Documentos desclasificados sobre el asesinato de John F. Kennedy exponen la estrecha colaboración entre la CIA y los gobiernos mexicanos de los años 60 para espiar a opositores políticos, refugiados y diplomáticos extranjeros
La reciente orden del expresidente Donald Trump para desclasificar todos los documentos relacionados con el asesinato de John F. Kennedy en 1963 ha revelado información sobre la cooperación entre la CIA y los gobiernos de México en la década de 1960. Según estos archivos, las administraciones de Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz colaboraron con la agencia estadounidense para espiar a opositores políticos, refugiados y diplomáticos de Cuba y la Unión Soviética en México.
Uno de los puntos clave de estos documentos es la vigilancia de la CIA sobre Lee Harvey Oswald, el presunto asesino de Kennedy, durante su visita a la Ciudad de México seis semanas antes del magnicidio. La agencia estadounidense, con el apoyo del entonces jefe de la Dirección Federal de Seguridad, Rodolfo Echeverría, siguió a Oswald, grabó sus conversaciones y lo fotografió cuando visitó las embajadas de Cuba y la URSS. Este hecho ha alimentado por años la teoría de que la CIA pudo estar involucrada en el asesinato del presidente, ya sea por acción directa o por omisión.
El juez John R. Tunheim, quien dirigió la Junta de Evaluación sobre Asesinatos creada por el Congreso de EE.UU. en los años 90, señaló que la CIA se ha resistido durante décadas a revelar detalles de este espionaje, argumentando que podría afectar la relación con México. Sin embargo, Tunheim considera que hoy no hay razones para seguir ocultando esta información.
Jefferson Morley, periodista e investigador del caso Kennedy, explicó que la cooperación entre la CIA y el gobierno mexicano fue tan estrecha que incluso se instaló un centro de intervención telefónica en un edificio gubernamental mexicano. Mientras la CIA operaba el sistema de escuchas, el personal mexicano transcribía las grabaciones.
A pesar de la publicación de miles de documentos en los últimos años, más de 3,000 archivos continúan sin ser revelados o están censurados. La presión por su divulgación ha crecido, especialmente por figuras como Robert Kennedy Jr., quien ha abogado por la total transparencia del caso.
La persistente falta de claridad sobre el asesinato de Kennedy ha alimentado durante décadas teorías de conspiración, investigaciones y hasta producciones cinematográficas como JFK de Oliver Stone. Morley sugiere que los documentos pendientes podrían arrojar luz sobre lo que realmente sucedió. “Lo que hemos aprendido en los últimos 10 años es que la historia oficial no es la verdad”, afirmó.
El gobierno mexicano, que en años recientes ha iniciado un proceso de desclasificación de archivos históricos, podría solicitar a Washington la divulgación total de estos documentos, según sugieren expertos. “Esto también es parte de la historia de México”, concluyó Morley.
