Cómo evitar los microplásticos en tu vida diaria

El consumo de agua embotellada y el uso de recipientes plásticos pueden ser fuentes importantes de microplásticos.

Aunque los microplásticos están presentes en casi todo, hay medidas sencillas que pueden reducir su ingreso a nuestro organismo, como evitar el consumo de agua embotellada y no calentar comida en plásticos

Los microplásticos, diminutas partículas de plástico que invaden el agua, el aire y los alimentos, están presentes de formas inesperadas en la vida cotidiana. Desde el agua embotellada hasta los recipientes plásticos usados para calentar alimentos, estos diminutos fragmentos han logrado infiltrarse en todos los rincones de nuestro entorno y cuerpo. Un reciente análisis publicado en Brain Medicine, firmado por Nicholas Fabiano, de la Universidad de Ottawa, resalta la omnipresencia de estos contaminantes, que pueden acabar en los pulmones, intestinos, y hasta el cerebro. Sin embargo, existen prácticas sencillas para minimizar su consumo, según los expertos.
El estudio de Nature Medicine sobre la presencia de microplásticos en el cerebro humano, que reveló una concentración especialmente alta en personas con demencia, ha generado gran interés, aunque también críticas por su metodología. Sin embargo, más allá de estos debates, el incremento de microplásticos en el ambiente es innegable, con estimaciones que sugieren que para 2040 las emisiones anuales de microplásticos podrían duplicarse.
Para reducir la exposición a estos plásticos, los expertos recomiendan varias medidas prácticas. Una de las más sencillas es evitar el consumo de agua embotellada, que puede contener microplásticos debido a la degradación del envase. El agua del grifo, más controlada en algunos países, representa una opción más limpia, con menos partículas de plástico. Un estudio de 2019 mostró que el agua embotellada podría contribuir hasta con 127.000 partículas de microplásticos al año, mientras que el agua filtrada reduce significativamente esta cifra.
Otro consejo importante es no calentar comida en tápers o recipientes plásticos, ya que el calor puede hacer que liberen partículas plásticas y sustancias químicas peligrosas. Además, es recomendable evitar los alimentos ultraprocesados, especialmente los mariscos que filtran agua del mar, como ostras o mejillones, ya que pueden acumular microplásticos.
Por otra parte, evitar el uso de bolsas de té sintéticas y optar por envases de vidrio o metal en lugar de plásticos puede contribuir a reducir la exposición. Los científicos también sugieren la utilización de mascarillas en áreas con alta contaminación vehicular y el uso de ropa hecha de materiales naturales, evitando el poliéster, que libera microfibras al lavarse.
Aunque los efectos de los microplásticos en el cuerpo aún no son completamente comprendidos, estudios en animales sugieren que pueden causar inflamación, alteraciones metabólicas y estrés oxidativo. Según Ethel Eljarrat, del Instituto de Diagnóstico Ambiental, el impacto de los microplásticos depende de su tamaño, forma y los químicos que contienen, lo que hace esencial una investigación más profunda sobre los efectos tóxicos de estos contaminantes.