Mientras se promueve la maternidad, las mujeres solteras enfrentan restricciones legales que limitan su acceso a tratamientos como la fecundación in vitro y la congelación de óvulos
En China, la idea de ser madre para muchas mujeres como Yi Fang, de 37 años, es un desafío que enfrenta no solo barreras sociales, sino también legales. Soltera y residente en Pekín, Yi se encuentra atrapada entre el deseo de cumplir con las expectativas familiares y las restricciones que impiden a mujeres no casadas acceder a servicios de reproducción asistida.
Actualmente, los tratamientos como la fecundación in vitro (FIV) y la congelación de óvulos están reservados exclusivamente para matrimonios heterosexuales con problemas de fertilidad o mujeres con cáncer de ovario, dejando a un sector importante de la población sin opciones legales para la maternidad asistida.
A pesar de estas limitaciones, el mercado de reproducción asistida en China está experimentando un crecimiento notable. En 2023, generó ingresos por 3,320 millones de dólares y se espera que alcance entre 5,894 y 9,040 millones de dólares para 2030, según proyecciones de Grand View Research y Research Markets. Esto representa un crecimiento anual promedio del 8.5%.
Esta expansión responde a una urgente necesidad demográfica. Con una población en declive y la pérdida de su estatus como el país más poblado del mundo, China ha dejado atrás la política del hijo único, promoviendo ahora familias con hasta tres hijos mediante subsidios. Sin embargo, la modernización de la sociedad ha hecho que cada vez más mujeres retrasen o descarten la maternidad, lo que ha llevado al gobierno a replantearse las restricciones en servicios de fertilidad.
Aunque las regulaciones restringen el acceso a los tratamientos de FIV para mujeres solteras, algunas clínicas en ciertas regiones parecen estar flexibilizando estas normas. Además, muchas optan por el llamado “turismo reproductivo”, buscando tratamientos en otros países.
Un caso emblemático es el de Ye Haiyang, una empresaria de cosméticos que adquirió esperma de alta calidad en Estados Unidos para tener cuatro hijos. Historias como esta subrayan las formas en que las chinas están desafiando las barreras legales y sociales para alcanzar sus metas de maternidad.
El aumento en el nivel educativo, el mayor poder adquisitivo y la creciente participación de las mujeres en el mercado laboral han transformado las prioridades familiares en China. Mientras las políticas gubernamentales buscan fomentar la natalidad, el aplazamiento o la renuncia a la maternidad son cada vez más comunes entre las generaciones jóvenes.
El futuro de la industria de reproducción asistida dependerá de cómo evolucione el marco normativo, pero todo apunta a que China se está preparando para una liberalización gradual que permita enfrentar su desafío demográfico.