La amenaza de deportaciones masivas por parte de Estados Unidos pone en riesgo la economía de Guatemala, dependiente de las remesas enviadas por 3.2 millones de migrantes
Guatemala, cuyo crecimiento económico depende en gran medida de las remesas enviadas por sus ciudadanos en Estados Unidos, enfrenta una crisis inminente ante las amenazas del expresidente Donald Trump de realizar deportaciones masivas. Actualmente, el 18 % de la población guatemalteca reside en el extranjero, y sus aportaciones en remesas alcanzaron los 21 mil millones de dólares en 2024, el 19 % del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.
En 2023, Guatemala ya había recibido 60 mil deportados por vía aérea y otros 19 mil por tierra, lo que representa un promedio de nueve por hora, según el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM). Este flujo constante de retornados genera presión en un mercado laboral donde seis de cada 10 personas trabajan en la informalidad y las oportunidades son escasas, según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi).
Las remesas son la principal fuente de divisas para el país, superando ampliamente los ingresos por exportaciones, turismo e inversión extranjera directa. Según datos del Banco de Guatemala (Banguat), las remesas en 2023 triplicaron el gasto público social y fueron 30 veces mayores que la inversión pública.
El impacto de estas remesas no solo sostiene el consumo en los hogares, sino que estabiliza el tipo de cambio y ayuda a cubrir el déficit comercial, que sería insostenible sin estos fondos. Sin embargo, este apoyo económico está en riesgo si las deportaciones aumentan significativamente bajo la administración de Trump, lo que amenaza con desencadenar una “tragedia social y económica”, según Ricardo Barrientos, analista del Icefi.
El presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, ha reconocido la importancia de las remesas, pero admite que no se han utilizado estratégicamente para promover un desarrollo sostenible. Aunque su administración ha planteado estrategias para generar empleo y atraer inversión extranjera, los desafíos estructurales como la corrupción, la inseguridad y la falta de infraestructura continúan desalentando la inversión y el progreso económico.
Las regiones más afectadas por la migración y la pobreza, como Huehuetenango, San Marcos y Quiché, dependen en gran medida de las remesas para subsistir. Estas áreas, con índices de pobreza de hasta el 86.4 %, aportan una parte significativa de los migrantes que envían recursos desde Estados Unidos.
La situación en Guatemala subraya la vulnerabilidad de su economía ante políticas migratorias estrictas de su principal socio comercial. Mientras el país busca soluciones internas y externas, el panorama plantea retos significativos para evitar un colapso económico y social.