Segunda de dos partes
LO RELEVANTE. En la edición de ayer, en esta columna, hicimos una reflexión sobre el papel del PAN en la vida de México y decíamos que surgió, en 1939, para oponerse al PRI, el partido emanado de la revolución mexicana. Entonces, el PAN es un partido que se opone a la justicia social, a una sociedad igualitaria y con movilidad social. Sin duda, el PAN tiene su lugar en la historia de México y tienen gente valiosa, han tenido dirigentes nacionales y oradores de primer nivel como el propio Gómez Morín, Carlos Castillo Peraza, Diego Fernández de Cevallos, sin duda gente muy preparada y bien intencionada, pero opuesta al PRI, al ideario de justicia social emanado de la revolución mexicana. Y se ve a leguas la contradicción. En esa tesitura es válido preguntar ¿qué hace el PRI yendo de aliado a las urnas con el PAN y viceversa? Lo primero que sucede es la confusión en el electorado, la confusión en el ciudadano que acude a las urnas a emitir su voto. ¿Va a votar por la izquierda o por la derecha? Mayor esquizofrenia no puede haber y dudo mucho que puedan llegar a buen puerto, en términos, por ejemplo, de recuperar el poder presidencial en las urnas. Con esa alianza, terminan por darle la razón, a AMLO que bautizó esa alianza como el “PRIAN” y dice que son lo mismo y eso manda un mensaje a los votantes. De ahí que yo considero que hacen mal el PRI y el PAN en esa alianza que no tiene mayor futuro.
LA SEPARACIÓN. Entonces, pienso, que deben ir por separado a los comicios, cada uno con su proyecto, su pacto y su programa de acción para convocar a sus votantes. El partido de la derecha, el partido fundado por Manuel Gómez Marín, “brega de eternidad” es una alternativa de gobierno si llegan a movilizar a la sociedad mexicana y si llegan a convencer para vencer. Creo que los sexenios presidenciales panistas de Fox y de Calderón, le quedaron a deber a México: no lo hicieron bien, se limitaron a dar continuidad al proyecto neoliberal de Salinas, lo que le abrió la puerta primero al PRI, con Peña Nieto, y después a AMLO en el 2018.
MARGARITA. Ahora bien, en Colima, sus dirigentes hacen esfuerzos que son legítimos para hacer política y tener presencia territorial en Colima, lo cual me parece válido. Por ejemplo, el programa “Naranjita” de Margarita Moreno, de mandar camionetas y gente a ofrecer productos básicos a precios bajos, tiene un aporte social importante y es bien visto por la población, especialmente en las colonias populares. Eso es hacer política social y creo que le puede dar buenos resultados para volver a postularse a un cargo de elección popular. Margarita Moreno aprendió a hacer política, tiene buena imagen en las clases altas y medias, y sabe “conectar” emocionalmente con las clases populares y eso es muy bueno para su futuro. Yo creo que tiene todo para estar en la boleta electoral.
EL PRI. En lo que respecta al PRI creo que le hace falta tener mayor presencia territorial y aprovechar mejor su fuerza que ya la tiene, a través de sus comités seccionales. Kike Rojas es un tipo inteligente, está haciendo un buen trabajo, pero tiene que reforzarlo con programas sociales y mayor presencia en el territorio. También tienen que definir si es viable o no su alianza con el PAN ya con miras a la sucesión gubernamental. No deja de ser una contradicción qué hasta el momento, la mejor carta del PRI para la gubernatura sea un panista: o sea, Riult Rivera. El PRI debe construir su propio camino al poder, su propio proyecto, y por supuesto tener su propio candidato. De lo contrario, serán pan comido para Morena, que tiene una gran fuerza con los programas sociales de bienestar además del peso inercial a su favor que confiere tener el poder presidencial y el poder en la gubernatura del estado. De entrada, Morena ya tiene a su favor el 40 por ciento de la intención del voto, junto con sus aliados, el Verde y el PT, y eso no es un dato menor. Entonces, ni el PRI ni el PAN se pueden dormir en sus laureles, si es que aspiran a seguir siendo un proyecto de futuro para la sociedad y una alternativa legítima de gobierno.
NARANJA. En lo que concierne al partido naranja, Movimiento, tienen buenos bailes y buenos estribillos de propaganda en la tele, pero eso es notoriamente insuficiente para gobernar. No creo que tenga un proyecto viable para la sociedad mexicana. Samuel García está muy desprestigiado por sus nulos avances como gobernador de Nuevo León y los señalamientos de corrupción que lo afectan y su dirigente nacional, Álvarez Máynez, todavía no puede quitarse la mala imagen por su afición al alcohol y las fiestas. No creo que sean una alternativa seria. Si algo perdió a Samuel García, fue la frivolidad. Con eso. Como ingrediente básico de un proyecto político, nomás no hay futuro.