El prestigiado arquitecto José Luis Ezquerra puso a Manzanillo en los ojos del mundo


Por: Carlos Valdez Ramírez

José Luis Ezquerra de la Colina,  logró influir de manera  determinante en la historia de Manzanillo con la construcción del hotel Las Hadas y el Centro Histórico de la ciudad, dos claras muestras de su talento, un español que pronto se convirtió en uno de los hijos predilectos de Manzanillo.

A mediados de la década de los sesentas, el boliviano don Antenor Patiño Rodríguez, a quien en el mundo se le conoce como “El Rey del Estaño”, decidió contratar los servicios de José Luis Ezquerra de la Colina, para construir, según lo decía, “un lugar de ensueño”.

El resultado de la obra de Ezquerra maravilló al mundo y dio lugar a Las Hadas, un sitio  que sin exagerar puso a Manzanillo en la ruta del turismo del primer mundo, causó tal impacto que atrajo cada vez más viajeros de todas partes del mundo, que querían conocer este magnífico palacio, que parece sacado de algún cuento de hadas; tanto el turismo como el comercio marítimo y la industria voltearon hacia él, e inclusive Hollywood puso su mirada en este paraíso. Grandes artistas llegaban de manera incógnita a disfrutar de las bellezas naturales y despejar su mente fuera de reflectores que no los dejaban de asechar.

Era tanta la opulencia que en una reciente entrevista con el diputado federal Virgilio Mendoza Amezcua, relató la anécdota de un mesero oriundo de El Colomo, quien le confesó que en esa época los huéspedes dejaban sus propinas, la mayoría de las veces en dólares, en las macetas de los jardines de Las Hadas.

Era tanto el encanto de sus instalaciones, que se filmaron escenas de una de las películas clásicas de la cinematografía mundial, “10, la Mujer Perfecta”, protagonizada por la actriz Bo Dereck.

En la península de Santiago, en el municipio de Manzanillo, encontramos uno de los clubes de playa más exclusivos del mundo, único en su tipo, ya que Las Hadas Golf Resort and Marina, cuenta con una exquisita arquitectura de tipo mediterráneo que además de ser original, refleja al océano su belleza tan impactante que se le ha bautizado como “el Palacio Blanco del Pacífico”; su diseño inmortalizó al arquitecto José Luis Ezquerra, dándole una gran reputación, misma que lo llevó a construir innumerables casas y edificios alrededor del mundo.

Sobre la obra de José Luis Ezquerra en Las Hadas se han escrito muchas anécdotas, pero uno de los artículos más impactantes es el que se publicó en el periódico Los Angeles Times en el año de 1980: “La armonía entre la vegetación, el clima, la playa y el diseño del hotel es perfecta, lo que le otorga una belleza solamente superada por su magnífica y rica historia, ya que desde hace quinientos años, los múltiples navegantes que surcaban estas aguas, bautizaron con el nombre de Las Hadas a esta parte de la costa del Pacífico, ya que ellos decían que en las noches de luna llena, aparecía en la playa magníficas siluetas de dos hermosas mujeres. En la actualidad sabemos que esta ilusión óptica se crea por la presencia de fósforo en la superficie del mar, proveniente de huesos de civilizaciones pasadas que habitaron este paraíso; a pesar de que existe esta explicación científica, sin duda en Las Hadas no deja de ser percibido como un lugar lleno de magia, de ambiente místico que te llena de una gran paz y tranquilidad.

En el siglo XVII, Manzanillo fue un puerto con mucha actividad comercial, de donde partieron expediciones al Oriente, con el fin de importar diferentes mercancías; al regreso de las naves, cada galera estaba repleta de especias, perfumes y sedas.

Y enclavado en su geografía de magnificencia escénica, está precisamente este hotel hoy legendario, que en conjunto forma con el entorno un lugar mágico, rebosante de historia. De hecho, lo que actualmente es el campo de golf, era un inmenso astillero donde fueron construidas las fragatas en las que navegó el legendario capitán Legazpi, quien descubrió y colonizó las Filipinas; su nombre se encuentra actualmente inmortalizado al interior de Las Hadas, ya que el restaurante más exclusivo del lugar lleva su nombre, por supuesto en honor a su ilustre y sobresaliente descubrimiento”.

