En altamar se viven fenómenos enigmáticos


Reportaje de Carlos Valdez Ramírez

Cuarta de seis partes

Manzanillo, Col.- Estamos acostumbrados a ver reacciones y fenómenos de la naturaleza realmente sorprendentes, pero hay veces que éstos sobrepasan la ficción como los que hemos vivido mar adentro, afirma Gildardo García, técnico de pesca de barco, quien ha vivido la mayor parte de su vida en altamar.

Recordó que en cierta ocasión cuando navegaba de noche junto con el también técnico de pesca, el portugués José Virísimo, de pronto una luz  posicionó sobre la embarcación, era tan intensa que parecía de día, así como llegó se fue a una velocidad indescriptible, con la rapidez de un rayo, este fenómeno causó perplejidad en la tripulación quienes no atinaron a decir qué había sucedido.

“No me atrevería a decir que pasó,  no tendríamos los adjetivos suficientes para describirlo; pudo haber sido un avión de fuego, alguna aeronave de acuerdo a la descripción que me dieron los tripulantes, se trataba de un objeto redondo que emanaba luz, pero por desgracia, no pudimos guardar nada que nos sirviera de evidencia, pues esa vez no llevaba mi cámara fotográfica”.

Gildardo con gran entusiasmo cuenta que han avistado criaturas sumamente raras. En una ocasión capturaron un pez con forma de culebra marina, con pico en la parte superior de su cuerpo y una especie de antenas. Su cara era muy similar a la de un pescado y tenía un color morado. Tan sólo pudieron verlo unos instantes dentro de la red, porque en cuestión de segundos se deshizo.

Los tripulantes imaginaron que por su composición gelatinosa, al parecer no tenía vértebras, lo que facilitó su huida, eso les impidió conservar el ejemplar, pero se trataba de una especie extraña, los biólogos que nos acompañaban ese día buscaron en sus manuales algo similar para saber de qué especie se trataba, pero nunca lo encontraron.

Rememora el marino que en otra ocasión los sorprendió un velero en medio del océano, aún para ellos que viajaban en un barco grande era peligroso estar en la inmensidad del mar, lo era más para el yate debido a que había mal tiempo.

Al parecer se trataba de un velero que venía de Estados Unidos, con rumbo a las Islas de la Micronesia, en él viajaban una familia compuesta por cuatro integrantes, esa situación le preocupó por las condiciones del clima, sobre todo por lo elevado de las olas “era impactante ver una pareja con sus dos pequeños hijos en esa leve embarcación a mitad del mar”.

Cuenta que cuando está el mar en calma surge la inspiración, por ello le gusta mucho leer, tocar la guitarra y jugar ajedrez cuando terminan la faena no obstante, el trabajo nunca termina, sobre todo en la sala de máquinas que es donde se realizan guardias mañana, tarde y noche.

En el día están en operaciones y cuando termina la jornada normal, se establecen guardias de dos horas. La primera empieza de 9 a 11 de la noche, el responsable se queda en el puente y los demás se van a descansar. La siguiente guardia es de 11 de la noche a 1:00 de la mañana, luego de 1 a 3 y de 3 a 5, y así sucesivamente, por lo que siempre hay vigilancia en el barco.