Esa actitud también debe ser castigada
Este tema ya lo he tocado alguna vez en mis artículos, y hoy lo vuelvo a mencionar, porque se acerca el final del año, y seguramente este tema causará un sinfín de problemas en las calles, barrios y colonias de Manzanillo.
Se trata de los niños y adolescentes que cucan o acosan a los pobres perros, con toda la perversa intención de divertirse, haciendo enojar o estresando a esos animalitos, y, ya de paso, pues también a sus amos.
Ya se aproximan las fiestas de fin de año, y con estas, muchos chiquillos quemarán cohetitos; pero, desgraciadamente, muchos niños encenderán esa pirotecnia cerca de donde haya casas donde se tienen mascotas caninas, para divertirse, según ellos, de lo lindo, estresando y aterrorizando a los perrunos.
Lo que más enoja a los amos es que, la inmensa mayoría de las veces, esos niños o adolescentes toman estas pésimas actitudes en delante de sus propios papás o de algún tutor.
Yo creo que esto no se vale, y menos, en un siglo donde se supone que se promueve el cuidado y amor por los animales.
Me gustaría que se hicieran leyes en donde se castigue, sancione, multe o se haga todo un juicio a los padres de menores de edad por malas conductas que tengan sus hijos, ya que estos están en plena formación y bajo la tutela de papá, mamá o ambos.
No se me hace justo que, cuando suceden cosas en las escuelas o en los entrenamientos de alguna disciplina deportiva, o en alguna guardería, etc., los padres vayan con todo el peso de la ley contra los directores o maestros de una escuela, los entrenadores, cuidadores, etc., y que, cuando se trata de ir contra los papás, ahí no aplique nada; cuando debiera juzgarse a los padres igual que como se juzga a esos directores, maestros o entrenadores, por mencionar solamente algunos ejemplos.
Creo que, de lo que hagan los niños o adolescentes en el barrio o colonia, son los papás o tutores los que deben responder por ello; pero, lamentablemente, no es así, pues al parecer los padres o tutores han sido intocables en muchos de los comportamientos indebidos que tienen sus hijos
En este caso que estoy hablando, los amo estamos desprotegidos y vulnerables ante las malas conductas de los menores de edad, cuando cucan a nuestros perros o les avientan cohetillos.
En la mayoría de las veces que esto sucede, los padres hasta se comportan bravucones, si uno se atreve a reclamarles, argumentando cosas como que: La calle es libre, que sus hijos tienen permiso para divertirse en ella y, en fin, dizque justificaciones, las cuales no faltan.
Pero, subrayo, contra los padres que aprueban las malas actitudes de sus vástagos, no hay nada.
Otra cosa con la que batallamos los amos de perros es con las absurdas ideas que muchos psicólogos les han metido a los papás, como esa tontería de decir que a los niños no se les debe regañar con dureza, ni mucho menos pegarles, que porque los trauman; cuando a los que trauman es a los perros y a sus amos.
Gracias a esas absurdas ideas que impiden la disciplina paterna, hoy tenemos una sociedad llena de menores groseros, prepotentes, berrinchudos, maleducados, rebeldes, etc., que hacen lo que se les viene en gana, todo, bajo la venia de padres o tutores.
Lo que sí exigen los padres de estos chiquillos malcriados, y a veces hasta ante la policía, es que se incaute al perro, que el animal sea encerrado para que no le ladre o muerda a los chiquillos que lo acosan, que el Sector Salud se los lleve porque quien sabe si tengan rabia, y en casos extremos, hasta piden que los sacrifiquen porque el perro llegó a morder al latoso chiquillo que lo acosaba constantemente.
Y, tristemente, a los que nos acaban castigando y sometiendo es a los amos de los pobres animalitos molestados; y los chiquillos latosos, acaban quedando como héroes.
Para muchos amos, nuestros perrunos son literalmente nuestros hijos, diferentes a los humanos, pero también entran dentro de nuestros seres queridos y forman parte de nuestra familia.
También ellos merecen ser respetados por la sociedad, al mismo nivel de como se respeta a los niños y adolescentes.
También hago un llamado a los padres y tutores para que amonesten a sus hijos cuando cucan a un perro.
Yo, por mi parte, no me hago responsable de si mi Laika, mi perrita, muerde a dos chiquillos de mi vecindario que la están cucando constantemente, a sabiendas de sus papás, que, viéndolos, no les hacen ni dicen nada.
