Análisis Social


Simulacro político, de los acontecimientos,

hechos y rémoras sociales

Estamos a tres cuartos de cerrar el año y con ello a punto de iniciar un ciclo que dará inicio y marcará territorio para proyectos venideros. 2026 más allá de un año nuevo, será un proceso cíclico de toma decisiones y posicionamiento para el proceso electoral 2027, y es que la contienda será un reto, pues la elección engloba un contexto estatal donde se tratará de equilibrar la esfera de poder. El pastel a repartir llamado estado es grande y la ambición aún más, los grupos políticos demuestran cada vez el hambre por permanecer y figurar, el trabajo es arduo y las voluntades son pocas.

El hartazgo social está cada vez más marcado en el sector político, la palabra del discurso perdió peso y la gente su fe, ya no hay un verdadero liderazgo marcado e inspirador como en su momento lo fueron los cuadros de la vieja guardia; los nuevos partidos y “liderazgos” dan mucho que desear en su forma de actuar; y es que analizando el contexto político-social del país, México desde su fundación post revolucionaria siempre se marcó por la esfera y yugo autoritario. Comenzó con el final del Maximato e inició el corporativismo cardenista por ahí en la década de los treintas, con la separación milicia-estado, la creación de la figura del partido tradicional que se mantuvo en el poder casi un siglo y el surgimiento de los sindicatos y organismos descentralizados dependientes del partido por medio del gobierno. Creando un sistema político democrático que controló de forma sutil el poder sin la figura caudillista durante el siglo XX e inicios del XXI.

Es demasiado hipócrita llamar autoritario al partido transformista de oposición que controla actualmente al país, sin embargo, estos renegaban de la vieja guardia y su desempeño deja mucho que desear, pues parece se están transformando en lo que alguna vez prometieron abolir, esta nueva izquierda rebelde no sólo está peor, si no que han transformado al país desde la raíz constitucional y asfixian la libertad de expresión con sus nuevas reformas constitucionales, que amparadas por los tres poderes de gobierno ejecutivo, legislativo y ahora el nuevo poder judicial, nos demuestran el nuevo cáncer político que se está desarrollando en las entrañas de México. Los nuevos caudillos tienen un carácter muy distinto al tradicional, ahora se disfrazan de programas sociales que crea parásitos ciudadanos y merman la economía mexicana, provocando temor por el futuro de la economía.

Sin embargo, el cambio se dio por el hartazgo social que generó el régimen anterior y es que con el partido opositor, los beneficios solo llegaban a la élite del poder, en experiencia propia, recuerdo que cuando era estudiante de la universidad, los que recibían las becas eran los que estaban en la escuela de cuadros de la facultad, muchos de ellos hijos de funcionarios universitarios, públicos, miembros del partido, protegidos de, etc. los beneficios de antes no eran reales y todo era monopolizado por la elite partidista. Los tradicionalistas se comportaban como los virreyes del país y el poder recaía en el nacional, hoy por hoy podemos ver aún los restos del antiguo régimen político, donde los sobrinos de exgobernadores, hijos de expresidentes municipales, las esposas de, los ahijados de, los sobrinos de, hasta la mascota, figuran en el poder literalmente, diario se ven las mismas caras, los escaños que quedan en la oposición tradicional, no dan chance a nuevas figuras y lo peor aún, las rémoras de las juventudes no innovan, no crean, producen para la futilidad, no son capaces de gestionar, solo van a eventos de órganos gubernamentales o partidistas a tomarse foto, subir la publicación a redes sociales y dar un discurso vacío, como si en realidad fueran alguien, cuando lo poco que son se lo deben al linaje político familiar.

Es momento de un cambio y de acción, más que palabras se requiere de verdaderos políticos, que sumen al proyecto de oposición tradicional para lograr combatir de raíz el cáncer que se anido en el país desde el 2018 con la izquierda transformista, y eso solo se logrará haciendo de lado las rémoras inútiles que siempre han habitado en la izquierda y derecha tradicionales, dando espacio a nuevas generaciones de ciudadanos comprometidos con el cambio, dejando de lado las posiciones que se dan por el lazo familiar, camaradería, etc. por el compromiso con el proyecto, las carteras de inclusión, juventudes, paridad, etc. solo han sido una distracción para que las rémoras políticas se mantengan en el poder, por eso es tiempo de que los enlaces y participación hagan lo propio y comiencen a surgir nuevos cuadros en la izquierda y derecha tradicionales, para el ejercicio electoral venidero, que se dé oportunidad a nuevas ideas, y se dejen de lado los inútiles de siempre, si en el próximo proceso electoral los partidos tradicionales promueven las mismas figuras de siempre el peso del voto popular hará lo suyo y el hartazgo social no desparecerá. En resumen, aún es tiempo, la cuestión está en no caer en las mismas figuras de siempre, al final de cuentas los parásitos que son sobrinos de ex gobernadores, de ex presidentes municipales, de ex senadores, de ex funcionarios no se les debe, nada, vergüenza debería darles ser muertos de hambre del erario público.

El reto es grande, la ambición aún más y las voluntades pocas, comencemos por la igualdad y sumemos cuadros en equipo, con participación, compromiso y respeto, el futuro se construye sembrando hechos reales.