Hoy se cumplen 159 años de la estancia de Benito Juárez en el estado de Colima


El martes anterior se cumplieron 211 años del natalicio de Benito Juárez, efeméride oportuna para valorar el legado de tan ilustre mexicano, como también recordar su breve estancia en nuestra entidad en la que conoció el estilo y condiciones de vida prevalecientes en el territorio colimense de esos tiempos.

Igualmente, cabe rememorar que hoy 26 de marzo se cumplen 159 años en que Juárez llegara a nuestra entidad y conociera nuestra ciudad que después de casi 16 décadas dista mucho del actual Colima, como también del resto del país, pues desde esos tiempos se han observado cambios profundos en todos los órdenes.

Sin embargo, lo que no ha perdido vigencia es el legado político, humanista, honesto a toda prueba, y respeto a las leyes que nos heredara tan ilustre oaxaqueño, como camino a seguir por los gobernantes responsables de regir los destinos del pueblo de México, en el devenir de los tiempos.

Desafortunadamente, después de Juárez, los gobernantes en turno, en su gran mayoría han ignorado supinamente los dictados juaristas, recurriendo únicamente a mencionarlo en sus discursos y campañas políticas, pero sin la observancia de su desempeño ejemplar cuando estuvo al frente de la gubernatura de Oaxaca primero y como presidente de la República después, independientemente de sus desempeños profesionales y de corte administrativo.

Vale recordar el manejo escrupuloso de los recursos públicos que hiciera Benito Juárez como gobernador de Oaxaca y como presidente de la República, conducta que ha sido olvidada recurrentemente por la mayoría de la clase gobernante.

En nada se puede comparar la modestia de los bienes que amasara Benito Juárez en su larga trayectoria político-administrativa, con los que en nuestros tiempos acumulan los ex presidentes de la República, y gran mayoría de la clase política de primer nivel.

Los bienes heredados por Juárez a su familia ascendieron a la cantidad de 151,233.81 pesos, monto sumario de tres casas, dos en la Ciudad de México y una en Oaxaca, alhajas, ropa, libros y dinero en efectivo, entre otros rubros.

Vale comparar lo anterior con las enormes fortunas amasadas en nuestros tiempos ya no digamos por los primeros mandatarios de la nación en turno, sino por la clase política de primer nivel, quienes además de contar con depósitos millonarios en bancos del extranjero, cuentan con mansiones tanto en nuestro país, como en naciones europeas y de la Unión Americana.

Después de puntualizar lo anterior, vale recordar que Benito Juárez en su larga lucha política y defensa de nuestra patria de naciones intervencionistas, además de ser encarcelado y perseguido por la defensa de sus ideales, se vio precisado en no pocas ocasiones a poner tierra de por medio para continuar librando su prolongada batalla en defensa de las instituciones y pueblo de México.

Fue así como desde el 26 de marzo de 1858 hasta el 7 de abril de ese mismo año, estuvo en nuestra ciudad de Colima de paso a Manzanillo, de donde se embarcaría a Panamá para trasladarse a Veracruz, y continuar defendiendo y gobernando nuestro país.

Haciendo una remembranza del Colima de ese tiempo, vale recordar lo escrito por la señora María Ahumada de Gómez (+), mujer de hondo sentimiento juarista, quien con motivo del centenario de la muerte de Juárez en el año de 1972, escribiera dos folletos de alto valor histórico intitulados: “Anecdotario Político de Juárez” y “Semblanza de Colima en la década de 1850”.

En la Semblanza de Colima, Ahumada de Gómez describe y pinta el Colima de ese tiempo, tomando como referencia los testimonios de viajeros que describieran el panorama que presentaba nuestra ciudad por esos tiempos, para lo cual transcribimos a continuación una síntesis de dicha Semblanza: “La ciudad es una población que duerme en las faldas de sus volcanes, dentro de un bosque de palmeras, plátanos y camichines.

“Al llegar a la población, ésta se ve de tal manera envuelta entre un hermoso verdor, como si fuera una hermosa huerta, los mangos y los verdes tamarindos de la familia de las acacias dan el esplendor de sus tonos verdi-negros, y a través de esta vegetación, se ven apenas las blancas casas de la ciudad, escuchándose muy lejos el ruido que en ellas hacen los hombres, que no se confunde con nada de la naturaleza.

