Hace 70 años se terminó la era de los lanchones en Manzanillo

Lanchones en la bahía.

*Ante la falta de una terminal, operaban estas superficies flotantes planas

*Llevaban y traían toda clase de carga entre la playa y buques en la bahía

*Se manejaban sin motor, impulsados únicamente por la fuerza de remos

*Los pangones operaron treinta y ocho años en el Puerto de Manzanillo

En el año de 1914 Manzanillo se quedó sin muelle o terminal de carga y descarga de mercancías para la operación portuaria, luego que se incendiara el muelle de la vía hundida en la zona de La Perlita, hasta donde entraba también el tren, de vía ancha desde 1908. Desde entonces, 1914, hasta 1952, es decir, por treinta y ocho años, ante la falta de un muelle en forma para el fin descrito, es que aparecen en escena los lanchones o pangones.

UNA NECESIDAD PARA OPERAR EL PUERTO

Estas embarcaciones se caracterizan por ser de madera, planos, tipo balsa, que no tienen motores ni velas, y que son impulsadas por remo, de manera que, gracias a ser planas, pueden acercarse hasta la orilla de la playa para ser cargados. En estos se transportaban diversos materiales para exportación o importación, como sal, trigo, azúcar y miel, entre muchas otras cosas. Esa carga entraba o salía por La Playita de En Medio. Uno de los barcos a los que se llevaba carga, que era una especie de almacén flotante, era el Jalisco, el cual se caracterizaba por ser de ferro-cemento, pintado de color gris, el cual estuvo muchos años en Manzanillo, hasta que fue vendido y remolcado hasta Japón.

Los muelles eran muy chiquitos de palo, y no aptos para embarcaciones grandes de carga. En estos lanchones sacaban las cargas que arribaban a Manzanillo hasta la playa, y todo porque no había muelles buenos; es por eso que los barcos no se podían acercar lo suficiente. Todo eso cambió a partir que se hizo el muelle fiscal. Por aquellos años difíciles para la operación portuaria había unos endebles muelles de madera donde hoy está la Terminal de Cruceros; estos muelles eran de horcón de palma y pino canadiense. Los estibadores se metían sobre los pangones que se movían con remos, pues no había motores para sacar la carga a tierra. Don Miguel Jaramillo hizo unas vías para vararlos. Todavía hay restos de pangones hundidos frente a La Playita de En Medio y también frente a Playa Azul.

EL PRIMER MUELLE ACABÓ EN UN INCENDIO EN 1914

Haciendo un recuento de la era de los pangones en Manzanillo, habría que señalar que el 12 de diciembre de 1908 se inauguró el muelle de madera, conocido como el de la Vía Hundida; pero, el primero de abril de 1914, pescadores porteños informan alarmados de la presencia de buques de guerra norteamericanos con rumbo hacia Manzanillo, que hacían temer a la población la probabilidad de un desembarco.

En efecto, fondean barcos norteamericanos en la bahía de Manzanillo en el marco de la invasión norteamericana, aunque sin presentarse hostilidades localmente. El 30 de abril de 1914, nueve días después de la invasión de Veracruz, los miembros de la Guarnición Federal (huertistas) quemaron el muelle para impedir el arribo de un barco estadounidense que se aproximaba a las costas colimenses. Manzanillo hervía de rumores de que por el Pacífico se acercaban barcos americanos para atacar, según consignó el general revolucionario José Juan Ortega.

La multitud fue arengaba en el jardín Galván por las por las fuerzas federales del gobierno de Victoriano Huerta, proponiéndose incendiar el muelle de madera para evitar un desembarco, como el de Veracruz. De ahí partieron con antorchas y petróleo, dirigidos por el General Vigueras, quien ordenó dicha acción. El Gral. Vigueras, jefe de armas en el Puerto de Manzanillo, previendo un supuesto desembarco norteamericano en Manzanillo, mandó quemar, pues, el muelle de madera de la vía del ferrocarril, conocido como El Muelle de la Vía Hundida de Manzanillo, que se utilizaba para maniobras portuarias.