ANTENOR Y LAS HADAS

Durante el siglo XIX, la abundante vegetación cubrió los vestigios de esta parte de la costa y no fue sino hasta los años sesentas, cuando las playas de las Hadas fueron redescubiertas por Don Antenor Patiño, él tenía el sueño de construir el mejor club privado, el cual fuera completamente diferente a los ya existentes, donde pudiera recibir y agasajar a sus ilustres invitados, ya que formaba parte del jet set de la época y Las Hadas reunió las características climáticas excepcionales -durante todo el año-, un escenario natural único, una playa tranquila con aguas cristalinas, una marina exclusiva y muy bien resguardada; en otras palabras, un verdadero paraíso que invitaría al descanso.

Al encontrarse ante tal belleza, Don Antenor Patiño invitó al arquitecto José Luis Ezquerra, quien vertió toda su creatividad y audacia en la construcción de un club privado único en el mundo. Después de 10 largos años y una inversión de más de 33 millones de dólares, en marzo de 1974 fue inaugurado, dejando a más de 300 invitados atónitos ante la magnificencia del club y la belleza natural del paisaje, característico de las costas de la península de Santiago.

La construcción de Las Hadas puso al arquitecto José Luis Ezquerra en un lugar determinante en la arquitectura mundial, porque con su talento dio vida a un lugar místico, que de paso, colocó a Manzanillo en los ojos del mundo. En muchos lugares del planeta se conoce a Manzanillo por Las Hadas y hablar de Las Hadas es evocar el ingenio de Ezquerra de la Colina.

¿Cómo piensa José Luis Ezquerra?, ¿cómo piensa el hombre que tuvo el tino de darle a Manzanillo un toque fino de presencia y de belleza mediterránea?, ¿cuál es su filosofía y cuáles son sus fundamentos arquitectónicos?

“A veces es muy sano hablar de lo que es y ha sido mi vocación y dedicación profesional por toda mi vida, la arquitectura y el urbanismo; temas tan antiguos, tan contemporáneos y tan futuros como la antigüedad, la contemporaneidad y el destino del hombre mismo. Con la arquitectura y el urbanismo se ha desarrollado la civilización; es pues simple pensar que donde no hubo, o no hay ambas disciplinas, no hubo ni hay civilización.

Es sin duda una ecuación aparentemente radical, sin embargo creo en ella, y me parece apasionante. No hace mucho en verdad supe de una expresión magnífica de nuestro inolvidable Octavio Paz: “La arquitectura es la testigo insobornable de la historia”, y esto es una verdad clarísima: lo que el hombre o las sociedades humanas hayan realizado en sus correspondientes tiempos y épocas, se inscribe en el capítulo de sus propias historias, pero la historia es la herramienta para, investigando conocer el pasado.

Si yo escribo una historia de algo ó de algún lugar sin duda,  la transmito a través de mi propia emoción y lenguaje, y por lo tanto el testimonio histórico puede no ser, la historia real que pocos conocen, así podríamos decir, que la historia es sobornable, bien por intereses emocionales del propio yo, o por intereses sobornables, políticos o de cualquier otra índole.

Pero esto no sucede con los testimonios arquitectónicos y urbanísticos “que permanecen” y que felizmente para nuestra modernidad, y hablo de los últimos tiempos (parte del siglo XIX, XX y XXI ) han sido protegidos por leyes internacionales, precisamente para no destruir a esos testigos insobornables, que son las piedras y las trazas de los edificios del pasado.  Y no cabe la menor duda, que a pesar de interpretaciones variadas, de arqueólogos e investigadores de muy diversos criterios, están presentes en nuestras culturas, en nuestras raíces como “testigos insobornables de la historia”.

Es decir sin ellos poco, o muy abstractos conocimientos tendríamos de nuestro pasado, con ellos el pasado se torna figurativo, real, dimensional y ellos crean la diversidad y la unidad de las culturas del planeta.

