En mis 62 años de comentarista en medios impresos, nunca había constatado un repudio generalizado de los ciudadanos mexicanos como ahora está ocurriendo contra los gobiernos morenistas y su 4T. Y conste que me tocó ser agudo crítico del gobierno autoritario de Gustavo Diaz Ordaz, Administración que fue duramente cuestionada por los jóvenes de la época y por muchos de los analistas o periodistas de diversos medios; pero lo que hoy confirmo en casi todos los grandes y reconocidos analistas nacionales, pero sobre todo en las redes sociales que están inundadas de hartazgo ciudadano son protestas, criticas, memes, caricaturas y un clamor nacional pidiendo la renuncia de Claudia Sheinbaum, como presidente de la República.
Ha sido una suma de errores, dislates y abusos de autoridad que ha despertado no solo a los opositores políticos del morenismo, sino que ahora suma a la gran mayoría de ciudadanos y a los jóvenes, que por fin despiertan de la apatía por las cosas de la política, como no ocurría en más de 50 años.
Primero vino la imposición de una sobre representación camaral ficticia, que con el aval comprado de tres de los ministros del TEPJF, logró la presidente cumplir el capricho de AMLO para desmantelar el Poder Judicial, mediante la realización de una farsa de votación para elegir a los nuevos ministros de la Suprema Corte y la mitad de funcionarios de ese Poder Judicial, con la grotesca manipulación de enlistar en un acordeón tipo escolar, a aquellos que fueron insaculados mediante tómbola para satisfacción de Andrés Manuel, a lo que la presidente en funciones se prestó.
Si bien ese bochornoso espectáculo político electoral despertó profundas críticas de juristas, académicos, periodistas y políticos en lo general, el malestar no llegó al grueso de la población, que solo causó la apatía ciudadana al no acudir el 90 por ciento de los electores a legitimar ese viciado proceso.
Vino luego el aumento de impuestos a refrescos y al suero Electrolit, objetado válidamente por los partidos de la oposición, que la mayoría oficialista pese a su incongruencia y daño, sumisamente aprobó; pero tampoco hubo irritación popular. Como cascada de desaciertos hace días se aprobó el atentado a los derechos ciudadanos, que ya no permitirá defendernos de los excesos o atropellos del Estado o del poder público, al limitar el Juicio de Amparo que hace 184 fue creado por Manuel Crescencio Rejón, texto que desde 1857 se plasmó en nuestra segunda Constitución. Ni durante la dictadura porfirista dejó de tener vigencia, el Juicio de Amparo.
Sin embargo, ni este otro golpe a la ciudadanía, sacudió a los mexicanos para protestar contra el autoritarismo de una mujer que detenta el Poder Ejecutivo a ultranza, sabiendo que tiene a un Poder Legislativo a su servicio y ahora a un Poder Judicial sometido a sus designios, donde los “ministros del acordeón”, no atan, ni desatan decisiones judiciales, por la manifiesta incapacidad de sus actores.
Ni siquiera las bravatas de Tromp, o sus amenazas para desmantelar a los grupos criminales señalados como terroristas, ni tampoco las llamadas presidenciales disque para defender la soberanía y hacer valer nuestro patriotismo, fueron flamas que incendiaran la irritación popular.
Tuvo que ser la propia naturaleza quien, con las lluvias torrenciales en regiones de cinco entidades del país, despertaran de la pesadilla de un mal gobierno qué por incapacidad u omisión, se señala como responsable de más de 64 muertos y otros tantos desaparecidos, lo que vino a ponerle “el cascabel al gato”, durante la visita de la presidente a las zonas afectadas en Poza Rica.
La imagen de una mujer, que arriba de un vehículo militar, trató en vano de querer callar a una muchedumbre desesperada, es una imagen de soberbia, insensibilidad y altanería de quien debería dar aliento y esperanza a los afectados; el cállate México de esa foto, ironizada por moneros y caricaturistas, ya le dio la vuelta al mundo para exhibir a una mandataria que ante la catástrofe ordena el silencio ciudadano.
Junto con la avalancha de agua y lodo que sepultó viviendas, las redes sociales en otra verdadera avalancha de repudio popular han catapultado la exigencia de renuncia de quien no tiene la capacidad de dirigir a nuestro pueblo, ni representarnos en la próxima cima de países del continente, en protesta por la no invitación a esa importante cumbre de tres dictadores: Diaz Canel, Maduro y Ortega.
Si bien a nivel nacional derivado de un fenómeno meteorológico se derrumbó la imagen de una mandataria; en “nuestra Colima”, el cobarde asesinato de la ex alcaldesa Gabriela Mejía, dirigente de la organización de mujeres priistas, trajo como consecuencia la crítica más generalizada de los colimenses, que no perdonaron la insensibilidad, ni la falta de solidaridad y empatía de quien también gobernó ese municipio cañero; velorio donde se dieron cita todos los expresidentes de ese municipio que tienen vida, menos la obligada presencia de la mandataria estatal, o por lo menos la asistencia de un representante de nivel, a dicha la ceremonia; errores que no perdona la población colimense.
