El pasado domingo 18 de mayo, en el marco de las prolongadas festividades en memoria de San Isidro Labrador, allá en la comunidad de La Caja en el municipio de Comala, un entusiasta grupo de personas se dieron cita al filo de las cinco de la tarde en el centro del jardín, a un costado del kiosko, para llevar a cabo el antiquísimo ‘juego de los palillos’. Ya desde hacía varios días, y mientras bajábamos al río Grande, mi amigo Don Consta me había hablado brevemente de esa arraigada tradición que los lugareños mantienen viva. También mi amigo don Agapito Barbosa (a) Agapo un día que me regaló un manojo de la planta anticancerígena que le llaman ‘nicle’, me comentó que para las fiestas de San Isidro iba a organizarse el torneo del ‘juego de los palillos’, y que él había quedado campeón el año pasado. Pues bien, aquella nublada tarde dominguera llegué puntual al jardín y al primero que vi fue precisamente a don Agapo, quien se encontraba encuclillas haciendo unos pocitos en la tierra del prado. Después de saludarnos comenzó a explicarme algunos pormenores del ancestral juego, diciéndome: “como ves cada escuadra tiene 10 pocitos, en total son 40, aparte de otros 4 que hacemos en cada esquina. Aquí la dinámica es que cuando uno tira con los palos, según la figura que caiga eso caminamos con los pocitos y el que suba primero las tres prendas ya gana, por ejemplo, si yo estoy aquí y otro tira y me cae encima, ya me mata y tengo que volver a salir con esa prenda de vuelta. De los 4 pocitos que hacemos afuera, de ahí arrancamos, somos 4 los jugadores”.
Algo muy interesante son las figuras que tienen los ‘palillos’ y que simbolizan determinados números, en la explicación don Agapo me enseñó cuál era el número 15, “luego el 4 que tiene una X en cada esquina, este es un 6 que tiene la figura como en jaranita, y este es el 1 o el ‘seco’ como le llamamos”. Posterior a esta breve descripción teórica pasamos a la lección práctica y Agapo me dijo que iba tirar los ‘palillos’ para que viera cómo se avanza, así que tomó en su mano derecha los 4 palillos, los golpeó en una pequeña piedra y los lanzó al centro de la ‘casita’, es decir, al cuadro formado por 40 pocitos, y advirtió: “mire, ahí nomás se camina dos pozos porque cayeron 2 boca arriba y 2 boca abajo. Mire, voy a volver a tirar: aquí nomás se avanza 1 pozo porque quedaron tres boca abajo y 1 boca arriba”.
Respecto al origen del ‘juego de los palillos’ no cuenta don Agapo que “al parecer vino de Jalisco, de la tierra de donde es don Chico, allá del lado de Zapotitlán, y aquí lo empezamos a jugar nosotros, pero este juego tiene más de mil años, cuando yo llegué aquí tenía 14 años de edad y desde entonces lo empecé a jugar; antes jugaban de apuesta, de hojas, por ejemplo de las milpas, que corta uno hojas, entonces jugaban hasta de 100 manojos, y el que perdía tenía que ir a cortarlas para pagarle al que le ganó, y ahora podemos jugar que de a caguama, que de 10 o 20 pesos, de lo que uno quiera; pero hoy es torneo, el primer lugar va a ser de tres mil pesos, el segundo de mil, y el tercero de quinientos pesos; el año pasado yo quedé en primer lugar”.
Nos encontrábamos inmersos en las particularidades del juego, cuando se acercó don Chico, un verdadero tesoro viviente, un cofre de historias y leyendas, don Chico es la persona más longeva de la comunidad, así que sentados en el jardín comenzamos un agradable conversatorio, diciéndome: “tengo 100 años con 10 meses y me faltan dos meses para los 100 años y 1, nací el 28 de julio de 1924, ¿a ver, saca la cuenta? Yo soy avecindado aquí, yo nací en Zapotitlán de Vadillo, y llegué a La Caja en 1946. Cuando yo caí aquí era pura guinarera todo esto, yo vivía on’ta la piedra grande pa´lla, era un cerco de piedra, no había nada pa´ allá”. Yo enseñé a jugar a todos los de aquí, lo aprendí en Zapotitlán”.
Momentos después arribó en su cuatrimoto el señor Leonel Orozco Salazar quien ya con anterioridad me había hablado acerca de este juego, pero ahora sobre el terreno de los hechos comentó que: “este juego es muy antiguo, lo jugaban los aztecas y se fue transmitiendo a través de las generaciones hasta llegar a la actualidad, aquí afortunadamente había gente que los jugaba y empezaron a promoverlos; aquí en La Caja la mayoría sabe jugar este juego. Tiene una base que se llama ‘casa’ que cuenta con 40 pozos, diez por diez y son 4 lados, nos dan 40 pozos, más las casitas que están afuera, se puede jugar entre 4 jugadores, entre 2 o a la vez entre 3, y los palillos son los siguientes: este es el número 15, este es el número 6, este es el 4 y este es el número cero, o le llaman, ‘seco’. Aquí la situación es que si juega con 3 fichas puede sacar dos fichas por un mismo lado, pero ya la tercera puedes sacarla por el otro lado, no puedes sacarlas todas por el mismo lado. El objetivo es avanzar, pero también de matar al contrincante, de darle ‘cran’ y decirle: ‘tómala barbón’. Este juego es de diversión, a veces no gano, pero con que ya vayan cayendo, que los mato, con eso me conformo, me divierto, me la ‘curo’”. Efectivamente, un poco antes de las seis de la tarde los señores Leonel, Agapito, Isidro y Paulino ya habían integrado la primera cuarteta de jugadores lanzando cada quien sus ‘palillos’, al final de la divertida tardeada resultó ganador don Paulino Olmos a quien normalmente lo vemos barriendo el jardín de la pacífica comunidad de La Caja.