“Tiene huertas famosas, en las cuales se cultiva café y cacao de buena clase, que están sembrados bajo las palmas, pues necesitan no recibir ni mucho Sol ni mucha sombra, sino el calor que dejan pasar las hojas de los cocoteros, que pasa cernido entre sus ramas.

“La más famosa de estas huertas era la llamada ‘Albarradita’, con un grande estanque natural, formado por las aguas del río y donde era costumbre que todas las familias se juntaran a pasar los días festivos, a almorzar sus típicas enchiladas, a beber tuba y tomar su original ‘pico de gallo’, una mezcla que hacen los colimotes de naranja, coco y chile.

“Es un verdadero paraíso en miniatura, sus calles de plátanos y mameyes, sus cafetos cuajados de flores blancas, y sus cacaos que muestran sus frutos pegados de una manera rara al tronco, todo esto hace renacer el deseo de la vida y vivirla con sencillez y plenitud.

“Se entra a Colima por un pueblecito, que en realidad es un barrio de la ciudad, no tiene nada notable, sino la altura prodigiosa de sus palmeras y zalates, de hojas duras y brillantes.

“Esta calle conduce al pasajero a la plaza, atravesando el mismo paisaje, hay una fuente en donde se detienen los viajeros a beber, se le conoce como ‘De las Animas’, se encuentra a corta distancia de esta población, protegida por aquellos habitantes del purgatorio, confiándose en ellos para que no los asalten los ladrones; y en efecto, no los asaltarán porque no hay ladrones en este país bendito, pues nunca se ha oído decir que roben a ningún pasajero, aún en el caso muy raro de que no beba agua de la fuente ‘De las Animas’.

“No está por demás explicar que a la orilla de esta milagrosa fuente hay colocadas jícaras hechas de la cáscara del coco y rústicos vasos llamados cántaros, de donde se bebe dicha agua.

“Después de entrar a la ciudad, se llega a una plaza, que es un cuadrado árido, teniendo algunas bancas de piedra que rarísimamente se ven ocupadas, uno de los lados se cierra con un portal en construcción que le llaman gótico porque tiene ojivas, y tiene otros dos lados cerrados por portales rústicos, y un terreno con las ruinas de una iglesia.

“Colima se dice que tiene 30 mil habitantes, tiene calles rectas que parten de la plaza principal, con una alameda que se empieza a trabajar (Jardín Núñez), una plaza que llaman ‘Mercado’, contigua a la principal, unos baños sobre el río, un teatro cubierto por petates, una cárcel de cuatro paredes, y su fábrica de manta a la orilla de la ciudad….

“Cuando hay un temblor fuerte, puede tirar las paredes, pero no el techo por la flexibilidad de su armazón; por supuesto, esta construcción tiene feo aspecto, sus paredes no son lisas, sino que se ven salientes en ellas y por lo regular, todas están blanqueadas de cal. Debemos aclarar que esta gente tienen un gran respeto para las arañas, a causa de que se comen los alacranes, así es que no las quitan de las paredes, aunque sean tan desagradables a la vista, pardas y muy zancudas, a estas arañas les llaman ‘caseras’.

“Todas las casas se componen de un patio grande, alrededor del cual se construyen las habitaciones y en el que, por lo común se siembran plantas indígenas, papayos con sus hojas recortadas y sus frutos en la punta del tronco, plátanos de anchísimas hojas, naranjos con su blanco azahar, sin faltar las rosas de castilla.

“En el fondo del patio queda el corral, donde están lavaderos y servidumbre de caballerizas. Uno de los corredores de estas casas sirve de comedor, porque el calor impide estar dentro de las piezas para comer. Las piezas no están muy bien amuebladas, por su clima cálido no tienen alfombras, todos los asientos de las sillas son de bejuco y se usan mucho las mecedoras, su servicio es para evitar, con el movimiento, las picaduras de los moscos, y por eso es indispensable en estas tierras dormir en las camas con pabellón.

