Historia de la onza que rondaba los Sectores de Manzanillo


*Se le vio recorriendo desde Ventanas hasta los cerros de la ciudad *Su presencia causó temor en vecinos de esos lugares y deportistas

En el municipio de Manzanillo hay mucho que hacer en el terreno de la conservación animal, pues tenemos especies características que están en peligro de extinción, como es el caso del choncho, que es un tipo de pavo salvaje, venados, jabalíes (pecaríes) y, sobre todo, uno de los más fascinantes, que es la onza. Estos animales han ido desapareciendo, porque en algunas zonas de nuestro municipio, que es el más grande de la entidad, ha habido una sequía prolongada y, en general, las áreas de vegetación se han ido recortando.

La explotación minera, en primer lugar, así como la maderera, por parte de particulares y aserraderos, han contribuido a que los animales no tengan un hábitat en donde sobrevivir. También la mancha urbana ha crecido, y muchas partes que antes eran suburbanas o rurales, hoy son plenamente urbanas. Tesoros de la naturaleza como éste gran felino regional, otrora abundante, que es la onza o león americano, están al borde de extinguirse, igual que como sucede con las chachalacas, las iguanas, los loros colimenses y muchas otras criaturas con las que compartimos este suelo.

Fue entre finales del 2011 y principios del 2012 que empezaron a correr los relatos del avistamiento de un felino, a quienes los porteños identificaban como una onza paseándose por el Cerro de la Cruz y otros cerros aledaños. A mí personalmente me confirmó el entonces regidor Sergio Sánchez Ochoa, cuya familia tiene un predio de su propiedad en las playas de Ventanas, que una onza muy enflaquecida se acercaba por las noches y, habiéndolo notado el velador durante varios días, y viendo su estado de extrema delgadez, decidió dejarle comida y agua para que se alimentase y no fuera a morir de inanición.

TERROR EN LOS CERROS DEL CASCO URBANO

Una onza bebé que fue rescatada en las cercanías del volcán.

Un habitante del Sector 3 también me relató que en la parte alta de ese cerro había sido vista la onza por las noches gruñéndoles a los perros, que como todos sabemos, los de los cerros son los más bravos.

Ante los numerosos reportes de personas que acostumbran ir a correr al Cerro de la Cruz y los aledaños de Ventanas, la Dirección de Ecología Municipal en aquel tiempo, invitó a la gente a que reportara para darle seguimiento a este asunto, y así, por medio de un operativo especial, capturar al animal, antes de que llegara a atacar a alguna persona. Esto, no tomando en cuenta, que en realidad este felino estaba en su hábitat natural, el cual, más bien ha ido siendo invadido por las personas. Por su parte, quien en ese tiempo era el director de cultura ambiental, Marcos Hernández, señaló que una onza es un animal muy peligroso, conocido como león americano, que puede cazar a un animal con el triple de su tamaño y peso. Se dijo que se buscaría involucrar en la captura y aseguramiento de este animal a Semarnat, Profepa y Protección Civil.

Este “flaco y débil animal”, tenía un peso que calculaban las muchas personas que lo vieron en alrededor de ochenta kilogramos; es decir que, de acuerdo a la información que vertiera en su momento el titular de cultura ambiental, hubiera podido cazar y matar  a una presa de más de doscientos kilos, lo cual se antoja muy exagerado, pero que es la constante cuando se habla de este animal real, con tintes legendarios. Mientras que la mayoría de los avistamientos la ubicaban como un animal solitario, hubo algunos que la llegaron a ver en compañía de una cría. Entre los que lo vieron deambulando los senderos de los cerros de Ventanas, y que lo reportó en su momento, estuvo el Dr. Enrique de la Peña, quien solamente habló de un ejemplar adulto.

ENTRE REALIDAD Y LEYENDA

Con estos avistamientos se confirmaba la existencia y supervivencia de un animal casi mitológico, fantasmagórico, como es la onza, del que muchos cazadores experimentados aseguran con una sonrisa burlona en el rostro que es solamente una leyenda, y que no existe. Que es algo así como el coco de los cuentos, pues en muchas poblaciones pequeñas de la zona rural de nuestro estado, se asustaba a los niños diciendo que se los iba a robar la onza si no se iban a dormir temprano. Pero es un animal muy real, reconocido por la ciencia y clasificado por los biólogos zoológicamente, el cual es muy elusivo, y que es muy difícil que pueda sobrevivir en cautiverio. La onza es el “animal de uña” por excelencia, palabra acuñada (animal de uña) por los campesinos de las rancherías de la región para referirse a los felinos americanos que pueblan cada vez en menor número Colima, el sur de Jalisco y la costa michoacana.

