El Centro Histórico y su plaza de armas, hoy Jardín Libertad


Por Salvador Olvera Cruz

*Este lugar, con el paso de los años, ha caminado de la mano de nuestra historia

*El jardín ha sido testigo de hechos relevantes en la vida político-social del estado

*Ha conocido en su larga vida avances y progresos generados a través de los años

*En los últimos tiempos, el gobernador Arturo Noriega le imprimió nueva imagen

*Sitio al que acuden los colimenses y visitantes a disfrutar de solaz esparcimiento

Según datos históricos, la actual ciudad de Colima fue fundada el 20 de enero de 1527 con el nombre de Villa de San Sebastián, convirtiéndose en una de las más antiguas poblaciones novohispanas, que no obstante su edad tiene la estampa de una joven en plenitud.

Como lo habría dicho hace 200 años el último alcalde mayor de la provincia, capitán don Miguel José Pérez Ponce de León, no en balde Colima nació y creció en el valle “más lúcido y de temperamento más benigno que otro ninguno de este mundo”.

Regada por los ríos Colima y Chiquito, así como los arroyos de Pereyra y Manrique, la Villa de Colima nació entre huertas de cacao y cocoteros -de ahí que se le llame la ciudad de las palmeras-, que al crecer se integraron al paisaje urbano para dotarla con el notable arbolado que la adorna, al tiempo que atempera sus bochornos tropicales.

Asimismo, podemos decir que según los registros históricos, el próximo jueves se cumplen 137 años de que diera inicio la construcción del Jardín Libertad, cuyos trabajos arrancaron el dos de julio de 1879, convirtiéndose desde entonces en el jardín principal de nuestra ciudad capital, el cual cuenta con una belleza singular, que motivara a escribir al recientemente fallecido maestro universitario Juan Carlos Reyes Garza lo siguiente:

“Tan antiguo como la ciudad misma es el Jardín Libertad, que antes fue la Plaza de Armas que sirvió como punto de partida para el trazo de la Villa original. Lo circundan por el oriente la catedral y el palacio de gobierno, que ocupan el mismo sitio desde que eran parroquia y casas reales; al sur, el portal Morelos alberga al Museo Regional de Historia; al poniente el portal Hidalgo y al norte el portal Medellín, ejemplo de la arquitectura llamada neogótica tropical, peculiar y típica de la región”.

Asimismo, podemos afirmar que en el devenir de los tiempos, el Jardín Libertad fue conocido durante muchos años como se dijo anteriormente como “La Plaza de Armas”, convirtiéndose en un espacio que al correr de los años ha caminado de la mano de la historia de los colimenses, y de nuestra ciudad.

Como acontece en la casi totalidad de ciudades y poblaciones de nuestro país y del orbe, las plazas principales se ubican en el Centro Histórico de las mismas, como sucede también con la sede de los gobiernos, la catedral, y en no pocos casos con los tradicionales portales.

En ese mismo tenor, en derredor y cercanías de los jardines principales se ha alentado el comercio, como también estas plazas han sido tomadas como el eje principal de todos los acontecimientos de corte político, esparcimiento y de celebraciones patrióticas, entre otros eventos de trascendencia.

En ese sentido, desde la fundación de nuestra ciudad se destinó el espacio que actualmente ocupa el Jardín Libertad como la plaza a la que acudía la gente, sobre todo los domingos o días festivos en que los registros históricos señalan operaban los tradicionales tianguis en los que por el sistema del trueque la población obtenía todo tipo de productos alimenticios y artesanales para sus hogares.

Al respecto, se ha escrito que la plaza referida contaba con un amplio espacio con unos cuántos árboles, como también con una pila en su parte central que era abastecida con el agua de un pozo profundo cavado para tal fin en el lugar, destacando un palo de ajusticiamiento en el que eran castigados, como era costumbre en la época, todo tipo de delincuentes.

En el devenir de los tiempos, el lugar fue adquiriendo mayor importancia, porque en la medida que la población se multiplicaba, era mayor el número de personas que acudían a ese lugar tomado como sitio de distracción y descanso.

Existen registros históricos donde se señala que en ese lugar tuvo su origen nuestra tradicional feria de Colima, la cual en sus principios contaba con la presencia de comerciantes provenientes del vecino estado de Jalisco, que traían frutos que aquí no se cultivaban, así como artículos para el hogar y ajuares para hombres, mujeres y niños.

Desde el momento en que se contó con la plaza, la presencia de la población se daba durante el día, no por la noche por carecerse de iluminación, situación que perduró hasta que se recurrió a alumbrar la plaza con cazuelillas que contenían aceite y mechas, las cuales eran colocadas en la parte superior de arbotantes que se encontraban estratégicamente ubicados en el jardín.

