Historia de la desaparecida cárcel municipal de Manzanillo


Ahora en su lugar existe el Centro de Readaptación Social rumbo a Chandiablo

PRIMERA ETAPA DE 1876 A 1932
Desde 1876, cuando Manzanillo tenía solamente tres años de haberse convertido en municipio, se levantó el edificio asiento de los poderes locales antecesor de lo que luego sería la presidencia municipal, denominada entonces Casa Consistorial, la cual contemplaba ya dentro de sus instalaciones una pequeña cárcel.
Igual sucedió con el segundo edificio del palacio municipal, construido durante los primeros años del Siglo XIX, en pleno porfiriato, obra en la cual alguna tradición oral hace participar al ingeniero civil norteamericano Coronel Edgar K. Smooth, aunque no hay confirmación de esto, pues éste insigne personaje se dedicó a hacer las obras portuarias que le fueron encomendadas por el gobierno federal porfirista. La cárcel municipal siempre estuvo dentro de las instalaciones del palacio municipal.
En ese tiempo, los presos eran escasos y generalmente por motivos como la alteración del orden público, como riñas y disparar balazos al aire libre, todo esto al calor de las copas, pues basta echar una mirada a las antiguas fotografías de la época, para ver que, calles como la Principal o de La Laguna (la México), y en torno al jardincito Galván, de una cuadra, tenían muchas cantinas entre sus negocios, como La Perla, una de las más afamadas en esos primeros años.
El 22 de junio de 1932, las vibraciones de la tierra y las olas del tristemente célebre maremoto, conocido popularmente como Ola Verde, derrumbaron parte del edificio, que ya se encontraba cuarteada por los varios potentes terremotos que se sucedieron ese mismo mes, dejándolo inservible para su cometido de ser la casa de gobierno local, por lo que, tras cincuenta y seis de permanecer en ese punto, tuvo que ser demolido lo poco que quedó en pie del tal inmueble.

SEGUNDA ETAPA, DE 1932 A 1952
Por esa razón, el edificio quedó baldío y se rentó otro edificio para este fin- el de ser presidencia municipal, cuartel de policía y cárcel- sobre la calle Principal o México, a un costado de la escuela Hidalgo, el cual, por cierto, en gran parte era de madera, como eran la mayoría de las construcciones de la ciudad por aquel entonces.
Rápidamente, este lugar, por el hecho de tener en un corto perímetro tan popular escuela y la sede de los poderes municipales, con la oficina del alcalde, distintas dependencias municipales, la comandancia de policía y la cárcel, se convirtió en el nuevo corazón del desarrollo urbano de la ciudad. Los trabajos de reconstrucción del nuevo edificio del palacio municipal entre tanto se llevaban a cabo muy lentamente, tanto que incluso por años estuvieron totalmente parados, y fue hasta principios de los años cincuenta que por fin empezaron a acelerarse un poco.
El 13 de noviembre de 1952, al entonces alcalde de Manzanillo, Don Alfredo Woodward Téllez, le tocó hacer la solemne inauguración de la flamante nueva presidencia municipal en su domicilio original de Juárez 100, donde se habilitó su sección noroeste, al fondo de los pisos segundo y tercero para comandancia policíaca y cárcel municipal, por ser las más seguras, al estar pegadas al cerro. Pasaron veinte años para que el edificio sede del gobierno de nuestra demarcación geográfica local pudieran regresar a su sitio original.

TERCERA ETAPA, DE 1952 A 2001
La rampa que hasta hace tres años utilizaron los miembros del cabildo y algunos funcionarios para estacionarse -actualmente el edificio está en desuso, esperando una rehabilitación inconclusa, fue originalmente la rampa para el ingreso de las patrullas policíacas a la parte trasera del edificio en su segunda planta, pegada al cerro; aparte que, desde luego, es también un acceso para las personas que viven por esa parte del Sector 4.
Ahí se encontraban, además de los separos, el juzgado calificador y las oficinas administrativas de la Dirección de Seguridad Pública. Dentro de la cárcel se tenía un patio central para que comieran y convivieran los internos, así como las áreas de dormitorios en torno, con literas para que durmieran los presos. Solamente permanecían ahí quienes purgaban penas cortas, es decir, de días, ya que cuando estas eran más prolongadas, eran entonces trasladados a la ciudad de Colima, capital del estado.