*La crisis climática deja huellas en la salud mental: angustia, cansancio y temor al futuro son señales de ansiedad climática.
El cambio climático ya no solo se refleja en fenómenos naturales cada vez más intensos; también impacta silenciosamente en la salud mental.
Frente a noticias constantes sobre incendios, sequías o desastres, algunas personas pueden llegar a sentir miedo, angustia o desesperanza sobre el futuro del planeta.
A este conjunto de emociones se le conoce como ansiedad climática, un fenómeno psicológico que muestra que la crisis ambiental también tiene consecuencias en el bienestar emocional de la población, de acuerdo con instituciones mundiales de salud.
¿QUÉ ES LA ANSIEDAD CLIMÁTICA (ECOANSIEDAD) Y POR QUÉ ESTÁ AUMENTANDO?
La llamada ansiedad climática o “ecoansiedad” se refiere a un malestar emocional, mental o físico intenso que surge como respuesta a las amenazas vinculadas al cambio climático, según la UNICEF.
Las personas que la experimentan suelen sentir miedo, preocupación, angustia, impotencia o inquietud frente a la evolución de las crisis ambientales.
Esta reacción debe entenderse como una respuesta natural ante una situación global preocupante y no necesariamente como un trastorno de salud mental.
Si bien estas emociones son comprensibles —especialmente en niños y niñas que enfrentan una crisis planetaria creciente—, pueden volverse problemáticas cuando comienzan a interferir con la vida cotidiana.
Cuando la ansiedad climática afecta el rendimiento escolar, las amistades o la dinámica familiar, es recomendable buscar el apoyo de un profesional para gestionar esos sentimientos y preservar el bienestar emocional.
QUIÉNES SON LOS MÁS VULNERABLES A LA ECOANSIEDAD
Según especialistas de UNICEF, las niñas y niños menores de 13 años pertenecen a un grupo más vulnerable a presentar ecoansiedad, sobre todo quienes han experimentado de cerca la devastación provocada por fenómenos climáticos extremos.
NIÑAS Y NIÑOS
Las infancias que han presenciado inundaciones, incendios forestales o sequías pueden empezar a preocuparse por la posibilidad de que estos eventos se repitan.
Este miedo puede manifestarse como una angustia por la seguridad de sus hogares, mascotas, amigos o familiares, e incluso por la separación de sus padres.
ADOLESCENTES
Por otro lado, los adolescentes (de 13 a 18 años), aunque tienen una mayor capacidad para comprender los efectos del cambio climático, pueden sentirse más vulnerables emocionalmente debido a su acceso constante a los medios de comunicación.
SÍNTOMAS Y SEÑALES DE ALERTA: CÓMO RECONOCERLA EN TI O EN TUS HIJOS
Los niños pequeños, por su naturaleza curiosa, suelen expresar inquietudes sobre lo que les preocupa en su entorno. Si estas preocupaciones persisten durante varios días o semanas, sobre todo si afectan su rendimiento, es una señal de que esa angustia no está desapareciendo.
Algunas de las señales que podrían indicar que algo les preocupa son:
Tener pesadillas frecuentes o sueños perturbadores relacionados con desastres.
Aumento de la dependencia, evitación de separarse de sus padres.
El regreso de hábitos como morderse las uñas o chuparse el dedo, o una Intensificación de los mismos.
En los adolescentes, la preocupación puede centrarse en una catástrofe específica. Pueden mostrarse más intranquilos, tristes o temerosos. Los niños y niñas pueden experimentar una gama de emociones intensas como ansiedad, tristeza, frustración, impotencia, sensación de abandono, traición y pérdida de confianza.
CÓMO MANEJAR LA ECOANSIEDAD: ESTRATEGIAS CON EVIDENCIA Y RUTAS DE AYUDA EN MÉXICO
La psicoterapeuta Caroline Hickman, investigadora en psicología y cambio climático de la Universidad de Bath en Reino Unido, expone algunos consejos prácticos en colaboración con organizaciones internacionales:
Reconoce y acepta tus emociones. Permítete sentir lo que estás viviendo y date espacio para procesarlo.
Infórmate de manera consciente. Comprender el problema es clave para poder actuar, pero evita saturarte con noticias alarmistas o poco fiables. Recurrir a fuentes reconocidas, como UNICEF u otras organizaciones especializadas, ayuda mucho.
Convierte la ansiedad en acción. Canaliza tus emociones participando en actividades comunitarias, grupos de voluntariado o apoyando proyectos ambientales: la acción personal reduce la sensación de impotencia.
Adopta hábitos sostenibles. Aunque parezca pequeño, cambiar un hábito —como reducir el consumo de plástico de un solo uso— puede generar un efecto positivo tanto para el entorno como para tu bienestar emocional.
Busca apoyo si lo necesitas. Hablar con profesionales de salud mental puede ayudarte a comprender mejor tus emociones y encontrar estrategias saludables para manejarlas. En México, pueden orientarte instituciones como la Secretaría de Salud o centros de atención local que ofrecen apoyo psicológico.
La ansiedad climática es una respuesta humana ante una crisis que ya no puede ignorarse. Entenderla no significa exagerar, sino aceptar que la emergencia ambiental también impacta el equilibrio emocional y mental de millones de personas.
Los expertos coinciden en que validar estas emociones, hablar de ellas y transformarlas en acciones concretas —desde pequeños cambios en casa hasta la participación comunitaria— puede marcar una diferencia.