Posteriormente las prefecturas políticas procedieron a iluminar por medio de faroles alimentados con aceite de coco o petróleo, contando para ello con un grupo de personas conocidas con el nombre de “serenos”, quienes al oscurecer y partiendo del centro, incluyendo el jardín, procedían a encender los faroles colocados por las calles principales, al mismo tiempo que tenían el compromiso de apagarlos en las primeras horas de la madrugada.

Al respecto, en la fotografía que se anexa a esta colaboración, tomada en el año de 1870, se aprecian los arbotantes con los faroles que sustituyeron a las cazuelillas para iluminar el jardín por las noches, como también se pueden observar los tradicionales naranjos que por decenas de años han formado parte de la flora que desde entonces ha contado el Jardín.

En la misma fotografía se aprecia la fisonomía que presentaba el hoy llamado Portal Hidalgo, donde se puede observar un comercio de la época, denominado “La Sorpresa”, y al fondo la centenaria negociación que por décadas fuera conocida con el nombre de la Cruz de Piedra.

Por esos tiempos y cuando se celebraban actos cívicos, como las Fiestas Patrias, la iluminación del jardín era verdaderamente extraordinaria, porque en esas fechas se colocaban cientos de faroles y cazuelillas en las cornisas de catedral, Palacio de Gobierno y los portales, como también en todo el derredor del jardín, incluyendo las que se colocaban en los naranjos y demás plantas con que contaba la plaza.

Igualmente, eran colocados faroles en el kiosco que por ese tiempo era de madera, diseñado como una especie de pretil circular sobre el cual se colocaban los músicos en las fiestas cívicas, o en los días jueves y domingos en que se celebraban serenatas, tradición que se ha preservado hasta nuestros días.

Como sucede hasta nuestros días, después de que se celebraba la ceremonia del Grito de Independencia, la población disfrutaba de la quema de los populares “toritos”, cohetes de luces, morteros, etc., para que en punto de las 11:00 de la noche fuera prendido el tradicional castillo.

Huelga decir que en derredor del jardín se colocaban todo tipo de vendimias, entre las que sobresalían la venta de elotes cocidos, cañas, cacahuates, semillas de calabaza, pinole, fruta de horno, encaladillas y toda una gran variedad de golosinas que disfrutaban chicos y grandes.

Al día siguiente -16 de septiembre- se llevaba a cabo el tradicional desfile que obligadamente hacia su recorrido en derredor del jardín en torno al cual se apostaba la gente para ver pasar a los participantes.

Retomado el caso de las serenatas que se celebraban los días de fiesta, así como jueves y domingo de cada semana, cabe señalar que en las últimas dos décadas del Siglo XIX, éstas fueron amenizadas por las orquestas de Don Pedro Pico, José Levy y Maximino Matute, presentándose al mismo tiempo en ocasiones las músicas de aliento de Don Longino Pérez, la Banda Hidalgo de Don Emereciano Naranjo y la de Don Rafael Castell, entre otras que iniciaban y cerraban sus audiciones con la interpretación de nuestro Himno Nacional.

Referente a lo anterior, el profesor Francisco Hernández Espinosa, en su obra “El Colima de Ayer”, menciona que por esa época el señor Juan Moreno era oficialmente el encargado de subir una especie de carpa o pabellón de lona a la parte superior del kiosco para que cubriera a los músicos, así como de prender los faroles y cazuelejas para iluminar el improvisado sitio a título de kiosco. Terminada la serenata Don Juan apagaba las luces y bajaba su lona para conservarla y tenerla en condiciones de uso cada vez que era necesario colocarla nuevamente.

El Jardín contó con un kiosco formal hasta que el gobernador del estado, J. Trinidad Alamillo, durante su mandato que abarcó de 1911 a 1913, hizo traer de Alemania el que actualmente conocemos, al cual dicho sea de paso se le han hecho algunos arreglos que su deterioro ha reclamado, o para mejorar su imagen.

Para este tiempo el jardín ya contaba con energía eléctrica, pues fue el dos de diciembre de 1906 cuando entró en operaciones la empresa denominada Compañía de Potencia y Luz Eléctrica.

El impulsor y principal accionista de la planta referida para que Colima contara con energía eléctrica fue don Luis Brizuela y el presidente de dicha compañía, el señor Antonio Vogel, quien se encargó de la Planta del Remate, que dejara de operar hasta el año de 1965.

