Y, ¿ahora sí se consideró un posible tsunami?
Hoy, 19 de septiembre, es uno de los días más recordados para los mexicanos, principalmente, para los sobrevivientes del terremoto de 1985 en esta misma fecha.
Fue a raíz de lo sucedido ese año que surgió de manera oficial Protección Civil, y también fue a raíz de este fuerte movimiento telúrico de 8.1 de intensidad en grados Richter, que se han llevado a cabo simulacros a nivel nacional.
Esto, con el propósito, según eso, de crear una cultura sísmica y saber qué hacer antes, durante y después de un terremoto.
En Manzanillo, los porteños ya hemos tomado los simulacros como una actividad que atrae terremotos reales, y es por eso que muchos nos hemos hecho un tanto díscolos para participar en estos ensayos de reacción ante un temblor.
Se considera tentar a Dios, jugando a que tiembla. En otros casos, muchos padres de familia seguramente no mandarán a sus hijos a las escuelas públicas, no vaya a ser que de veras se sacuda la tierra.
Hay otros porteños que, no queriendo que la alerta sísmica suene en sus celulares, andan preguntándole a medio mundo como hacerle para evitarlo.
Porque, en general, cada 19 de septiembre se genera cierta histeria colectiva en Manzanillo, ya sea por los recuerdos o porque ya van varias veces que los 19 de septiembre el tapete se nos sacude con violencia.
Así que, posiblemente la inmensa mayoría de porteños no participen en el simulacro nacional, y si lo llegan a hacer, es porque se verán obligados a hacerlo en su centro de trabajo o escuela.
Como dicen muchos porteños, a la hora que de veras se produzca un terremoto acaba uno reaccionando a como Dios le da a entender, y, ¡qué bueno por esto último!
Que sea Dios el que nos ponga en nuestro cerebro el querer como el hacer.
De acuerdo con las instrucciones que se dan para los simulacros, solamente se toma en cuenta a las personas sanas; pero nunca hay instrucciones sobre qué hacer en estos casos para los discapacitados.
Recuerdo que el terremoto de 7.6 grados Richter, del 19 de septiembre del 2022, me agarró totalmente solita, ya con total invidencia.
Cuando la tierra se movió, se me hizo complicado el saber para donde correr, porque tenía muy poco tiempo de ser ciega total; pero, como en esos días estaba aprendiendo a usar mi bastón con un simple palo de un trapeador -porque aún no tenía un bastón blanco formal-, que por alguna casualidad por parte de Dios (una Diosidencia), ese palo estaba más largo de lo habitual y lo tenía a la mano, precisamente lo utilizaba como una especie de bastón blanco desde hacía ya algunos días.
Y, aunque, desde luego, ese palo no tenía la ruedita en la parte baja para deslizarse, aun así, me sirvió para encontrar la puerta y salir hasta afuera de mi vivienda, y también me sirvió para encontrar un pequeño machuelo en donde sentarme.
Hoy, 19 de septiembre, es uno de los días más recordados para los mexicanos, principalmente, para los sobrevivientes del terremoto de 1985.
Fue así como Dios me cuidó de pasar el terremoto dentro de mi casa sola, porque mi esposo estaba en esos momentos trabajando.
Tal vez haya ciegos que no tengan un bastón que los auxilie y guíe, y ni se les ocurre usar un palo para encontrar una salida o ruta de evacuación.
También hay gente postrada en cama, enferma, para los que tampoco hay instrucciones previas de qué hacer durante un terremoto.
Así que, en suma, los simulacros solamente son para las personas sanas.
Por otro lado, las instrucciones que se dan siempre son para ciudad, donde el mar lo tienen a cientos o quien sabe si hasta a miles de kilómetros de ellos.
Por lo que, a la hora de un simulacro sísmico, la posibilidad de un tsunami jamás se toma en cuenta, pues no existe para ellos, y las zonas costeras que participan en los simulacros siguen instrucciones citadinas, y hasta corren, como punto de reunión o encuentro a una plaza, estacionamiento, jardín o hasta alguna playa cerca del mar.
Ejemplo que se vivía cada año en Palacio Municipal en Juárez 100, donde los funcionarios y trabajadores públicos que estaban dentro de las oficinas corrían hacia el jardín Álvaro Obregón o la Plaza Juárez durante los simulacros y terremotos reales, cuando lo más apropiado para ellos era correr hacia el Sector 4, que lo tenían, literalmente, al pie.
Pero, como seguían protocolos citadinos, corrían hacia otro posible peligro, como podría ser la salida del mar con violencia a consecuencia del terremoto.
Yo no estoy muy convencida de los simulacros de terremoto, porque, a la hora de uno real, muchos reaccionamos olvidándonos de toda instrucción, porque creo que el fenómeno natural más impresionante para el ser humano es un terremoto.
Y no faltan los que están bien instruidos, pero, cuando tiembla de a de veras, hasta se paralizan del miedo, y no se pueden mover, nomás del puritito susto.
Hay quienes se desorientan y toman medidas impulsivas, como podrían llegar a ser aventarse de un balcón o aventar gente cuando van saliendo, y no faltan los que hacen tonterías que luego nos parecen chistosas, que una vez que pasa el terremoto, ni se acuerdan que las hicieron; como atravesársele a lo loco a los carros, abrazar las televisiones para que no se caigan, salir dejando a los bebés en sus cunitas, encerrarse en el baño.
O como la persona que durante el terremoto de 1995 sacó un machete para ponerlo a media carretera, y que después, cuando le echaban carrilla, no recordaba que lo había hecho.
O como los que saliendo de su casa gritaban: El mar, el mar.
En fin, que ante un terremoto real no hay nada escrito. Después de todo, el que nos cuida es Dios. Él es el que permite que sucedan las cosas.
El mejor simulacro que podemos hacer, por llamarle de alguna manera, es el de poner nuestra confianza en Dios antes, durante y después de un terremoto.
Por cierto, en mi opinión no aplica nunca el antes, porque un movimiento telúrico no se puede predecir, como sí un ciclón tropical. Él único que sabe que habrá uno es Dios, y si lo llega a revelar, es a través de los animalitos, si somos observadores.
No estoy diciendo que estén mal los simulacros; sino que es mejor confiar en Dios, y que, si Manzanillo va a participar en esos ensayos, que se tome en cuenta la posibilidad de un tsunami.
Que se den instrucciones en un futuro de qué hacer para los discapacitados, aunque la principal instrucción siempre será no dejarlos solos.
-Qué tenga un bonito día
