“Te lo digo a ti mamá”


Entramos el Ticuis y yo a un restaurante en la calle Madero en el centro de la ciudad, muy cerca del jardín de La Soledad, ahí nos encontramos a él Hermanito Carlos Valdez Ramírez, quién tomaba un refresco en compañía de un periodista y colaborador de su diario El Noticiero, el Señor Moreno, nos presentó a Luis Ángel Ramos Ortiz (El Ticuis) y a un servidor con una palmada en mi hombro y dijo: este es Pancho Vázquez el que hace relatos únicos, aunque no le gusta que le pongan apodo y nos invitó acompañarlo, después de presentarnos comentó que en el Jardín del Arte en Guadalajara yo escribía en el mural mis relatos, muchos eran de locura por su sensibilidad y me pidió que narrara uno relativo al día de los muertos, pues era el mes de noviembre, accedí con uno que se referiría a algo diferente.
“Te lo digo mamá”
Querida mamá, soy tu hijo. ¿Recuerdas? EI que debió ser mi padre andaba lejos en otro país.
No bastaron las promesas de amor que dijiste, en su ausencia surgió otro hombre. De ese romance fui engendrado yo.
Que grato recuerdo guardo mamá. En los 3 meses y 21 días que me acurrucaste en tu vientre, me sentí tan seguro. Comprendo que no me desearas, pues qué pensaría papá a su regreso. Habría que blanquear el desliz matando al delator, y éste era Yo.
Por entonces yo supe de las discusiones con tu amante, pues él quería verme y tú no. Que peleas, hasta que le arrancaste el dinero que costó mi defunción. A todo le ponen precio, hasta el asesinato de un inocente “Que caros son los abortos”, comentaste. No justifico tu crimen, pero te perdono. Lo que no me cabe en la cabeza es la maldad de aquella bestia, vestida de blanco.
Que dolor tenebroso, cuando me punzo con aquella enorme aguja y me despedazó. Después aquella maldita aspiradora que se tragó mi cuerpecito. A ti también te traumo. Conozco, mamá, tus largas noches en vela, tus sobresaltos y remordimientos, sé que me amabas, pues sueñas conmigo y más de alguna vez te has preguntado, que remordimiento si soy niño o niña, o que alegría te hubiera traído…
¿Sabías, mami, que los niños menos deseados, al nacer, son más amados? Soy niño.
Me parezco más a ti que al seductor que te engañó, ¿cómo me vas a olvidar, si yo a cada momento pido a Papá Dios que borre de tu mente esas pesadillas, que turban tu descanso y te dan muerte en vida? Por eso, qué alegría cuando buscaste un sacerdote que te inspiró confianza y te reconciliaste con el Señor de la vida.
Querida mamá, quiero verte feliz. Recuerda los consejos que te dio el sacerdote al despedirte. “Hija, Dios Padre ya ha hecho su obra de Amor en ti, el tiempo irá sanando las heridas, la paciencia de Dios y su Misericordia son infinitas.”
Mientras te estoy escribiendo, tengo a mi lado a Antonio. Bueno es un decir, por mi amigo, al igual que yo, no tiene nombre ni apellido. Lo mato su mamá porque, muy joven ella, una noche regresaba a casa, un hombre la violó. Y como no amaba a su violador, se deshizo del hijo a las pocas semanas de haberlo concebido.
A mi amigo le obsesiona esta pregunta. Por qué si mi mamá no amaba a ese hombre que la violó, me mato a mí, que la hubiera amado siempre y jamás me hubiera avergonzado de ella.
Aquí en el reino del amor, sólo entendemos el lenguaje del cariño, por eso, no comprendemos esos argumentos acerca de aborto, por mala conformación del feto, por violación, por dificultades económicas de los padres, por no querer más hijos, que la familia pequeña vive mejor, etc.
Me cuentan que ni las guerras, ni Hitler con sus cámaras de gas letal han realizado tan criminal y desmedida masacre.
Con los abortos se han privado a la humanidad de grandes poetas, sacerdotes, médicos, filósofos, músicos, pilotos, economistas, profesores, estadistas, pintores, arquitectos, santas y santos.
A mi todos me dicen que hubiera sido un habilidoso cirujano o un pianista a lo Mozart. Cuando nos reunamos, mami, ya verás qué manos tengo, lo que más me agrada es cuando me dice, mamá tiene que ser muy hermosa.
No llores. Perdóname y ámame como Dios te ama. Olvida tu pasado, ¡Ah! no recordaba, aunque me consumo por verte, no te des prisa en venir, pues mis hermanos te necesitan. Haz con ellos lo que nunca pudiste hacerme a mí. Fíjate que cuando bañas al bebe o lo amamantas, no sé, me entra un poquito de añoranza de todo lo que pudo ser y no fue.
Me hubiera gustado ser amamantado con leche de tus pechos, acariciado por esas manos tan lindas y semejantes a las mías, de cirujano malogrado.
Y termino pidiendo un favor. No para mí, comprenderás, sino para otros niños no los maten como a mí. Si conoces a una mujer joven que quiera abortar, o un sujeto que monta campañas a favor del aborto, a un médico asesino que se burla de Hipócrates, a una enfermera que se presta a ese crimen, cámbiales el corazón de piedra por uno de Amor.
Préstales tu voz a los millones de niños sin ella, grítales a todos que tenemos derecho como ellos, y que, aunque nadie nos ama, tenemos derecho a vivir y amar. Exigimos que nos dejen vivir para amar, aunque no nos amen.
Es tan triste tener corazón para nada. Hasta que nos veamos mami, entonces te enseñaré lo mucho que te amo, te amé y te amaré. Te espero aun con la boca sin estrenar, rebosante de besos que tengo guardados solo para ti.