Eduardo Fabián Fabus: El cuerpo femenino desde la memoria


El pintor mexicano exhibe en Otredades 26 óleos que hurgan en el universo de mujeres singulares, diferentes y solas, confeccionadas sin el apoyo de ninguna referencia visual

Respetar las diferencias, la tolerancia, la soledad y la vejez son algunos de los conceptos que evoca el pintor Eduardo Fabián Fabus en su nueva exposición Otredades, que se exhibe hasta el 3 de febrero en Idewo Art Galería.
El cuerpo femenino desnudo protagoniza los 26 óleos sobre tela, de pequeño y mediano formato, que integran la muestra en la que el artista se planteó como desafío recrearlo sin ninguna referencia visual, sólo utilizando la memoria, explica en entrevista.
“Varios creadores de imágenes utilizan las fotografías. Como ya están al alcance de nosotros, a través del internet, pues se hacen de un banco de imágenes y van resolviendo la figura humana o cualquier otro elemento. Ya es muy fácil. Antes, se necesitaban los modelos en vivo y hacer dibujos.
“Yo me planteé, con base en mi experiencia en dibujo, hacer este trabajo sin una referencia visual, a ver qué nivel de resolución podría obtener; sin llegar a lo hiperrealista, sólo lograr figuras lógicas, reconocibles y agradables, y que expresen algo”, comenta.
El egresado de Diseño Gráfico de la Universidad Intercontinental admite que, sin la especie de tapón que significa copiar, experimentó mayor libertad y posibilidades de reflexión. “Dejas descansar la obra y te sientas a observar. La memoria es fundamental. Es un trabajo reflexivo de mucha corrección”.
Aunque no se vea el pubis o los senos muy pronunciados, sí están esos rasgos. Los rostros de las mujeres no responden al estereotipo. Me dicen que parece la misma mujer. Y sí, definitivamente, muchas de mis representaciones se basan en un mismo modelo. Como que sale de mí esa parte femenina. Es un preguntarme ¿cómo me vería yo como mujer? Mi modelo más cercano, más próximo, pues soy yo mismo”, confiesa.
El también ilustrador destaca que la otredad puede ser positiva. “Es positivo ser vistos a nosotros a través de los ojos de los otros. El reconocer y aceptar la diferencia. La tolerancia es muy importante. Evoco la raza, la preferencia sexual y la vejez. El problema empieza cuando queremos que los demás sean o piensen igual que nosotros”.
Y resalta la no representación del cabello de la mujer. “Es una especie de contención. Como si fuesen seres que están deteniéndose en algo, como si estuvieran en sí mismas, en sus pensamientos”.
Los personajes interactúan con monolitos. “Éstos se dan cuenta de la presencia humana, pero no al revés. Los pienso como si fueran un dios. Siempre está detrás de nosotros y no lo vemos. Evoco esa energía divina, cósmica, lo que sea que exista. Son más acompañantes que intrusos”.