La colonia Libertad, asentamiento popular de nacimiento irregular en Manzanillo


* El terremoto de 1995 resultó ser el gran parteaguas en su historia

* Sobreviviendo a la desaparición de la antigua central camionera

Primera parte

La colonia Libertad es una de las más populosas del casco urbano, la cual nació con paracaidistas que le fueron ganando terreno a la laguna. Poco a poco la gente empezó a construir sus precarias casas, a como Dios les daba a entender, sin trazo alguno, y con sus propios recursos. Es por eso que, desde la entrada por el lado de la carpintería de los Figueroa, que se encuentra frente a las vías del ferrocarril (actualmente en desuso), se puede notar la diferencia de anchura. Desde ese negocio en la calle Aldama hasta la casa 10, propiedad de Javier Peña “El Quiero Verte”, se puede ver una anchura, y a partir de este último punto se hace más amplia, porque de ahí en adelante hubo más orden en su construcción. De hecho, durante muchos años las administraciones municipales quisieron hacer recta y de un solo ancho a toda la Aldama, pero todo quedó en tintero. Los colonos de este primer tramo siempre han tenido la incertidumbre de ser obligados a abandonar sus casas para que se cumpla este propósito.

El pavimento de esta calle empezó al revés. Desde lo que antes era la Central Camionera -hoy la tienda departamental Ley- hacia El Tajo. Se pavimentó durante la década de los ochenta, porque antes era una vialidad de tierra y piedra suelta. Hay que decir que la calle Aldama hasta los primeros años de los 80 era de tierra y llena de pequeñas piedras sueltas, lo que la hacía lucir muy fea, pues era un constante polvaredón, que se viene a sumar a la tierra que baja del cerro. Por esto, las pinturas de las fachadas no lucían sus colores vivos.

Esa es la razón por la que los vecinos siempre estaban mojando el piso para evitar que se levantara polvo. Se vivía, pues, entre lodo. Luego, cuando llovía, se inundaba mucho; hasta unos cincuenta centímetros de altura. Aprender a andar en bicicleta era una cosa muy difícil, porque cuando a las biclas les quitaban las dos ruedas traseras, muchos niños se desequilibraban al pasar por las piedrecillas, y no había chavito que no tuviera múltiples raspones en su cuerpo.

El pedacito de la calle J. Jesús Alcaraz, también para entrar a la colonia Libertad, estaba abundante de pequeñas bolitas metálicas de pellet, de aquellos tiempos en que Peña Colorada atiborraba tanto las góndolas, que varios kilos de estas acababan a los costados de las vías. Estos pellets descalabraron a varios niños, debido a que tenían la costumbre de ponerlos sobre las vías del ferrocarril, con la inocente idea de descarrilarlo, como una travesura.

Pero sí eran muy constantes los descarrilamientos cuando el tren pertenecía a la paraestatal Ferronales (Ferrocarriles Nacionales). Aparte de estas bolitas de metal, la entrada de la calle estaba llenísima de aserrín, pues donde actualmente está el cárcamo, ahí estaba la carpintería, que ahora está exactamente enfrente. Muchas amas de casa juntaban aserrín para usarlo de abono para sus plantas. Así pues, la Aldama, nació como un asentamiento irregular y, aunque hoy su situación ha cambiado, ese es el origen de muchas irregularidades que persisten en cuanto a servicios. El drenaje siempre ha sido ahí uno de los principales problemas, y por eso antes se registraban grandes inundaciones.

Hay una casa de esa colonia que está asentada sobre la arteria principal, donde se suponía iba a estar el drenaje y la salida pluvial de la colonia. Esta construcción es la que hasta hoy mantiene afectando a todo el entorno. A esta colonia le daba mucha vida la antigua Central Camionera. Era un constante entrar y salir de autobuses; y, aunque era mucho el ruido, los vecinos lo soportaban, porque les permitía  vivir de ahí, pues gracias a la Central había muchos negocios, como restaurantes, tiendas de suvenires, revisterías, casetas telefónicas, etc. En esa época todos querían tener una parte, un predio en esa zona.

