Recientemente se le ha dado mucho realce a la aparición de algunos caimanes de tamaño mediano y grande –algunos de hasta tres metros-, en algunas partes de las márgenes de la laguna que lindan con colonias. Se les han visto cerca de Punta Grande, la Alameda, los canales de la Unidad Padre Hidalgo y la Bonanza. Esto, en lo que se refiere a la laguna de Cuyutlán, porque también por la laguna de las Garzas se les ha visto merodear. No se ha dado, sin embargo, ningún ataque importante a personas, y creo que ni siquiera a perros; pues junto a los canales del Seguro hay gatos y perros que caminan cerca del agua.
AMIGOS DE LOS COMERCIANTES
Lo único que se sabe que se han almorzado son algunas gallinas, más generalmente basura y, sobre todo, peces, ya que hay peces en los canales. Antes se podía ver a algunas personas que andaban pescando chococos, que son unos peces nada bonitos, que gustan de vivir en aguas turbias, pues se alimentan de desechos y constituyen una buena comida para los caimanes, así como las tortugas. Algunas familias de muy escasos recursos del barrio de San José también se los comían.
Ya en los tiempos en que el mercado se instaló temporalmente en los canales del Seguro en un improvisado tianguis, mientras se construía el moderno mercado actualmente en funcionamiento, era famoso un gran reptil de esta clase, que no le tenía miedo a la gente, ni tampoco la atacaba, el cual salía a la orilla para ser alimentado por los carniceros o empleados de las pescaderías, mientras la gente lo admiraba asombrada. Se volvió toda una celebridad.
Después que se fue el mercado, una vez por semana se instala por ahí un modesto tianguis –nada que ver con aquel gigantesco que se instalaba al costado de la colonia del Seguro Social allá por los años ochentas, que empezaba allá por el Club de Leones y acababa cerca del Instituto Meteorológico-, y ahora los tiangueros son los que conviven a la distancia con los caimanes que quedan.
ANTIGUA PRESENCIA EN LAS RIBERAS LACUSTRES
No por algo esta laguna, la de Cuyutlán, originalmente también fue conocida como Laguna de Caimanes. Antes de 1870, cuando todavía no se contaba con el servicio del Vapor Colima —pequeña embarcación que llevaba pasaje y carga a través de la laguna desde el río Armería al puerto y viceversa, y que atracaba en lo que hoy es el Centro Comercial—, se decía que los cocodrilos asustaban a quienes hacían este camino a pie por el camino, bordeado por la laguna, y hacían lo mismo con las monturas, a las que no les tenían ningún miedo.
Torres Quintero habla de su presencia, incluidos algunos casos terroríficos en los que el saurio se llevó a niños de las casas de las riberas del vaso lacustre para devorarlos.
Por su parte, Albert S. Evans, en sus escritos sobre su visita al viejo puerto colimense, acompañando al ex secretario de estado William H. Seward, relata una historia muy interesante y asombrosa, que acaeció en 1867: “La bahía está llena de tiburones y el lago de caimanes.
Hace dos años, una repentina inundación obligó a los caimanes a salir del lago a la bahía, y una lucha larga, sangrienta y terrible de presenciar, tuvo lugar entre ellos y los tiburones.
Los habitantes miraron con fría indiferencia —a fin de cuentas, no se trataba de su propio funeral— y finalmente vieron a los cocodrilos “quedar sin bolsa ni equipaje” merced a los tiburones. Este hecho está bien confirmado por numerosos testigos que aún viven aquí”.
¿EL REAL GENTIL?
Yo considero que estos cocodrilos, que lo mismo andan en la laguna que en el mar, son la base de la leyenda de El Gentil. Para los pocos que quizá no lo sepan, este es un monstruo mitológico de nuestra región, que merodea desde las playas cercanas a Tecomán, Armería, Cuyutlán y Manzanillo, y que ataca a los pescadores, jalándolos al mar, donde los ahoga.
Es supuestamente una criatura humanoide; es decir, ligeramente antropomórfica, que tiene, sin embargo, pies palmeados como las aletas que utilizan los buzos, y características tanto de pez como de lagarto; que nada con la velocidad de un delfín; también camina sobre la arena mojada a gran velocidad, pero que no traspasa el límite de lo que moja el agua.
“El Sapo” Woodward, un famoso pescador, afirma haber visto a un Gentil en varias ocasiones, en la playa de El Rompeolas. También no hace mucho tiempo que circuló una foto en el internet de un supuesto Gentil muerto.
En los últimos años se han reportado apariciones cada vez más frecuentes de cocodrilos en las playas, siendo la de Las Brisas donde se les ha visto con mayor frecuencia ¿Serán estos animales el origen de la leyenda de El Gentil? Lo cierto es que los caimanes son unos antiguos habitantes de nuestras lagunas, y ya son parte del paisaje porteño.