Retomando el caso de la fisonomía del jardín, cabe mencionar que fue en el año de 1878 cuando por instrucciones del entonces gobernador del estado, Doroteo López, los soldados adscritos al 13 Batallón al mando del coronel Don Mariano Ruiz se encargaron de dar los primeros pasos para que nuestra ciudad luciera un jardín digno de los colimenses.

Sin embargo, fue en el interinato gubernamental que cubriera el general Pedro A. Galván, cuando se dio el embellecimiento mayor del jardín, pues este mandatario, pese al corto tiempo que cubrió, logró terminar las obras en el año de 1880, fecha en que le fuera impuesto el nombre de Jardín Libertad.

Fue también el lugar donde operara el primer sitio de automóviles de alquiler que surgiera en el momento en que este medio de transporte se involucró en la vida colimense, operando dicho sitio de automóviles frente a Palacio de Gobierno.

Abundando sobre el sitio de automóviles de alquiler, se registra el 23 de julio de 1941 cuando quedó fundada la Alianza de Propietarios de Automóviles del Sitio Libertad de la ciudad de Colima, adheridos a la CTM.

Su original lugar de sitio era frente a la fachada principal de Palacio de Gobierno, siendo su primer secretario general Manuel Rico. Otros directivos fueron Carlos Delgado, Daniel Mata, José Alcaraz Bravo, don “Trini” Medina y “El Peligroso” Macías, el cual desapareció de ese sitio con motivo del incremento vehicular en el Centro Histórico.

Referente a la vida político-social de la ciudad, el Jardín Libertad ha sido testigo de numerosos hechos históricos que van desde el asesinato de un mandatario a mediados del Siglo XIX, hasta muertes masivas en tiempos de la colonia, como también de huelgas de hambre, entre otros acontecimientos.

En ese mismo marco se han dado las protestas de la población por razones y motivos de orden político-social, pues el Jardín Libertad ha sido el escenario propicio para ello por encontrarse frente a Palacio de Gobierno.

Entre uno de esos sucesos cabe señalar el escenificado por la poetisa colimense María del Refugio Morales, quien se manifestara durante la Cristiada frente a Palacio de Gobierno, acompañada de una muchedumbre que demandaba Libertad de culto religioso, evento que desembocó en buen número de heridos y muertes por los disparos de las fuerzas policiacas.

Igualmente, el jardín ha sido testigo de los encendidos discursos que los candidatos a puestos de elección popular han hecho llegar a la población en sus campañas políticas, los cuales son sistemáticamente bordados con promesas y esperanzas regularmente incumplidas.

En ese tenor de mensajes a la población destaca el hecho de que se demande con frecuencia mayor libertad, la cual dicho sea de paso ha conquistado la población a cuentagotas, siendo una realidad solamente el que nuestro jardín lleve ese nombre de la largamente buscada “libertad”, esperándose tan sólo no le vaya a ser cambiado el nombre como sucede con frecuencia, para asignarle el de alguien quien sin méritos mayores se pudiera hacer “acreedor a ese inmerecido privilegio”.

Contrastando con lo anterior, nuestro jardín ha sido testigo también de las peregrinaciones que buen número de creyentes realizan a catedral, como de las vistosas cuadrillas de danzantes que invariablemente complementan estas manifestaciones de corte religioso.

En nuestros días, el jardín es un sitio al que acuden diariamente buen número de personas para disfrutar de la agradable presencia y tranquilidad que ahí se respira, como también familias que llevan a sus hijos a recrearse con los cisnes colocados en la parte central de sus cuatro piletas que arrojan por su pico agua tal como si hicieran gárgaras, y los hilos de agua que son expulsados por los tubos perforados que fueron instalados en la parte superior interna de las piletas.

Cuenta el jardín con prados y plantas y árboles de diversas especies debidamente cuidados y atendidos por los jardineros que le dan una imagen bella y agradable.

Cabe destacar que en los últimos tiempos, fue el gobernador del estado, Arturo Noriega Pizano, quien embelleció en mayor medida el jardín; al mismo tiempo que encargó al artista colimense Alejandro Rangel Hidalgo confeccionar algo alegórico para la cúpula del kiosco, y éste con extraordinaria imaginación instaló un “gallito” que con un mecanismo especial indicara la dirección de los vientos.

La belleza del jardín motiva que diariamente se observe la presencia de visitantes de otras entidades y del extranjero que motivados por lo atractivo del lugar procedan a tomarse fotos en ese sitio para conservarlas como recuerdo.

Asimismo, resulta común la toma de fotografías bien sea en el kiosco o teniendo a éste como fondo, pues ha sido, pese a sus casi cien años de haberse instalado, debidamente atendido para evitar su deterioro.