Los hoteles y casas de huéspedes abundaban. Muchos de estos se mantenían, no tan sólo de turistas que venía en períodos vacacionales, sino con la multitud de agentes de ventas, provenientes en su gran mayoría de Guadalajara, que levantaban pedido a las empresas de aquí.

JUEGOS INFANTILES JUNTO AL PASO DEL TREN

Como casi nunca pasaban carros por ahí, y los que lo hacían eran propiedad de los que ahí vivían, era muy común que los padres dejaran salir a los niños a jugar, de tal manera que se congregaba una multitud de pequeños, provenientes de todas las calles de la colonia Libertad, que es muy grande, y se jugaba a las escondidas, la traes, los encantados, declaro la guerra y la brinca soga, entre otros. Cabe destacar que, a pesar de que se corría mucho, no se practicaba el futbol, así que era muy común que tanto niñas como niños, se involucraran en los mismos juegos.

Al tiempo en que los niños correteaban, los papás sacaban sus sillas para verlos divertirse, y platicar en tanto con los vecinos. Una anécdota curiosa de esos niños fue que, en una ocasión, alguien estacionó un vehículo bajo la sombra de una higuera, y el carro estorbaba, porque ahí era la base del juego “declaro la guerra”.

Esta pequeña glorieta triangular a la entrada hacia la calle Aldama atrás de la Hidalgo por El Tajo es conocida popularmente como La Isla.

Como demoraba mucho el chofer, y era una costumbre que siempre en las noches se ponía este carro ahí a estorbar, los niños decidieron una estrategia para quitar el vehículo y que al dueño no le quedaran ganas de volverse a estacionar en su área de juego. Esta fue que entre todos cortaron higos y embadurnaron el carro de estas frutas. Esto incluía vidrios, láminas, faros, y todo lo externo. Y tal como fue planeado, a aquel chofer jamás le quedaron ganas de meterse en los dominios de aquellos traviesos niños.

Otro factor que le ha dado vida a esta colonia, y al mismo tiempo ha sido un problema, es la cercanía al ferrocarril. Los colonos de la Libertad se aprendieron todos los tipos de vagones que antes se manejaban, y también ellos han sido testigos de la época dorada de la mina de Peña Colorada, porque los furgones estaban hasta el tope de bolitas de pellet. Era tanta la carga de aquella producción, que a los costados de los rieles se podían ver muchas bolitas metálicas, que los niños del barrio usaban para jugar canicas.

Luego, esa producción minera ya no se vio pasar igual que antes. Otro tipo de furgones que ya casi no se vieron pasar por ahí fueron los de Pemex. Eran constantes los carros pipas. Pasaban furgones de carga que en aquella época no llevaban contenedores. Eran unos carros cuadrados, grandes, bien cerrados y con una puerta en medio, donde se guardaba la carga. También eran muy comunes las góndolas con azufre. Casi no eran conocidos en cambio los contenedores, que hoy son la carga principal que se mueve desde y hacia el puerto.

Por otro lado, ese mismo convoy fue la causa de casi todos los problemas para los colonos de la calle Aldama y la colonia Libertad en general. Varias personas perdieron su vida atropelladas por la mole de acero, otros fueron mutilados de alguna parte de su cuerpo, y los más afortunados, sólo se llevaron un tremendo susto al ser arrastrados en sus autos por el tren. Las cuarteaduras de las viviendas han sido más por la vibración que emite el peso del ferrocarril, que por los sismos que ha habido cada 10 años, aproximadamente.

Un factor que afectó a la gente en especial, fue el ensordecer ruido de su claxon. Muchos colonos de la Libertad han perdido la audición paulatinamente. Sin embargo, desde hace tres años el tren ya no pasó más por los contornos de esta colonia, ya que se hizo el túnel ferroviario que hizo a los convoyes atravesar el cerro entre la colonia Libertad y San Pedrito. (Continuará)