La administración pública como ciencia
Puras innovaciones por todos lados. Los nuevos y más recientes disque políticos, se sienten poco menos que los dioses del universo. No perdamos de vista el muy triste espectáculo que hicieron en los muy diferentes gritos de independencia, este último 15 de septiembre. Algunos ni siquiera sabían el nombre de a los que estaban nombrando, y a grito pelado apelaban a un Ortiz de Pinedo, – entre otros- que debió de haber estado muerto de risa en su casa, como los más de 130 millones de mexicanos, o quienes SI se sabían el nombre de las doñas o dones que mencionaban estos. Que risa. Qué lástima.
¿Habrán salido siquiera de la secundaria? No lo creo. No tienen idea de qué sea un administrador público, o un político. Es este México nuevo que se está nombrando en todos los países del universo, como un país extraordinariamente corrupto y endeudado impresionantemente. No entendemos que la vida dura un instante.
No podríamos desestimar la escuela clásica de la Administración, pues apunta a la mejora de los métodos de trabajo, y pretende elevar esta disciplina o rama auxiliar de las ciencias sociales, a una propia ciencia.
En la escuela humanística encontramos el intento de aplicar, la psicología o la sociología a la administración, lo cual es válido, porque este ejercicio día a día es realizado por los seres humanos, no la inteligencia artificial. Son los hombres los que administran una empresa, o los recursos que provienen del Estado. Me parece que la teoría de la transición no ha sido muy exitosa, pues no se transitó, sino que la sociología y la psicología co-habitan permanentemente con la administración. Las relaciones humanas habrán de considerarse en esta escuela, hoy en día, como un recurso valioso, el más, el recurso humano.
Tampoco me atrevería a señalar que la teoría estructuralista es inexistente o fallida, es tan solo una opinión valida de Weber. Al final el Estado mexicano cuenta con un cuerpo burocrático existente que siempre ha estado allí.
En nuestra opinión, la Escuela neo-clásica de la administración, mundialmente conocida por: “Administración por Objetivos” es válida, actual y vigente. La podemos encontrar por ejemplo en un programa anual de trabajo (PAT) donde se señalan, las actividades, pero también los objetivos y resultados que se buscan alcanzar, y esto es de suma relevancia, pues los mismos son medibles.
Tampoco es ajena la escuela sistemática de la administración. Señala a la organización y nosotros debemos trasladar las enseñanzas de esta escuela al Estado mexicano. Es pues, el Estado mexicano, la organización desde la óptica sistemática, las relaciones entre las partes. Estado-Trabajador-Gobernado, deben estar en comunión, para alcanzar el propósito de todo, el propósito que nos ocupa es la mejor función pública.
Conceptos como excelencia y calidad deben estar en el ámbito de competencia y atribuciones de cada entidad administrativa. De explorado sabemos que todo es perfectible, por esto conocemos conceptos como la mejora regulatoria. No solo el marco jurídico es perfectible, la función pública demanda de los servidores del estado en busca de la excelencia y de la calidad, buenos oficios, buenos tratos y buenas maneras. Por ello, los principios deontológicos y éticos en los códigos ya plasmados con tinta indeleble, deben ser siempre observados, no solo por los servidores públicos burocráticos –que tienen contacto con el administrado–, sino y comenzando, desde el funcionario más encumbrado, hasta el servidor público más modesto.
Por lo anterior, encontramos también relevancia en la teoría “Z,” conjugar los intereses de los trabajadores con los de la organización (El Estado), a efecto de mejorar la calidad para el cliente (el gobernado). Esto es necesario en todo tiempo.
Por ejemplo: ¿Cómo podríamos transpolar esta circunstancia? ¿Cómo podríamos elaborar un sincretismo de la teoría “Z” en el mejor desempeño por ejemplo, de las Fiscalías Generales de Justicia de los estados?
Podemos crear en prospectiva un escenario favorable, pues la función pública, no son solo dígitos, o dinero, o prestación de servicios, también debe ser un trato igualitario y equitativo. La teoría Ringi intenta mejorar el desempeño organizacional; para nosotros es mejorar el desempeño institucional.
Y la teoría de las restricciones la podemos aplicar en una simplificación administrativa permanente, con una revisión constante para re-plantearnos qué sirve y qué podemos desechar, que agilice la función administrativa.
La reingeniería siempre es posible; de hecho, sostenemos que es necesaria una reingeniería jurídica de fondo; una política de fondo, sustantiva que pueda aterrizarse en mejoras significativas para los gobernados, que impacte en mejoras y beneficios colectivos.
Por esto es que varios intelectuales y pensadores no logran ponerse de acuerdo entre sí: para ellos es ciencia o arte, materia o disciplina La Administración Pública es un componente integral de varias escuelas, puesto que no es ajena a la evolución, a la epistemología y al nacer de nuevo conocimiento. Pero tampoco es ajena al empirismo, ni a la praxis.
Es una intersección en una lógica de conjuntos. Una escuela, una teoría, pueden influir más en la doctrina o en la práctica. Pero todas están presentes. La Administración Pública no las excluye, pues aunque sería exótico usar el adjetivo camaleónica, lo cierto es que se ajusta a la realidad social y sistema donde el Estado tenga que implementar su accionar, es flexible y variable, y a través del Derecho Administrativo regula todo cuento debe y tenga que disponer y no a la inversa.