Él fue seminarista durante cinco años, mientras que ella vivió dos años en un convento como carmelita de clausura, y aunque ambos estaban convencidos de que su vocación era servir a Dios, sus caminos terminaron cruzándose en el lugar donde todo empezó, la Iglesia.
Laís Dognini, originaria de Jaraguá do Sul, en el estado brasileño de Santa Catarina, creció inmersa en la vida religiosa y desde adolescente fue misionera y soñaba con convertirse en monja, pero tras un diagnóstico de distimia, una forma leve pero crónica de depresión, se vio obligada a abandonar el convento por recomendación médica.
Del otro lado, Jackson también libraba su propia batalla personal mientras estudiaba para ser sacerdote, entregado al seminario, sin imaginar que su verdadera vocación no estaba en el altar sino justo frente a él.
En medio de su proceso de recuperación, Laís recibió un mensaje de Jackson, él le escribió para decirle que rezaba por ella, tras enterarse de que había dejado el convento, su intención, confesó más tarde, era convencerla de volver, lo que no sabía era que esa conversación sería el inicio de algo mucho más profundo.
“Nunca habíamos hablado antes, aunque nos conocíamos desde hacía seis años. Ni un ‘hola’”, contó Laís en Instagram. Pero esa charla virtual fue suficiente para despertar una conexión que ninguno esperaba.
Mientras tanto, Jackson también comenzó un proceso de discernimiento espiritual que lo llevó, con el tiempo, a dejar el seminario. “Yo no tuve nada que ver en su decisión”, aclaró Laís. “Pero cuando él también abandonó su vocación religiosa, retomamos el contacto”.
Finalmente, acordaron verse en persona para asistir juntos a una misa y fue ahí cuando supieron que ya no querían separarse.