Quizá por el menor número de fieles que cada vez acuden a sus templos o por la falta de vocación, que les hacen tener menos sacerdotes para oficiar misas, congregaciones religiosas empezaron a entregar sus templos a las diócesis locales, las cuales por siglos tuvieron en custodia.
Primero fueron los jesuitas de la ciudad de Oaxaca, quienes en diciembre y enero pasados, entregaron a la diócesis de Antequera-Oaxaca, el majestuoso templo de la Compañía de Jesús en el centro de la capital, luego de más de cuatro siglos a su cargo.
Los jesuitas dijeron que ya no contaban con el número de sacerdotes suficientes para continuar con las celebraciones litúrgicas en dicho recinto religioso.
Apenas en agosto pasado, la orden de los carmelitas descalzos anunció que, tras más de cuatro siglos de presencia en el sur de la Ciudad de México, dejará en octubre próximo el templo de Nuestra Señora del Carmen en San Ángel, debido a la disminución de vocaciones religiosas.
La Arquidiócesis Primada de México se hará cargo ahora de la emblemática iglesia colonial, la cual apenas está separada por un gran cristal del Museo del Carmen, siglos atrás monasterio de los carmelitas, expropiado durante la Revolución Mexicana.
La disminución de vocaciones para el sacerdocio católico es más acentuada en las congregaciones religiosas que en los seminarios diocesanos.
Por ejemplo, los jesuitas en México, una de las órdenes más numerosas, cuenta con 250 sacerdotes, mientras los paulinos, de la Sociedad de San Pablo, no alcanzan ya a tener 60 presbíteros.
Los casi 60 paulinos de México, a los que ahora se suman aproximadamente otros 20 de Estados Unidos, muestran una congregación en agonía que, si sobrevive, es de puro milagro gracias a la intercesión de don Alberione”, apuntó en un artículo editorial en marzo de este año el Centro Católico Multimedial (CCM), que dirige el sacerdote paulino, Omar Sotelo.
De acuerdo con el sitio global Catholic Hierarchy, el cual recaba las estadísticas oficiales de la Iglesia, a nivel mundial en el último medio siglo, los sacerdotes católicos provenientes de órdenes religiosas han disminuido en promedio, 37%, y en algunas en más de 50%, de forma mucho más vertiginosa que los presbíteros formados en seminarios de las diócesis.
Entre las órdenes que han resentido más la baja en el número de sacerdotes están las más reconocidas, entre ellas, los jesuitas, los franciscanos, los agustinos, los benedictinos y los capuchinos, mientras que otras han resentido menos este descenso, como los salesianos y los carmelitas descalzos.
El número de sacerdotes en México hasta finales de 2024 era de 17 mil 449, de los cuales poco más de la cuarta parte pertenecía a órdenes religiosas, y la mayoría están adscritos a las diócesis en casi tres cuartas partes.
El retiro de las órdenes religiosas de los templos que administran pone en riesgo la misma tradición de la Iglesia católica, pero hay congregaciones que hacen el mayor esfuerzo para no abandonar sus parroquias, aun cuando estas sean recintos muy pequeños.
Tal es el caso de la iglesia de la Inmaculada Concepción, ubicada en el cruce de Salto del Agua, en Izazaga y Eje Central, en la Ciudad de México, a cargo de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro (FSSP), la única orden religiosa en la capital que oficia la misa en latín, la Misa Tridentina.
Si en algún momento los dos o tres presbíteros de la FSSP dejan esta parroquia, el rito de la antigua misa romana, según los libros litúrgicos latinos de 1962, desaparecerá en esta gran urbe.