Un grupo de investigadores liderado por la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, ha desarrollado el marcapasos más pequeño del mundo: un dispositivo revolucionario más diminuto que un grano de arroz, que puede inyectarse con una jeringa, operarse mediante luz y disolverse en el cuerpo cuando ya no es necesario.
Según el estudio publicado en la revista Nature, este innovador dispositivo fue probado con éxito en animales como ratones, ratas, cerdos y perros, así como en tejidos cardíacos humanos. Los investigadores estiman que las pruebas clínicas en personas podrían comenzar en dos o tres años.
El marcapasos mide apenas un milímetro de grosor y 3.5 milímetros de largo. Se conecta de manera inalámbrica con un parche flexible adherido al pecho del paciente. Cuando este parche detecta irregularidades en el ritmo cardíaco, emite una luz infrarroja que activa el microdispositivo para restablecer el ritmo adecuado.
Este mecanismo utiliza una “célula galvánica” que transforma la energía química de los fluidos corporales en impulsos eléctricos para estimular el corazón, eliminando la necesidad de baterías externas o cables.
Uno de los aspectos más innovadores es que el marcapasos está diseñado para disolverse completamente en el cuerpo, evitando cirugías invasivas tanto para su implantación como para su retiro, un problema frecuente con los dispositivos actuales. El caso más conocido de complicaciones por este tipo de procedimiento fue el del astronauta Neil Armstrong, quien falleció en 2012 tras una intervención cardíaca relacionada.
Los científicos creen que este marcapasos podría beneficiar especialmente a bebés con malformaciones cardíacas congénitas que requieren estimulación temporal tras una cirugía, así como a adultos que necesiten apoyo cardíaco durante la recuperación postoperatoria.
Bozhi Tian, investigador de la Universidad de Chicago que no participó en el estudio pero ha trabajado en tecnologías similares, calificó el avance como “un auténtico cambio de paradigma en la medicina bioelectrónica”, con posibles aplicaciones que van más allá de la cardiología, incluyendo regeneración nerviosa, cicatrización de heridas e incluso implantes inteligentes.
Este avance representa una nueva era en el tratamiento del corazón, que podría ser más inteligente, amigable con el paciente y libre de los riesgos quirúrgicos actuales.