Los marinos norteamericanos, al ver desde sus barcos el incendio, creyendo que era accidental, acudieron de inmediato a sofocarlo, dejando con ello en vergüenza al Gral. Vigueras. Sin embargo, no se logró salvarlo de ser pasto del fuego. Al amanecer del 31 de abril, el dragaminas norteamericano USS Raleigh se acercó lanzando grandes chorros de agua sobre el muelle, apagándolo, aunque demasiado tarde, porque quedó inservible, dejando al Puerto de Manzanillo sin muelle desde esa fecha.

HASTA 1944 SE ATENDÍA LA NECESIDAD DE MUELLE POR EL GOBIERNO FEDERAL

Fue hasta 1944, que se atiende la necesidad del Puerto de Manzanillo, que a pesar de la limitación de no tener muelle, había demostrado a la federación ser un puerto eficiente y competitivo. Es entonces que por fin se decide apoyarlo, dotándole del muelle que tanta falta le hacía. Empieza así la construcción del Muelle Fiscal de Manzanillo y sus bodegas, siendo una obra que fue construida por la Secretaría de Marina, y también se comienza la construcción del malecón Miguel Alemán.

El primero de septiembre de 1950 el presidente Miguel Alemán informa sobre la terminación del muelle fiscal de Manzanillo, construido en concreto armado, con una bodega con cupo de 20 mil toneladas y edificio anexo para oficinas, poniéndose en operación ese mismo día. El 15 de junio de 1951 se iniciaron los trabajos de ampliación a 60 metros del muelle de Manzanillo. Finalmente, en noviembre de 1952 es inaugurado el Muelle Fiscal de Manzanillo, construido por la Secretaría de Marina, siendo presidente de la República Miguel Alemán, y secretario de Marina el Almirante Raúl López Sánchez e inaugurado el Malecón Miguel Alemán, a quien los porteños popularmente continuaron llamando El Playón.

EL LEGADO DEL VARADERO DE WOODWARD

Hay que decir como información complementaria que los primeros barcos modernos de 70 y 75 pies que se hicieron en Manzanillo los hizo Don Miguel Jaramillo: San Cayetano, San Hipólito e Isla Margarita 1 y 2, entre otros. Algunos barcos que se hacían en el Varadero de la Playita se llevaron hasta Mazatlán y Salina Cruz. Cuando azotó el ciclón del 59 se tenía un barco terminado nuevecito listo para ir a entregarse a Mazatlán. Estaba en el astillero cuidándolo un velador, “La Guabina” Jaramillo, sobrino de Don Miguel.

Se hicieron barcos para Topolobampo, Salina Cruz y Guaymas; con estos se formaron las flotas pesqueras y camaroneros. Los hicieron José Patiño, Jorge “Colimote” Gutiérrez, Gopar y Toño Godínez en los años cincuenta. Cuando el ciclón solamente quedó flotando el Don Quijote de Don Alfredo Woodward Téllez.

En el astillero los barcos se varaban y reparaban, subiéndolos a tierra con el uso de un molinete tipo egipcio, poniéndoles rodillos y sobre camas de piedra. El molinete era de madera con cabos gruesos. Entre los que lo operaban estaban Maximino “El Diablo”, “El Torete”, “El Seco” y “El Mocho” David. El Varadero era todo propiedad de Alfredo Woodward y sus hijos Woodward Jiménez eran sus empleados.

Con el nuevo muelle cada vez fueron menos necesarios los lanchones, hasta que prácticamente desaparecieron del todo. Las actividades portuario-comerciales progresaron mucho una vez que se contó con el nuevo muelle, el cual actualmente es donde amarran los remolcadores de Manzanillo cuando no tienen que meter o sacar algún barco al puerto, y los cruceros turísticos que nos visitan durante algunas temporadas del año.