*Los Festejos Taurinos de la Villa han preservado y acrecentado su tradición
*El “Toro de once” recibió este calificativo por la hora en que se celebra
*Cabalgatas deben retomar su inicio del Jardín de San Francisco a La Petatera
*Presencia de la mujer en cabalgatas y niños de preescolar, un atractivo más
Salvador Olvera Cruz
Los eventos taurinos que tradicionalmente se han programado en el marco de los Festejos Charrotaurinos de Villa de Alvarez desde 1857, han sido, entre otros, el llamado “Toro de once” y las cabalgatas que tanto disfrute han dado a quienes participan y al pueblo. Las corridas de toros formales e informales se incorporaron en 1943; como también, los viernes ha sido tradición la presentación de artistas de renombre y grupos musicales.
En lo que respecta al “Toro de once”, éste recibió su nombre en respuesta a la hora en que se llevaba a cabo, pues desde el inicio de los festejos, en el ruedo de la plaza, levantado en el sitio que ocupa el jardín principal, al filo de las 11:00 de la mañana, una vez que llegaban los toros a los corrales regularmente a las 10:00 horas.
De hecho, transcurría una hora más o menos después del arribo de los bovinos, en tanto éstos descansaban del trayecto recorrido del jardín de San Francisco a la plaza de toros, y preparativos de los hombres que a caballo los lazarían y preparaban, así como los hombres que jinetearían a los bureles.
Vale decir que en los inicios de los Festejos en la Villa de Almoloyan y después de la hoy llamada Villa de Alvarez, la autoridad municipal en turno y colaboradores se trasladaban a las inmediaciones de San Francisco -lugar en que los vaqueros y ganadero que prestaba los toros descansaban-, a fin de recibirlos y acompañarlos hasta el lugar en que se encontraban los corrales de la plaza de toros.
Una vez que eran recibidos los vaqueros y ganaderos, iniciaba la cabalgata al frente de la cual bailaban los mojigangos al acorde la banda de música y chirimía que les seguían; más adelante, un cohetero con sus ayudantes provistos de morteros, cámaras y cohetes que quemaban, rompiéndose el clima de tranquilidad que por esas épocas prevalecía, como también anunciaban el inicio de la cabalgata, misma que la gente salía a observar desde las puertas o ventanas de sus hogares.
Después de los coheteros, marchaban la banda de música y los “gigantes”, buen número de jinetes montando briosos corceles, una carreta adornada con palapas y ollas de ponche de granada, tamarindo y piña, que era repartido entre los integrantes de la cabalgata y personas que lo solicitaban.
Al llegar al redondel, era común que el ganadero ordenara a sus vaqueros que fueran toreados dos o tres astados, a fin de dar una muestra de la calidad del ganado y que estaban “limpios”.
Con lo anterior queda claro que el inicio de los festejos taurinos dio vida paralela a éstos con las cabalgatas, siendo estas últimas un atractivo que sin perder su tradición, sigue siendo algo que la población de todas las edades mucho agrada.
Respecto a las citadas cabalgatas, huelga decir que al correr de los años se fue incrementando el número de participantes, pues si en sus inicios contaban con unas cuantas decenas de participantes, en nuestros días se da la participación de cientos de jinetes.
Retomando lo referente al “Toro de once”, después de este evento se llevaban a cabo, como hasta la fecha acontece, las corridas de toros vespertinas después de los recibimientos, dando inicio regularmente a las 17:00 horas, para culminar al filo de las 19:00 horas.
Originalmente, en estas corridas se lidiaba a los toros por parte de las cuadrillas de toreros que generalmente procedían de la ciudad de Guadalajara, para que con el correr del tiempo se contara también con diestros de la localidad, como lo hiciera en su momento Almicar Campos, Silvestre Gaitán “El tapatío”, Tomás Abaroa, J. Jesús Saldaña “El Silao”, Sebastián Aguilar Corona, Gustavo Gaitán “El tapatío” y Ezequiel Fuentes, entre otros novilleros, con el apoyo de otros toreros locales o del vecino estado de Jalisco.
Posteriormente, a los lances de los novilleros y espontáneos, los vaqueros y charros que participaban en el redondel procedían a lazar a los astados y tumbarlos a fin de que fueran montados por quienes deseaban jinetearlos.
El público gozaba de este espectáculo a plenitud, como también admiraba la destreza de quienes llegaron a convertirse en verdaderos ídolos en respuesta a su valor y conocimiento de los bureles, a fin de poder sostenerse en sus lomos.
En este marco del festejo, no dejaban, ni dejan de darse percances a quienes participan en el jineteo de los toros, sufriendo caídas aparatosas y fuertes, independientemente de cornadas de gravedad, llegándose a expresar de parte del público, después de cada tarde, que la corrida fue “buena”, pues el crédito del evento lo calificaban y siguen calificándolo de exitoso en la medida en que hay corneados o heridos.
En respuesta a los percances a que están expuestos los amantes del jineteo y lidia de toros, en los últimos años se ha contado con la presencia de ambulancia de la Cruz Roja afuera de la plaza, a fin de poder atender a quienes en mal momento sufren heridas o golpes.
Sin embargo, el jineteo de los toros y toreo de los mismos en la actualidad han sido olvidadas en buena medida, pues a partir de la administración municipal del alcalde Alfonso Cabrera (1968-1970) hasta nuestros días, más que corridas de toros son jaripeos, pues el astado sale a la plaza con el jinete a cuestas, sin que se dé su toreo que hasta no hace mucho tiempo realizaban los diestros de las cuadrillas participantes antes de ser montados por los jinetes.
Consecuentemente, el ritual de lazar a los toros, derribarlos y proceder a montarlo por parte de los jinetes y afianzarse del pretal que se le colocaba, es algo que ha sido suprimido, perdiéndose en consecuencia una tradición que resulta conveniente retomar.