“Para terminar con la descripción de las casas, muy pocas tienen ventanas de reja, ni mucho menos tienen llave las puertas, hay una seguridad absoluta; las cerraduras de ellas, por lo general, es un palo chico que atraviesa las orillas de cada hoja de la puerta, que con cualquier esfuerzo se podría quebrar.

“No falta en cada casa un tinajero cargado de muñecos de barro de Guadalajara, y principalmente de figuras de chicle que hacen en Colima, de vasos, botellas y múltiples cacharros de barro.

“Después de la ciudad, los paseos son los arrabales, en uno de ellos hay una piedra y dicen que el que se resbala, si es de fuera vuelve a Colima o si es soltero se casa. En otro lugar hay un manantial que llaman ‘El Pocito Santo’ o Charco de la Higuera, del que brota agua verdaderamente potable, la cual generalmente toman los burriteros que la venden en cántaros de rojo barro, siendo muy agradable al paladar…”.

Nuestra ciudad era así, allá en el año de 1858, cuando se organizaban las guerrillas, para hostigar al enemigo.

En nuestro pueblo existía un clima liberal, tanto en el centro como en sus alrededores; la presencia y energía del presidente Juárez era suficiente para sostener la moral y luchar en condiciones muchas veces desventajosas.

Un recuerdo imborrable que el pueblo ha sabido conservar y que lo llena de entusiasmo, al dejar constancia que hombre tan glorioso de América, recibió como primer saludo la frondosa enramada de un añoso y gigantesco árbol que le brindó con su verdor el reposo a sus fatigas, cuando perseguido y casi vencido recibe en este lugar, un homenaje humilde pero franco; el pueblo al saber de su presencia le ofreció el frescor de sus aguas y una balsa de tuba que los vecinos prepararon; puesto que era costumbre que debajo de ese frondoso “salatón”, siempre estuviera el fresco líquido en un rojo cántaro, como el corazón de su tierra, para que todo caminante saciara la sed, al mismo tiempo que se ofrecía la tuba, producto de nuestras palmeras.

De este lugar vuelve Juárez a caminar con sus compañeros y una reducida escolta personal. Su estancia se registra desde el 26 de marzo, hasta el 8 de abril, que salió de Colima para Manzanillo. Lo acompañaron, hasta embarcarse, al mando de fuerzas leales, el Gral. Don Francisco Iniestra, el General J. Guadalupe Montenegro y su hijo el Coronel José María Montenegro, que habían tomado parte en la defensa del presidente, en Santana-Acatlán.

Se hospedó en la casa que servía de morada en esa época al gobernador Ricardo Palacios y al mismo tiempo de Casa de Gobierno, infraestructura que por cierto se encuentra en total abandono, luciendo en su parte exterior una placa metálica alusiva a la estancia de Juárez en ese lugar.

Con fecha 5 de abril el Ministerio de Gobernación, desde aquí hizo saber a los gobernadores de los Estados que el presidente en Junta de Ministros había acordado mudar la residencia del Gobierno General a un lugar donde las comunicaciones fueran más fáciles, y que en Colima quedaba el señor Don Santos Degollado a la cabeza de las fuerzas fieles, con el carácter de Ministro de Guerra y General en Jefe del Ejército Federal.

El decreto que daba vigencia al mandato presidencial fue signado en la ciudad de Colima el día 7 de abril de 1858. Al día siguiente (8 de abril) Juárez salió de Colima rumbo al puerto de Manzanillo, siendo acompañado por alguna gente de este lugar, entre ellas el gobernador del estado, Ricardo Palacio, hasta el entronque del camino “Las Placetas-Los Limones”.

En ese recorrido rumbo a Manzanillo el primer punto al que llegaban los viajeros, o sea su primera jornada era El Rosario o Huarachita. La segunda jornada era hasta Cuyutlán, atravesando temprano el Río Armería, y al atardecer se llegaba a Cuyutlán, donde se recogían los viajeros en un albergue o posada, para esperar el nuevo día y emprender la caminata rumbo a Manzanillo.

El día 11 de abril Benito Juárez salió Juárez de Manzanillo, abandonando nuestro estado que con su presencia convirtió en la capital de la República, para continuar su lucha en defensa de las instituciones y del futuro de nuestra patria.

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