Los pueblos sin arquitectura y urbanismo se han ido borrando de las mentes de la humanidad, son civilizaciones perdidas, cuyos testimonios llenan los entrepaños y archivos de las bibliotecas, pero los pueblos que sÍ lo tienen, permanecen y hablan como seres vivos que nos envuelven entre sus formas y espacios, porque de ellas y con ellos se entienden, las artes literarias, las artes musicales, las artes agrarias, sus economías y políticas, es decir, el conocimiento del hombre.

LOS MANDAMIENTOS

 

Como todos los hombres que tienen la virtud de influir de manera directa en el desarrollo de las ciudades, José Luis Ezquerra tiene su propio decálogo, sus propios mandamientos de trabajo.

1.- ¿Qué importancia tiene en mis proyectos arquitectónicos obras de arte como la pintura, la escultura o la fotografía artística?

En el siglo pasado se proclamó en los círculos intelectuales, como acto de gran modernidad el divorcio de las artes entre sí, particularmente en la arquitectura, el liderazgo de la “Bauhaus” alemana, principios del siglo XX,  hizo posible la disgregación y aislamiento de las artes, todo por alabanza y adoración del racionalismo funcionalista, abuelo del tan fomentado y admirado “minimalismo” de nuestros días.

A mi personal parecer, toda dispersión de las artes es una forma de barbarie mercantilista de simple y llana moda.  Para mis proyectos hay una visión y misión: volver a la cultura de una arquitectura integradora de las artes.

2.- ¿De qué forma buscar incluir estas manifestaciones artísticas en mis creaciones?

Usando la cultura y el esfuerzo imaginativo a través de los buenos oficios y de las artes aplicadas; no concibo ni un espacio ni una forma sin expresiones sensuales.

3.- ¿Con qué estilo de obras pictóricas o escultóricas se identifica mi obra arquitectónica?

Las emociones que se producen en el espíritu y los sentidos de mi obra arquitectónica, creo que vienen del surrealismo, del impresionismo y del romanticismo de J. Ruskin, Morris y Proust.

4.-  ¿Qué elementos necesitamos tomar en cuenta al valorar la calidad de una obra artística antes de incluirla en la ambientación de una obra arquitectónica?

He declarado mis mandamientos como elementos básicos para iniciar el acto creativo de mi arquitectura:

1.- Perfil del cielo

2.- Conjuntos

3.- Torres

4.- Las escaleras

5.- Los techos

6.- Caminos

7.- Agua

8.- El jardín

9.- Los patios

El nombre de José Luis Ezquerra de la Colina, quien fuera profesor en la Universidad Autónoma de México, está y estará, por toda la eternidad, muy ligado a Manzanillo. De su ingenio salió el concepto de Las Hadas, la cual provocó la construcción del aeropuerto Playa de Oro, quedando marca de una época de oro del turismo, que fue sofocada por la falta de visión turística por parte de los diferentes gobiernos que no brindaron las oportunidades para lograr el incremento de inversionistas a pesar de contar con mayores extensiones de playas que no tiene Puerto Vallarta, sin olvidar la Termoeléctrica, que por décadas ahuyentó con su contaminación al turismo nacional e internacional.

El legado de José Luis Ezquerra no quedó marcado solamente en los años 70´s; además, a principios del año 2000, el entonces gobernador Fernando Moreno y el alcalde de esa época, Rogelio Rueda Sánchez, lo comisionaron para construir el centro histórico de Manzanillo. Los portales y la actual plaza del Pez Vela fue diseño exclusivo de este personaje.

Finalmente queda en el tintero un trabajo turístico en el vaso I de la Laguna de Cuyutlán, un proyecto ambicioso consistente en una Marina para yates turísticos, cerca de la colonia Alameda y la Pedregoza, con lo que definitivamente mejoraría la imagen del centro histórico hasta en un 100 por ciento, planeando una nueva transformación del primer cuadro de la ciudad con una zona comercial y artesanal en el muelle fiscal buscando una urbe más moderna, funcional y futurista.

Manzanillo, con Luis Esquerra no solamente perdió un personaje importante en la vida turística, social y empresarial del puerto, la humanidad tiene también un ausente, un ser privilegiado.