Historia del primer automóvil que rodó por las calles de Manzanillo


Llegó trece años después que a Ciudad de México

Como se sabe, Manzanillo despegó y progresó primeramente como puerto a partir del largo gobierno del Gral. Porfirio Díaz Mori, quien programó una serie de obras tendientes a sacarlo de su atraso e insalubridad, para así aprovechar su privilegiada y estratégico posición geográfica en la costa occidental del país. Para estas obras se contrató al Ingeniero Militar Edgar Kenneth Smoot, norteamericano natural de Virginia, que dirigió algunos de los principales trabajos que beneficiaron al puerto.

CALLES NO APTAS PARA CARROS

Pero en los últimos años del Siglo XIX y primeros del XX, Manzanillo tenía muy pocas calles, todas ellas de tierra a muy bajo nivel, llenas de pozos y charcos, por donde con cualquier lluvia fuerte subía el agua de la laguna inundándolas y convirtiéndolas en áreas pantanosas, fangosas, por donde pululaban los mosquitos.

La tierra que formaba estas calles ni siquiera era plana, sino con grietas y montículos a cuya vera se extendían las casuchitas de madera de los pocos pobladores, infestadas de alacranes y cucarachas.

Por las precarias arterias de El Manzanillo andaban los peatones, los perros y algunos que otros carromatos, bestias con carga como mulas y burros, y rara vez algún caballo. Por entonces no existían en Manzanillo los automóviles ni en sueños.

Las calles o arroyos de Manzanillo a principios del siglo pasado eran muy irregulares, por lo que no eran aptas para la circulación de automóviles.

NO SE NECESITABAN

En primer lugar, las distancias entre un punto y cualquier otro eran tan cortas, que no eran necesarios ni prácticos, en segundo, la superficie de los arroyos eran tan irregulares, que para nada eran apropiados para su circulación, en tercer lugar, ni siquiera había un circuito por donde recorrieran, ya que, si bien existía una corta calle México, por entonces llamada Principal o de la Laguna, no existía la Carrillo Puerto por donde se pudiera retornar (pues en su lugar se encontraba el Cerrito de la Ciudadela).

Tampoco se comunicaba el lado del mar con el de la laguna a excepción de la mencionada calle de la Laguna y, por último, la tecnología del automóvil era algo que aún no había llegado a nuestro estado, y con la que con trabajos se contaba en ínfimo parque en las ciudades grandes del país, por lo que los peatones no sabían cómo reaccionar ante uno de ellos.

Pero el 16 de noviembre de 1908 aquello cambió, cuando llegó a Manzanillo a bordo de un barco -junto con maquinaria y herramientas de trabajo para las obras del puerto que se estaban haciendo- un raro artefacto, que era aquel primer coche o automóvil Ford, traído bajo el resguardo de los hijos del Ing. Smoot, quienes venían acompañados de un chofer de raza negra, quien era el encargado de conducir el vehículo.

UN EXTRAÑO VEHÍCULO

Con sumo cuidado, como si fuera de oro, la que hoy llamaríamos carcachita fue bajada al muelle de El Playón, a donde se bajaba toda la mercancía que llegaba en los barcos que atracaban en Manzanillo, por lo que muy probablemente, luego de salir de aquel espacio portuario, la primer calle por la que circuló un auto en nuestro puerto fue la calle Morelos, que es la que se encuentra aledaña a la zona de El Playón y La Perlita, vialidad que por entonces era más larga que ahora, ya que una parte de aquella ahora está dentro del jardín Álvaro Obregón.

Hay que recordar que en aquel lejano año de 1908 en los Estados Unidos todavía había segregación racial, y aquel chofer afroamericano era poco más que un esclavo, aunque recibía una elevada paga por sus servicios, y desde luego, en México se encontraba con mayor libertad, ya que la esclavitud fue abolida desde poco después de la consumación de la independencia nacional por el presidente Gral. Vicente Guerrero, quien por cierto era mulato.

