La Fosa de las Marianas, el punto más profundo del planeta, alberga un ecosistema único. Desde peces caracol hasta corales bambú, su biodiversidad intriga a los científicos mientras enfrentan desafíos como los microplásticos
La Fosa de las Marianas, en el océano Pacífico, es conocida como el lugar más profundo de la Tierra, alcanzando casi 11,000 metros bajo el nivel del mar. Este abismo extremo es un escenario de biodiversidad excepcional y descubrimientos sorprendentes que desafían nuestra comprensión de la vida en condiciones extremas.
Durante una histórica misión en 2016, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) utilizó submarinos operados remotamente para explorar este mundo desconocido hasta una profundidad de 6,000 metros. En sus investigaciones, se identificaron especies únicas, como los peces caracol (lipáridos), conocidos por su cuerpo gelatinoso y su capacidad para sobrevivir bajo una presión aplastante. Además, se avistaron corales bambú, crustáceos diminutos, anémonas y cangrejos ermitaños, entre otras especies fascinantes.
Sin embargo, la presencia humana también ha dejado su marca. Microplásticos han sido detectados en estos remotos abismos, lo que evidencia el alcance del impacto ambiental. A pesar de estos problemas, la Fosa de las Marianas sigue siendo una fuente de inspiración para científicos y exploradores, como James Cameron, quien descendió a sus profundidades en 2012.
El desafío para muchas de estas especies, según investigadores chinos, radica en su capacidad metabólica para adaptarse a la oscuridad absoluta, altas presiones y temperaturas extremas. Este entorno extremo es, paradójicamente, un refugio para una biodiversidad única y un recordatorio de la fragilidad de los ecosistemas marinos frente a las actividades humanas.