El viento sacudía el Zócalo de la Ciudad de México, pero no lograba apagar la luz de 400 velas, una vigilia que buscó romper la indiferencia ante una de las heridas más profundas del país: las desapariciones forzadas. En la explanada, los nombres de Ignacio Santiago Pérez, Luis Salvador Granados y muchos más resonaron en un pase de lista, seguidos del clamor de los asistentes: “Presente, ahora y siempre”.
La protesta, organizada por colectivos de búsqueda de desaparecidos, recordó a las más de 107 mil personas que han sido reportadas como desaparecidas desde 2006. Pero las cifras no son sólo números en un registro: detrás de cada uno hay una historia interrumpida, una familia que espera respuestas y una justicia que rara vez llega.
Junto a las velas, 400 pares de zapatos fueron colocados en silencio, simbolizando las vidas truncadas en los hornos clandestinos del rancho de exterminio en Teuchitlán, Jalisco. La representación buscó visibilizar el horror de los más recientes hallazgos en el país, donde colectivos han documentado la existencia de estos sitios de exterminio en los que cientos de personas fueron calcinadas.
La jornada incluyó una homilía en la Catedral Metropolitana, donde monseñor Francisco Javier Acero ofició una misa en honor a los desaparecidos. Entre los asistentes estuvo Eduardo Ramírez, quien encendió una vela y portó una camiseta con el rostro de su hermano Ángel, desaparecido en 2019 a los 20 años. “Es exigir justicia y que no queden impunes las fosas y los crematorios que se encontraron en Jalisco”, expresó.
Desde 2006 hasta abril de 2023, se han localizado 5 mil 698 fosas clandestinas en todo México, según datos de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB). Jalisco, Sonora, Guanajuato, Sinaloa y Baja California encabezan la lista de los estados más afectados por esta crisis.
Los testimonios sobre los campos de exterminio han comenzado a salir a la luz. En 2018, jóvenes reclutados por el crimen organizado relataron su experiencia en estos sitios. Uno de ellos, Mawicho, contó al periodista Emmanuel Gallardo cómo terminó atrapado en un rancho de Jalisco donde la brutalidad era cotidiana: “Cuando llegué, había como 20 secuestrados. En una noche nos aventamos como 10 descuartizados”.
Las imágenes capturadas por los colectivos de búsqueda en Teuchitlán evidenciaron el horror que por años intentó ocultarse. Pero la luz de esas 400 velas en el Zócalo, como la lucha de quienes buscan a sus desaparecidos, sigue ardiendo, exigiendo justicia y memoria.
