Jared Cooney, neurocientífico y educador, destacó la importancia de usar la tecnología de manera intencional en la educación, alertando sobre los efectos de la multitarea y la necesidad de adaptarla a los procesos de aprendizaje humano
En la conferencia IFE Conference 2025, el neurocientífico Jared Cooney ofreció valiosas perspectivas sobre la relación entre tecnología, educación y el cerebro humano. Cooney expuso que, aunque los niños y jóvenes pasan muchas horas al año frente a una computadora, la mayor parte de ese tiempo es para consumir contenido multimedia y no para aprender activamente. Este uso pasivo de las computadoras, argumentó, tiene consecuencias negativas sobre los resultados educativos.
Uno de los puntos clave abordados fue el efecto de la multitarea en el aprendizaje. El experto destacó que la capacidad del cerebro humano para realizar varias tareas a la vez es un mito. De acuerdo con estudios, la multitarea reduce la precisión y la memoria, ya que el cerebro no puede procesar múltiples fuentes de información simultáneamente. Este fenómeno se ve reflejado en la distracción y la falta de concentración de los estudiantes cuando navegan entre aplicaciones, actividades o contenidos, que a menudo los desconectan del proceso de aprendizaje real.
Cooney subrayó que el uso de tecnología en las aulas debe ser intencional y enfocado en objetivos específicos. No se trata de usar la tecnología como un sustituto de los métodos tradicionales, sino de complementar y adaptarla a las necesidades del aprendizaje profundo. Resaltó que herramientas que promuevan la recuperación activa de la información pueden ser muy efectivas, como en el caso de la repetición de recuerdos que facilita su consolidación en la memoria a largo plazo.
Uno de los problemas identificados por Cooney es el “cuello de botella neurológico” que ocurre cuando se combinan varias fuentes de información, como el texto escrito y la voz hablada, lo cual dificulta la retención de la información. El cerebro no puede procesar estas dos fuentes de sonido al mismo tiempo, lo que impide una asimilación eficiente del contenido.
A pesar de la integración de la inteligencia artificial en el ámbito educativo, Cooney destacó que lo que realmente impulsa el aprendizaje es la relación humana. Los estudiantes aprenden más cuando se sienten conectados con sus profesores y cuando la enseñanza está basada en la empatía, algo que la tecnología no puede replicar. Aunque los avances tecnológicos pueden proporcionar acceso a la información, las interacciones humanas siguen siendo esenciales para un aprendizaje efectivo.
El experto concluyó que, a pesar de las innovaciones tecnológicas, el sistema educativo tradicional ha perdurado porque funciona. Por lo tanto, la tecnología debe servir como herramienta complementaria y no como reemplazo del enfoque educativo probado a lo largo de los siglos.