Dentro de las tradiciones y nuevos atractivos que se han incorporado a los festejos, sin duda que La Petatera y las cabalgatas son una dupla ligada que llegó para quedarse, pues ambas se han convertido en algo que no puede existir sin conjugarse.
En el caso de La Petatera, ésta se ha convertido en un ícono que ha transpuesto las fronteras; en tanto, las cabalgatas son una tradición que da rostro y atractivo singular a las fiestas, pues los amantes de la charrería esperan con ansias la fecha en que montarán sus briosos corceles; así como la población de todos los estratos sociales y edades esperan el inicio de este atractivo que gozan y admiran desde hace décadas.
Resulta impresionante en nuestros días observar los cientos de jinetes que participan en las cabalgatas, no explicándose buena parte de la población de dónde salen tantos caballos, pues cabe señalar que durante las fiestas buen número de ejemplares son traídos a la Villa de las comunidades circunvecinas, permaneciendo en diversos corrales de la ciudad hasta el término de los festejos.
Durante el trayecto de la cabalgata, un gran número de jinetes consumen cerveza, ponche y todo tipo de licores, situación que genera que al término de las cabalgatas queden en su recorrido no sólo el estiércol de los caballos, sino también botes de cerveza y vasos desechables.
Sin embargo, las autoridades municipales han establecido un eficiente servicio de vigilancia para que el evento se realice en orden, como también ha implementado un programa de limpieza para evitar el mal aspecto de las arterias citadinas, pues en el tramo correspondiente a Colima se monta un operativo detrás de la cabalgata en que trabajadores municipales con palas y carretillas recogen estiércol, vasos y botes de cerveza que van tirando los jinetes, en tanto que al ingresar a tierras villalvarenses empleados de limpieza de esa demarcación realizan la misma tarea.
Las cabalgatas son también una tradición en que participan en forma destacada alumnos de educación preescolar, siendo cada año palpable el número de menores que gozan del evento, el cual disfrutan los padres de familia y villalvarenses en general.
Fue así como en el curso de la semana que hoy concluye se llevó a cabo la cabalgata infantil en que participaron más 2 mil menores de 24 planteles educativos del municipio de Villa de Alvarez, siendo ésta la Trigésima Primer Cabalgata Infantil, en la que los asistentes pudieron apreciar a los pequeñitos con las diferentes vestimentas que caracterizan a los Festejos Charrotaurinos.
La citada cabalgata se llevó a cabo en un clima de alegría y colorido, destacando el hecho de que muchos de los participantes, al son de la música de banda, vestidos de payasitos, charros, toreros, escaramuzas y vaqueritos, pusieron a bailar a los espectadores. Así también se puedo apreciar la escenificación de corridas de toros en la Monumental Plaza La Petatera.
Durante el recorrido no pudieron faltar los ya tan conocidos mojigangos hechos a base de carrizo y papel en diferentes colores, así como el zarzo y el torito, símbolos que encabezan las cabalgatas durante las festividades más importantes del municipio.
En el evento se hizo un reconocimiento a la maestra Martha Barreda Araiza, quien en 1986, siendo directora del Jardín de Niños María Téllez Cobián, organizó la Primera Cabalgata Infantil, la cual recorrió las principales calles y el Jardín Independencia, motivando desde ese entonces a los planteles a integrarse a la tradicional cabalgata que fomenta la tradición de los Festejos Charrotaurinos del municipio.
El acto de arranque de los contingentes se realizó en la glorieta del Gral. Manuel Alvarez, encabezado por la secretaria del Ayuntamiento, Elizabeth Huerta; la presidenta del DIF, Paulina Cortés, y funcionarios del Cabildo, finalizando en la Unidad Deportiva “Gil” Cabrera con un espectáculo amenizado por el Grupo Betún.
Vale mencionar que en muchas escuelas de nivel primaria, en las ceremonias escolares de inicio de semana en tiempos de los festejos, se hace mención a las fiestas, declamándose poesías alusivas, entre otras participaciones.
En ese mismo tenor y con la finalidad de preservar las tradiciones culturales, el jueves de la presente semana, la Estancia Infantil de la UdeC llevó al cabo una cabalgata en el marco de las Fiestas Charrotaurinas de Villa de Alvarez, para que los niños y niñas de ese lugar vayan conociendo y familiarizándose con esta tradición.
Al evento, en el que hubo develación de mojigangos, cabalgata, corrida de toros, intervención de un grupo de payasos y música de banda, asistió Eduardo Hernández, rector de la UdeC, acompañado de Alicia López de Hernández, directora general del Centro de Desarrollo de la Familia Universitaria (Cedefu) y presidenta del voluntariado, así como el personal de la guardería.
El festejo inició a las 11:00 de la mañana y contó con la presencia de un joven integrante de la Asociación de Charros Hacienda El Alpuyeque, Rubén Fernández, así como del popular Don Baldo, quien refrescó a los niños y adultos con tuba compuesta.
Sobre el mismo tema de las cabalgatas, cabe mencionar que el viernes anterior se llevó a cabo la Cabalgata Femenil, enmarcando la 160 edición del tradicional festejo, que partiendo del Jardín Núñez a las 12:00 horas.
Abundando sobre lo nutrido de las cabalgatas cada año y problemas que se generan con los “embotellamientos” de unidades móviles, sumado a las molestias que generan a los conductores, se piensa que es muy necesario resolver esa situación.
Sobre el tema, se considera que lo aconsejable sería retomar el recorrido con que se iniciaran dichos festejos en 1857, del templo de San Francisco a la plaza La Petatera; pues ésta actualmente se encuentra más que distante del jardín principal en que por entonces se levantaba el coso taurino.
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