En los primeros años que hubo autos en la región no se contaba con caminos o carreteras apropiados.

PRIMERO EN CIRCULAR EN EL ESTADO

De esta forma, ese auto no solo fue el primero que hubo en Manzanillo, sino el primero en todo el estado de Colima. Hay que decir que el Ing. Smoot fue trasladado por el mencionado chofer ese mismo día hasta la ciudad de Colima, capital del estado, sin conocerse cuál es la ruta que habrá seguido para ello, a donde llegó por la tarde, causando inmediatamente gran revuelo y sensación por la novedad y modernidad que implicaba, tanto que la gente se aglomeraba para contemplarlo con admiración.

Smoot se dirigió a Palacio de Gobierno, donde se entrevistó con el Gobernador Enrique O. de la Madrid, al cual le mostró el carro con todo detalle, quedando éste maravillado de su funcionamiento, que casi parecía mágico.

Este alegó que, desde luego, no sabía manejar un auto, y que tampoco tenía ningún empleado que supiera hacerlo, a lo que Smoot respondió que ese no era ningún problema, ya que él podía dejarle por un tiempo al chofer de color para que lo trasladara de un sitio a otro, y que incluso enseñara a conducir a alguien de las confianzas del gobernador.

Dudando, De la Madrid investigó cual era el sueldo que percibía aquel conductor, que desde luego era en dólares, y cuál fue su sorpresa cuando se percató que su salario era mayor que el suyo. De manera que Smoot, que tal vez nunca tuvo la intención real de desprenderse de su coche, sino solamente presumirlo y alardearlo, sabedor que era único, regresó con él a Manzanillo, que era donde vivía en el Barrio de El Vigía, hoy Sector 1.

La calle México era una de las mejores, conocida por ese entonces como la Principal o de la laguna, dispareja y con vías en medio.

PRIMEROS AUTOS EN EL PAÍS

Hay que decir que el primer automóvil que circuló por la Ciudad de México lo hizo en enero de 1895, cuando este novedoso vehículo producto del ingenio humano, hizo un recorrido histórico al lado de los carruajes tirados por caballos.

Era una unidad llegada desde Toulon, Francia, construida a mano e importada por la Agencia Ingenieros Basave, Robles Gil y Zoraya, de la marca Delaunay Belleville. Contaba con un motor de 6 válvulas sobre la cabeza y una potencia de 21 caballos de fuerza. Su orgulloso dueño era el señor Fernando de Teresa.

La primera armadora de autos que se instaló en país fue la Buick en 1921, mientras que la Ford Motor Company lo hizo hasta 1925, convirtiéndose en la más grande en suelo nacional por mucho tiempo. A Guadalajara el primer automóvil llegó en 1898, tres años después que en la Ciudad de México. Podría uno pensar que en el estado de Nuevo León, uno de los más progresistas y poderosos económicamente del país, por su vocación industrial, el primer lugar donde hubo un carro fuera en Monterrey, pero no fue así, sino fue en Sabinas Hidalgo, una población cercana a la Sultana del Norte. Se hizo su exhibición en la esquina sureste de la Alameda. El Maestro Francisco J Montemayor en su magnífico libro “Sabinas Hidalgo, en la Tradición, Leyenda e Historia”, (Impresora Monterrey 1949), pagina 176, nos dice: “En este mismo año –1904-, don Pablo de los Santos Casso trajo el primer automóvil al pueblo, el cual era un vehículo de ruedas muy grandes como de guayín; de marca francesa; causó el natural asombro del poblado”. Esto sucedió solamente cuatro años antes que el primer coche arribara por barco a Manzanillo.

A mediados de 1906, se extendió la noticia de que el gerente de la Compañía de Luz y Fuerza Motriz en Monterrey, también había recibido un automóvil. Se desconocía como sería ese vehículo que pudiese caminar sin ser tirado por caballos o mulas.