Ernesto Caballero, gran boxeador de peso medio, originario de Manzanillo


  • Clasificado nacional y retador del campeonato del mundo
  • Destacó en los pesos welter y medio en las décadas del 70 y 80
  • Se retiró frente a Marcos Geraldo en la Arena del Crucero

Ernesto Caballero es sin duda alguna una de las grandes glorias del boxeo manzanillense. Quizá el mejor de todos los tiempos, sólo detrás de Jorge “El Colimote” Gutiérrez, quien tuvo el mérito de ser el único boxeador local que ha alcanzado el campeonato nacional, aunque hay muchos que aseguran que Caballero era mejor peleador en cuanto a técnica, estilo y pegada.
Lo cierto es que uno de los grandes éxitos que se le tienen que reconocer a quien también fuera conocido como “Kid Cayayán”, es que destacó en las categorías welter y medio, pues normalmente los pugilistas nacionales destacan en pesos chicos; es decir: mosca, gallo o pluma y los pesos intermedios.
Inició su carrera boxística en el año de 1966. Hace ya más de cincuenta años, y sin embargo, hasta el día de su muerte conservó un cuerpo atlético y buena condición física, merced a sus diarios entrenamientos.
PROBLEMAS PARA DESTACAR, PESE A SUS GRANDES FACULTADES
Empezó su trayectoria con una derrota a la distancia de los cuatro rounds. Nunca fue amateur, porque, contaba, no le gustó que le pegaran de a gratis. A partir de ahí, tuvo una racha impresionante de treinta victorias seguidas, peleando no sólo en Manzanillo, sino en plazas cercanas de la región, que por aquellas épocas era muy amante del deporte de las orejas de coliflor, como Cihuatlán, Barra de Navidad, Melaque, Autlán, Armería, Tecomán y Colima.
Era difícil destacar, ya que también había muchos peleadores, aunque la gran mayoría mal preparados en cuanto a estilo de golpeo y faltos de condición física también. Tuvo la suerte de ser descubierto y manejado por Pedro “Venadito” Morán, mánager de Guadalajara. Cuando estuvo bajo sus órdenes se fue a vivir a Colima, donde una persona con mucho dinero les apoyó con una casa y un terreno para entrenar. En el mismo establo estaban peleadores como “El Naguas” Montaño, Francisco Muñiz y Juanito Sánchez. Por ese tiempo fue a pelear hasta Pihuamo.
El apodo boxístico con el que se le conoció en Manzanillo se lo puso su abuelo. Le decía Cayayán, y ya en el mundo de fistiana le agregó el Kid. Sin embargo, sólo le conocieron de este modo en Manzanillo, porque en el resto del país siempre fue conocido como Ernesto Caballero a secas.
PROBANDO SUERTE EN TIJUANA
En el año de 1970 quiso entrar al escenario del boxeo nacional por la puerta grande, y se encontró con muchas trabas. Era un desconocido que no valía nada, a pesar de contar con un buen registro de peleas; pero no tenía promoción ni pleitos importantes. No dejaba de impresionar que hubiera hecho treinta peleas en cuatro meses, manteniéndose invicto.
En 1971 optó por irse a Tijuana con su entrenador, y tardó seis meses para recibir la primera oportunidad. Su primera pelea allá la ganó con un nocaut electrizante ante un ex campeón nacional. Posteriormente, le pusieron contra algunos consagrados, ganando los match por decisión dividida. Ante estos buenos resultados, los promotores de Tijuana le contrataron en definitiva. De ahí en adelante, se puso todo más fácil. Empezó a probar las mieles del box en el peso welter.
LLEGANDO A LA COLISEO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Al poco tiempo le ganó a un púgil de la talla de Antonio Roldán, campeón de los Juegos Olímpicos del 68, noqueándolo en el segundo round. A otro gran peleador de ese tiempo, José Palacios, lo batió en cuatro rounds en 1974. Ligó 22 nocauts. En la pelea 23 llegó al Distrito Federal para pelear en la Coliseo, y le ganó en dos rounds al primer clasificado nacional, Sammy García. Luego peleó con Felipe Vaca, de gran cartel, al cual tumbó en dos ocasiones, pero éste le ganó por decisión.
En dos ocasiones peleó por el fajín nacional, una de ella el 15 de mayo de 1976, en el Parque Carta Clara de Mérida, Yucatán, ante José Baquedano, a quien derribó, y la otra el 8 de abril de 1978 ante José Luis Baltasar, quien era muy mañoso; pero en ambas ocasiones perdió. Salió en televisión y revistas especializadas. En aquella ocasión de la pelea con Baltasar en Díaz Ordaz, la gente se molestó porque le robaron la pelea, tanto así que quemaron el ring. En ese tiempo le ganó fácilmente a otro peleador afamado, Héctor Lozano.
COBRANDO FAMA INTERNACIONAL
Luego peleó en Estados Unidos, siendo el pleito más importante el que sostuvo el 7 de abril de 1983 contra James Kinchen, con quien perdió en ocho rounds. Este musculoso peleador de raza negra era uno de los primeros clasificados del orbe.
Hizo alrededor de seis peleas en el extranjero, y estuvo a unas horas de ir a pelear a Inglaterra por el campeonato mundial welter, en contra de John Stracey, pero el combate se canceló a última hora.
DESPEDIDA POR LA PUERTA GRANDE
Toda su vida fue peso welter, y sólo al final subió a medio, para no sacrificarse tanto. Nunca guardó su récord, pero hizo más de cien peleas. Llegó, pues, a una edad, en que los golpes ya le dolían y entonces decidió el retiro. Tuvo muchas experiencias imborrables, habiendo conocido a Rubén Olivares, Carlos Zárate, Carlos Mimila, Pipino Cuevas, Lupe Pintor, etc. Y todos eran amigos. En una ocasión peleó en la semifinal de una batalla por el título del mundo, entre Miguel Canto y Susumo Hanagata.
Se retiró en la Arena de Box y Lucha El Crucero en Manzanillo, terreno propiedad de Don Alfredo Cruz Torres, peleando contra el gran Marcos Geraldo el 19 de diciembre de 1989. Ya había peleado años antes contra este clasificado mundial, perdiendo en ambas ocasiones. Dedicó los últimos días de su vida a entrenar a jóvenes en el deporte de sus amores.

En función estelar en san Diego California contra James Kinchen.