El amiburro Popeye


Decía el gran Platón que si queríamos reírnos de un animal, e inclusive de cualquier persona, era suficiente con vestirlos, puede ser que tuviera razón el filósofo y más cuando los atavíos se vuelven estrafalarios; sin embargo, no es necesario caer en lo extravagante para llamar la atención, es posible despertar la curiosidad del observador sólo con recurrir a un poco de originalidad, pensemos en este caso en los perisodáctilos y su especie ‘equus asinos’ o burros domésticos. En lo personal, si hay animalitos que atrapen mi mirada son los perros y los asnos, y estos últimos no sólo por su cada vez más cercana extinción, sino por la cualidades propias de su naturaleza: fuertes, resistentes, nobles, inteligentes, simpáticos, empáticos y terapéuticos, por cierto que desde el siglo XIX, en los campos científicos de la medicina ya se vislumbraba la posibilidad de emplear a los equinos en terapias físicas, emocionales y psicológicas.

Pues bien, aquí en nuestro terruño existe un burrito miniatura de nombre ‘Popeye’ que ha logrado atraer las miradas de muchas personas, y esto se debe a que su amo decidió transportarlo en el interior de un automóvil como si se tratara de una mascota canina, según lo comenta su dueño Alejandro Rivera González, originario de un pueblito que se llama ‘El Carrizal’:  “Este burrito yo se lo compré a mi hijo, es un burrito miniatura, son un poquito más trabajosos de conseguir, de hecho, este lo trajeron de Guadalajara; y ahorita llama más la atención porque lo traigo dentro de un coche, como un perro. Antes lo traía en una camioneta, y una vez de chance lo empecé a subir al carro, y ahorita si lo subo a las camionetas se quiere ahogar con el viento, ya se acostumbró al carro”.

Respecto al nombre de ‘Popeye’, nos comenta que: “cuando lo compré, el nombre ya lo traía y no quise cambiárselo, tenía 2 hijos, ahorita ya no más me quedó uno, tengo en el rancho un hijo de él pero es con una burra criolla, va a estar un poquito más grande que él, porque la burra no es miniatura”. El simpático pollino que entiende por ‘Popeye’ “anda ajustando 14 años, ya es burrito adulto, es grande de edad pero nada más chaparrito, cuando yo lo compré tenía como 2 años, de hecho, cuando lo compré estaba completamente bruto, cabresteaba, no era de silla. Prácticamente ya casi no hay burritos, antes ibas aquí a Zacualpan y veías muchísimos, ibas para acá del lado de San José del Carmen, de Zapotitlán de Vadillo, y veías muchos burros por la orilla de la carretera, y ahorita no, aquí en Comala, o en cualquier pueblito la mayoría de gente para el trabajo sabía tener un burrito, que para ir a traer agua, y de un tiempo para acá ya casi no hay”. Es cierto lo que nos comenta nuestro amigo Alejandro, hace aproximadamente 15 años cuando me dirigía en bicicleta hacia la comunidad de Las Guásimas, era notorio observar en los potreros aledaños numerosos burros pastando, ahora no veo a ninguno, lo que veo son drones fumigando cultivos.

Adentrándonos en la plática le pregunté a Alejandro quién le había ayudado a domesticar al ‘Popeye’, y nos narra que fue “con mi hijo, él lo acostumbró al burrito a darle lo mismo que estaba comiendo él, tacos, churros, gorditas, nieve, paletas de hielo; prácticamente es como si fuera un hijo, es lo mismo como si fuera un niño, es como si fuera un miembro más de la familia. A este burrito empecé a llevarlo a lugares para que se tomen fotos, y hago de ponerle un bote y la canastita esta porque es como se usaban antes los burros”. Cabe destacar que más allá de que los niños se puedan tomar la fotografía montando al amiburrito ‘Popeye’, se encuentra el beneficio psicológico que genera la convivencia con el mini jumento, pues de acuerdo con los especialistas en el comportamiento humano el contacto con los burritos se ha convertido en una terapia alternativa para personas con diversidad funcional, inclusive con desventajas sociales, físicas o mentales. Los asnos asumen el papel de co-terapeutas en escenarios naturales, como ya se ha implementado en España, obteniendo resultados satisfactorios para el tratamiento de trastornos psicológicos tales como el autismo, el síndrome de Asperger y el de Rett; además, son excelentes paliativos para tratar las depresiones, la baja autoestima y la ansiedad.

Alejandro y su burrito ‘Popeye’.

Nuestro amigo Alejando nos comentó que recientemente llevó al burrito ‘Popeye’ a un jardín de niños en la ciudad de Tecomán “para que los niños conozcan un animalito, porque ahorita ya casi no hay burritos, para que sociabilicen con él”. Y por si fuera poco, el atractivo  ‘Popeye’ y la buena voluntad de su amo Alejandro les han permito desplegar una encomiable labor social, narra que: “cuando empezamos a llevarlo a Suchitlán, una parte de lo que se junta es para la alimentación de él, y otra parte a veces se compran despensas o medicamentos para personas enfermas, y hacemos una labor social con él. Una vez lo llevé al Rancho de Villa, de hecho esa vez fue para apoyar a un niño que ocupaba una silla de ruedas, todo lo que se recaudó, todo se lo dejé para la silla de ruedas; fueron como 2 o 3 martes, y completaron para lo que les faltaba para la silla de ruedas”.

El amiburrito ‘Popeye’ es un atractivo turístico que bien vale la pena que sea conocido por las familias que los domingos visitan el municipio comalteco, nos dice Alejandro que “Los domingos sé venir aquí a Comala o a Suchitlán, cuando hay eventos sí vengo, en las fiestas de diciembre, y en Semana Santa que es lo de la feria del ponche. En Suchitlán me encuentro los domingos, en frente del restaurant ‘los portales’, de 10 de la mañana a 1 o 2 de la tarde, es un ratito”. Así que señores padres de familia no desaprovechen esta sana y lúdica oportunidad de interactuar con el ‘Popeye’ y tomarse la foto para el Facebook, y su colaboración económica queda a criterio, pues según Alejandro el costo de la fotografía con el burrito “es lo que gusten cooperar, lo he llevado a la feria de Colima, a la feria de Villa de Álvarez, y cuando lo llevo a lugares para que se tomen fotos los niños, es lo que gusten cooperar. Ya en las fiestas infantiles les cobro 900 pesos la hora”.