La gente confía en la ciencia, hasta cierto punto


Sin embargo, este apoyo disminuye cuando las recomendaciones científicas afectan libertades personales o estilos de vida


Según una encuesta global realizada a casi 72,000 personas en 68 países, la confianza en la ciencia permanece alta, incluso tras las drásticas medidas implementadas durante la pandemia de COVID-19. El estudio, conocido como TISP, es el mayor análisis de confianza en científicos desde la crisis sanitaria y desmonta la idea de una supuesta pérdida de credibilidad en la ciencia.
El 78 % de los encuestados considera que los científicos son competentes para realizar investigaciones de calidad, mientras que el 57 % los percibe como honestos y el 75 % opina que el método científico es la mejor herramienta para descubrir la verdad. La confianza es mayor entre mujeres, personas mayores, quienes poseen un nivel educativo alto, altos ingresos, residen en zonas urbanas, tienen ideas políticas liberales o convicciones religiosas.
Ciencia y política: una relación ambivalente
El estudio revela que una mayoría apoya una mayor participación de los científicos en la política. Sin embargo, este apoyo enfrenta desafíos cuando las recomendaciones científicas conducen a restricciones personales o económicas. Durante la pandemia, por ejemplo, muchas personas se resistieron al uso obligatorio de mascarillas o a las restricciones de movilidad, señalando el límite de la influencia deseada de la ciencia en la vida diaria.
Hans Peter, catedrático del Instituto de Estudios de Periodismo y Comunicación de la Universidad Libre de Berlín, destaca que la encuesta contradice la idea de una crisis de confianza mundial en la ciencia. Mathias Frisch, de la Universidad Leibniz de Hannover, señala que este estudio, por su alcance y profundidad, desmiente narrativas que sugieren una pérdida de confianza a raíz de la pandemia.
A pesar de estos hallazgos positivos, los expertos advierten sobre los riesgos de politizar la ciencia. Según Matthias Kohring, de la Universidad de Mannheim, durante la pandemia los políticos utilizaron a los científicos como respaldo para decisiones impopulares, trasladando la responsabilidad de las restricciones a la “autoridad científica”. Este fenómeno alimentó resistencias sociales, especialmente en temas como el cambio climático o las medidas sanitarias.
Confianza condicionada
El apoyo a la ciencia parece condicionado por su capacidad para no interferir directamente en las libertades individuales. Kohring señala que, si bien la ciencia puede proporcionar información clave, las decisiones finales deben ser asumidas por los políticos. Este equilibrio entre ciencia y política será crucial para enfrentar retos como la crisis climática y futuras emergencias sanitarias.