Hoy se conmemora el 167 aniversario de la ocasión en que el llamado Benemérito de las Américas, Lic. Benito Pablo Juárez García, Patricio de la Reforma, visitó Manzanillo, ocasión en que, durante su estancia de tres días, entre el 9 y el 11 de abril de 1858, fuimos el asiento de los legítimos poderes que representaba su gobierno itinerante, y por ello, tuvimos el honor de ser Capital de la República Mexicana.
Juárez, quien vino a este mundo el 21 de marzo de 1806, hace 219 años, fue uno de los más grandes personajes de nuestra historia patria, enarbolando las leyes que nos dieron un lugar de preponderancia entre las naciones modernas del mundo, y nos alejaron del fanatismo y el dogma, y quien se enfrentara sin vacilación ni dudas ante la invasión extranjera patrocinada por Francia, con las armas de la razón, el derecho y la justicia por delante.
Este oaxaqueño universal, en su largo andar por el territorio mexicano en defensa de las instituciones nacionales, también pasó por Manzanillo, cuando llegó el 9 de abril a embarcarse con rumbo a Panamá, para cruzar al Atlántico y desde ahí continuar la lucha contra los conservadores, quienes querían llevar a la nación al retroceso y la ignorancia.
Es por esto que, en la Plaza Cívica de nuestra ciudad, que lleva su nombre -Plaza Juárez-, se erige un monumento en su memoria, conmemorando su actuar, así como que, del muelle de nuestro puerto, pequeño en el tiempo de su llegada, pero que le fue amable y protector, embarcó en el buque John L. Stephens, el cual lo trasladó hasta el istmo centroamericano, desde donde continuó su lucha.
Era el 9 de abril de año de 1858, cuando el pequeño Puerto de Manzanillo, se sacudió ante la llegada, procedente de la capital del estado -después de un breve paso por el poblado de Cuyutlán-, del Presidente de la República, Lic. Benito Pablo Juárez García, junto con su comitiva, entre los que destacaban Melchor Ocampo, Guillermo Prieto y León Guzmán, en el marco histórico de la Guerra de Reforma.
Se hospedaron los ilustres visitantes en el Mesón de Fermina, señora esposa de un portugués alcohólico, que daba servicio de hospedaje en una cómoda casa de maderas machimbradas con techumbre de palapa y piso de tierra y arena, acomodada bajo la sombra de unos árboles de tamarindo en su patio, donde amarraban a las bestias de los huéspedes. Frente de esta, solamente había una larga playa arenosa, pues aún no había construcciones que estorbaran la vista del mar. En ese playón reventaban las olas, por lo que había una barrera hecha con palitos de madera, con sus huecos rellanados de piedras.
Desde ahí el primer mandatario itinerante podría darse cuenta cuando llegara el barco norteamericano John L. Stephens, que lo llevaría hasta Centroamérica (a Panamá, entonces Colombia), para de ahí poder pasar al Atlántico, y dirigirse al Golfo de México (Cuba, Nueva Orleans, Veracruz), en la costa este americana.
El 11 de abril abordó aquel buque, quedando el recuerdo de su visita grabado con letras de oro en la historia del puerto. Es por eso que la calle frente al lugar que se hospedó en la actualidad se llama Calle Juárez. Manzanillo fue, pues, asiento o albergue histórico del Gobierno Federal durante esta visita histórica.
A los pocos años, luego de desaparecer aquel mesón, se construyó una pequeña escuelita en el lugar, que a falta de un nombre que la identificara, fue llamada “La Escuela del Tamarindo”, ya que estaba cobijada bajo la sombra de aquellos tamarindos que también le dieron sombra al llamado “Benemérito de las Américas”.
El 25 de junio de 1861, el Gobierno Federal a cargo de Juárez concesionó el Archipiélago de Revillagigedo a Colima, para el establecimiento de una colonia penal en Isla Socorro. Posteriormente, en 1871, el primero de diciembre, el Presidente Juárez ordena el retorno de la Aduana Marítima al Puerto de Manzanillo.
El maestro colimense Gregorio Torres Quintero tuvo su primera plaza magisterial en Manzanillo, entre 1883 y 1887, cuando, como Preceptor de Primer Orden, se ocupó de la dirección de la “Escuela del Tamarindo” fue también Regidor en el Ayuntamiento en 1884. Durante su estancia, recopiló material que luego plasmó en varios de sus libros, y empezó sus primeros experimentos para desarrollar el Método Onomatopéyico, que tanta fama le diera.
Es en el año de 1935 que se consigue la construcción de la escuela primaria Benito Juárez al oeste del jardín Galván, por parte del grupo de ingenieros enviados por el Presidente de la República, Gral. Lázaro Cárdenas del Río, la cual se termina en 1936, ya con el nombre oficial y definitivo de Escuela Primaria Federal “Benito Juárez”, y ya como propiedad de la Secretaría de Educación Pública, en terrenos cedidos por Heliodoro Trujillo. En 1937 se inauguró la escuela primaria, que ocupó la manzana comprendida entre las calles Morelos al norte, Balbino Dávalos al sur, avenida México al este y Carrillo Puerto al oeste.
El 30 de enero de 1973, a raíz de un terremoto en Manzanillo de magnitud 7.6, resultó averiada la escuela Juárez, por lo que tuvo que ser demolida y reubicada a una nueva posición dentro de la ciudad, en la salida a Campos, a un costado de la Unidad Padre Hidalgo, donde se encuentra hasta la fecha.
El 11 de abril del 2005 se inauguró sobre la nueva Plaza Cívica Juárez de Manzanillo, frente al muelle del Centro Histórico, también conocido como Playón, la escultura de Benito Juárez conmemorando su estancia en nuestro puerto de Manzanillo en 1858.
La habilitación de esta plaza y la colocación de este monumento fue un logro de la Agrupación Ciudadana Manzanillense (ACIMAN), misma en la que cada año, en la fecha señera que hoy se conmemora, se hace un evento cívico solemne, para conmemorar tan insigne hecho histórico.