Su nombre científico es “felis eyra”, pero que no debe de ser confundido con el jaguar, otro gran felino americano también muy escaso, que tiene un nombre científico que puede llegar a generar dudas y equivocaciones; el nombre científico del jaguar es “panthera onca”. Tampoco debe confundirse con el güinduri, que es “felis yagouaroundi”.

Recuerdo que cuando era niño, acompañaba a mi padre, José Martínez, a un negocio que estaba en la calle México, que se llamaba Armería Alcaraz, y me enseñaba los animales ahí disecados que exhibían; generalmente mapaches, tortugas, ardillas y armadillos. Aunque ya no lo hacia por estar enfermo de un pie, había sido cazador por muchos años en los bosques del norte del país de donde creció cuando llegó de Estados Unidos a nuestro país, donde se quedó toda la vida. Por este motivo -su afición a la actividad cinegética- es que se emocionó mucho cuando vio a una onza disecada, ya que es un animal muy difícil de encontrar y apreciar, y es aun más difícil todavía que un cazador pudiera cobrar una de esas piezas.

Recordé el tema en el año 2011, cuando la Profepa decomisó un cachorrito de onza a un particular, que era un animalito muy tierno y hermoso de pelo color ocre y unos grandes y expresivos ojos que lo hacían muy tierno, el cual era alimentado con un biberón. La foto fue difundida por Armando Martínez de la Rosa, un experto en animales silvestres. Por ese tiempo también se dio a conocer que el Parque Metropolitano de la ciudad de Colima tuvo un ejemplar de onza en cautiverio, el cual es quizá un caso único en el mundo de una onza en estas condiciones.

Onza en el monte.

EL LEÓN AMERICANO

La información veraz de la onza es como el animal mismo, elusiva, aunque no hay duda de que es un animal real, al que se le han inventado muchas historias para exagerar su peligrosidad. Los rancheros dicen por ejemplo que puede dar saltos de veinte metros, y moverse con una agilidad tan grande, que hace casi imposible atinarle un disparo, que hace sonidos iguales a los de un bebé y que también lanza silbidos. Tiene la habilidad de, lo mismo trepar altas rocas, que troncos de árboles. Como dato curioso sus garras no son totalmente retráctiles como en los otros felinos, sobre todo en las patas traseras, y esto le ayuda a correr en los árboles cuando caza. También en cuanto a su tamaño y fuerza hay discrepancia, pues mientras que unos lo pintan de alrededor de ochenta kilos, como ya lo mencionamos antes, otros, confundiéndole con el güinduri, lo hacen de menos de veinte kilos, por lo que la verdad podría estar más cerca del término medio.

Las leyendas rurales dicen que puede saltar un lienzo con un becerro cazado en un corral, aunque lo que se sabe que sí caza con frecuencia, cuando tiene oportunidad de entrar a los ranchos, son las gallinas. Se dice que sigue a las personas por el bosque durante días sin hacerles nada, y que se roba a los niños de sus cunas; pero la verdad es que gran parte de su fama de animal fantasma se debe a su timidez y a que es nocturno. Antes era muy frecuente verlos en las faldas del Volcán de Colima y el Cerro del Chino, también en nuestra entidad, aparte de sus correrías por todo el municipio de Manzanillo, tal como muchas veces contaba mi tío Manuel Cisneros Peña, ejidatario de Salagua. Incluso en las inmediaciones de Chandiablo, que es un lugar cada vez más cercano a la mancha urbana, se señala la presencia de onzas, las que se detectan, dicen, por el nerviosismo de las chachalacas.

Aunque no es abundante en ningún sitio, está extendida su presencia desde la península de Yucatán, hasta el norte del país. Hay quien lo ha confundido con el jaguar o el puma, que son animales mucho mayores en cuanto al tamaño y peso. Mientras que al puma se le llamó “león americano”, a la onza le llamaron “león”, y al jaguar “tigre”, todo porque los españoles pensaban que América era Asia, parte de las Indias, y querían ver los mismos animales que allá.