La discriminación por edad, una problemática en México


Aprendemos desde muy jóvenes estereotipos relacionados con la edad, lo que hace que repitamos ideas y patrones que no tienen fundamentos, sino que sólo son discriminatorios, incluso de manera autoinfligida, primordialmente al llegar a la vejez, señaló Neyda Mendoza Ruvalcaba, profesora investigadora adscrita al departamento de Ciencias de la Salud-Enfermedad como proceso individual, del Centro Universitario de Tonalá.

Lo anterior, tiene nombre: edadismo, una forma de discriminación sobre la edad que se dirige notoriamente hacia los adultos mayores, pero que se ve reflejado también en las otras etapas de la vida. Por ejemplo, el pensar que una persona de más de 20 ya debió concluir sus estudios; que al acercarse a los 30 ya debería estar pensando en matrimonio e hijos, o en situaciones donde las personas que rebasan los 45 se les niega oportunidades laborales en nuevas empresas para comenzar de cero o que algunos de los servicios de salud encarecen o se privan préstamos bancarios conforme nos hacemos más viejos, comentó.

Mendoza Ruvalcaba indicó que para los adultos mayores las cargas ideológicas personales y la manera en que les perciben los otros puede llevarlos a cambiar su estilo de vida, enfermarse, perder movilidad o motricidad y volverse dependientes de sus hijos o cuidadores; asimismo, “suele incrementar la tristeza, se cae en depresión y se vive con un nivel de estrés alto, lo que puede llevar a una muerte temprana”.

La idea generalizada de la vejez en nuestro país va ligada a los procesos de acompañamiento y cuidado, personas a las que adoptamos en casa que nos pueden ayudar a cuidar a los nietos, pero que requieren ser atendidas y observadas porque no pueden solas; la realidad es que no hay una investigación científica que lo pruebe, es solo la discriminación cultural que ha existido por décadas en nuestra sociedad.

“A algunas personas les desagrada la idea de convertirse en abuelos a edad temprana, por lo que creen que significa ser abuelo: que se va en decadencia, que todo se acaba, que ya no se puede tener la misma vitalidad, pero esto no es necesariamente cierto. Los prejuicios contra las personas mayores son muy negativos y la manera en que los reflejamos impacta en los otros; si, por ejemplo, a los niños los enseñamos a que deben sentir compasión por los viejitos porque pobrecitos ya son más propensos a enfermarse y ya no pueden hacer cosas rápido, si generamos la percepción de que la tristeza es la emoción primordial en la que debe verse alguien mayor o que ya no son independientes, estamos autoinfligiendo un estado que lleva a discriminar y a crear una profecía autocumplida”.

Este tipo de discriminación, explicó Mendoza Ruvalcaba, tiene un gran impacto en la salud física y mental, puede provocar que las personas decaigan tanto que lleguen a presentar muertes prematuras y, además, genera en los gobiernos un gasto mayor por enfermedades que pueden prevenirse con el autocuidado, la comprensión y llevando una vida más feliz y saludable.