por primera vez la nota principal de la sección de Manzanillo.
A lo largo de más de veinte años, recibí muchas clases de periodismo y consejos de Don Carlos, y colaboré en la oficina, vendí periódico por las calles e hice columnas, notas, reportajes y caricaturas en El Noticiero. En ese tiempo me tocó ver cómo le encantaba enseñar, y no se quedaba con los conocimientos que poseía, que eran muchos, sino que se alegraba en formar a nuevos reporteros desde los cimientos hasta su consolidación en la profesión, aunque después volaran hacia otras opciones de desarrollo periodístico.
Le tenía un cariño especial a Manzanillo. Según me contaba, desde muy joven venía de vez en cuando a nuestro puerto a ver funciones de boxeo. Le gustaba ver el mar, paseando en una lancha o andando por los muelles. Pero su gran pasión era el periodismo, y en especial, su Noticiero. Siempre a su nombre se le anteponía el Don, no porque fuera una persona de cierta edad, sino en señal de respeto y admiración por ser un maestro del periodismo.
Siempre que se ponía a revisar la edición de Manzanillo, la tarde noche de los miércoles en que normalmente estaba en nuestro puerto nos recordaba que al buscar la mejor información, había que privilegiar sobre la economía, la política o cualquier otro criterio, la PROBLEMÁTICA SOCIAL, y esto lo pongo con mayúsculas porque así era la insistencia con que lo remarcaba, para que entendiéramos la importancia de la problemática social. Señalaba que aún al elaborar una nota a partir de un boletín, o al plasmar por escrito la entrevista a un político o empresario, se debería buscar antes que cualquier tipo de información, la problemática social; es decir, aquello que interesara al pueblo, a la ciudadanía, que es la que compra el periódico.
Recuerdo cuando nos contaba con emoción cuando trabajó en la prensa en la capital del país, en la Ciudad de México, y como entrevistó en las alturas a un limpiavidrios de un alto edificio en un andamio. También compartía siempre que podía su afición a la tauromaquia. También nos hablaba que en su juventud había estudiado música junto a varios músicos destacados de nuestra entidad. Se emocionaba contando como en sus inicios en el periodismo en nuestro estado, formó un periódico llamado Tribuna. Me tocó entrevistar junto con él en la oficina de la redacción a un joven Felipe Calderón Hinojosa, quien algunos años después fue presidente de la república.
También recuerdo con cariño que siempre animó a mi esposa, Eunice Flores, a escribir, a pesar de su discapacidad visual, lo que hace hasta la fecha con mi ayuda. Igualmente rememoro con emoción cuando fue a la casa de mis padres en la calle 2 de la Unidad Padre Hidalgo, y conoció a mi mamá (mi padre acababa de fallecer) y platicó con ella mucho rato. Por muchos años lo acompañé cada semana a la reunión de la Agrupación Ciudadana Manzanillense, A.C., a la cual le gustaba acudir y donde participaba constantemente y era muy respetado por todos.
En fin, que el tiempo no alcanzaría para relatar tantas anécdotas que nos tocó conocer de Don Carlos Valdez en Manzanillo, que desde luego no son ni la punta del iceberg en una vida tan activa y prolífica como la de Don Carlos, mi patrón y amigo.
Se le extraña mucho a Don Carlos, y ciertamente su legado continuará, porque él hizo escuela, pues siempre compartió sus conocimientos con cualquiera que se interesó en saber de periodismo.