En un Colima azotado por lluvias torrenciales que parecieron un complot divino contra la cultura, la Feria del Libro Colima 2025 (FLC 2025) se erigió como un faro inquebrantable de resiliencia. Del 7 al 11 de octubre, en las entrañables sedes del Museo Palacio de Gobierno y el Teatro Hidalgo, esta tercera edición congregó 75 actividades gratuitas que desafiaron el diluvio con un entusiasmo colectivo que llenó no solo espacios, sino almas. Bajo un cielo gris que descargaba agua con la furia de un narrador implacable, la inauguración contó con la presencia de la gobernadora Indira Vizcaíno Silva y la emblemática escritora Sabina Berman, cuya conferencia “Mujer y Poder” resonó como un himno al empoderamiento femenino, alineado con el Año de la Mujer Indígena 2025. “La lluvia no apagó el fuego de las ideas”, tuiteó un asistente, capturando el espíritu de una feria que transformó la adversidad en metáfora de perseverancia colimense.
La Feria del Libro 2025 Colima fue una iniciativa de la Subsecretaría de Cultura del Gobierno de Colima, realizada en coordinación con la Secretaría de Cultura Federal del Gobierno de México a través del Programa Federal de Apoyo a Instituciones Estatales de Cultura.
Pero más allá de las 30 presentaciones de libros, 19 talleres artísticos, mesas redondas, conciertos y funciones teatrales —un mosaico bajo el eje “Voces de nuestra tierra” que incluyó conferencias sobre literatura indígena a cargo de Krishna Naranjo y conversatorios sobre mujeres prehispánicas con Clementina Battcock y Gabriela Pulido—, el verdadero corazón de la FLC latió en la labor incansable del Programa Nacional de Salas de Lectura (PNSL). Celebrando sus 30 años de trayectoria, este pilar federal en la promoción de la lectura en comunidades marginadas no solo honró su legado, sino que lo encarnó en cada gota de lluvia que no pudo apagar su impacto.
El conversatorio “Desarrollo cultural y comunitario para la recuperación del entorno simbólico”, moderado por los mediadores voluntarios Wilberto Palomares, Rosa Martínez y Gabriela Velazco Villegas el viernes 10 de octubre: pese a las últimas gotas de lluvia, una audiencia atenta se congregó para reflexionar sobre cómo las salas de lectura actúan como catalizadores de equidad cultural. Desde su creación en 1995, el PNSL ha impactado a más de 1.2 millones de lectores en México, fomentando la alfabetización crítica y el arraigo simbólico en entornos vulnerables como prisiones, albergues de migrantes y barrios marginados. Estudios respaldan esta eficacia: los mediadores culturales incrementan en un 40% la retención de lectores en eventos comunitarios, especialmente en regiones propensas a desafíos ambientales como los ciclones tropicales de Colima, donde la mediación lectora convierte la lluvia en banda sonora de historias resilientes.
Aquí radica la joya de la corona: los mediadores y mediadoras de lectura del PNSL, con su expertise acumulada en 10 a 20 años de formación profesional, orquestaron casi 20 actividades — casi el 30% del total de la feria—, transformando espacios potencialmente caóticos en oasis de reflexión. Mediadoras como Mari Carmen Delgado Rosales, Alejandra Sarahí Vázquez Ruelas, Laura Lisset Aguirre Chávez y Celina Villalvazo brillaron en el conversatorio “Construcción de saberes libres”, fomentando una reflexión colectiva sobre el conocimiento accesible y transformador. Otros hitos incluyeron el evento de Eunice Manzano sobre el impacto de las salas en grupos vulnerables, el taller “Feminismo y salud mental” de Gabriela Villegas Velázquez, y el recital de poesía de Norma Yudit Navarrete, que cerró con una lectura en voz alta vibrante y emotiva. Estos facilitadores no solo aseguraron un flujo inclusivo, invitando voces marginadas al centro del escenario, sino que modelaron una mediación empática que, como un tuit de un mediador resumió, “bajo la lluvia, las palabras secan el alma”.
La entrevista a Gabriel Martínez Campos, enlace nacional del PNSL en Colima y director del Centro de Cultura Escrita Miguel Ángel Cuervo, ilumina con maestría esta labor heroica. Martínez celebró el crecimiento de la FLC: “Mejoró mucho los servicios, las actividades, las presentaciones de libros, sobre todo la parte recreativa con presentaciones de actividades artísticas, de teatro, danza, música. Y sobre todo la organización de los espacios ahora fueron mucho más eficientes, la participación fue mayor, creo que ha venido creciendo la feria como una fiesta tradicional que hay que continuar”.
Subrayó la alta participación de mujeres, hombres, niños y pueblos originarios, así como temas clave como la mediación lectora y metodologías para el fomento de la lectura. Los mediadores, con su experiencia decenal, llevaron a cabo talleres de cuentacuentos, escritura creativa y lectura en voz alta para niños; presentaciones de experiencias comunitarias con personas con discapacidad; recitales de poesía y charlas metodológicas para docentes desde preescolar hasta bachillerato. Pero el hito inédito, el alma de esta edición, fue el trueque de libros: cerca de 400 libros y 200 revistas se ofrecieron a cambio de trueques, o a precios bajísimos o gratuitos, agotándose en un éxito rotundo que democratizó el acceso a la lectura.
Esta visión se extendió a dimensiones sociales más amplias, como el conversatorio sobre la problemática palestino-israelí y la presentación de Holocausto y Holocuento del Dr. Leopoldo Barragán Maldonado, coordinados por Martínez el 8 de octubre. Con más de 50 asistentes —80% jóvenes— en el Jardín Libertad, se exigió un alto al fuego y respeto a la soberanía palestina, denunciando un “fenómeno de etnocidio” con más de 167,000 muertos. Martínez celebró la “inusitada” participación juvenil: “No fue un mitin ni una manifestación de expertos, sino un acto de conciencia social que convocó a la comunidad a frenar los actos de guerra y genocidio”. En la subsiguiente presentación, Barragán cuestionó narrativas históricas dominantes, invocando a Nietzsche para “desaprender prejuicios” y combatir la barbarie global. Martínez concluyó: “La lectura no solo es un acto de aprendizaje, sino de liberación… promover la libertad, la justicia, la fuerza comunitaria”, posicionando al PNSL como aliado en la promoción de la paz mundial.
La FLC 2025 no fue inmune al clima —lluvias del martes al viernes complicaron accesos y cancelaron eventos al aire libre—, pero su cierre con El Ticuz de Silverio Palacios abarrotó el Teatro Hidalgo, conjugando música, humor y memorias colimenses. Colaboraciones con la Universidad de Colima y Alas y Raíces ampliaron el alcance, asegurando que la feria fuera un bien común, no elitista.
En un mundo de pantallas efímeras, esta feria nos interpela: ¿qué mejor antídoto que palabras que secan el alma bajo la lluvia? Colima, con su FLC y el PNSL como estandartes, no resiste tormentas; las transforma en páginas nuevas. Que esta resiliencia inspire ediciones venideras, porque, como dijo Berman, el poder —y la lectura— reside en las historias que tejemos juntos.
