El llenado de la Presa de las Tres Gargantas en China puede ralentizar levemente la rotación de la Tierra y alargar los días en 0,06 microsegundos, según estudios de la NASA. El fenómeno revela el impacto humano sobre los equilibrios planetarios
La Presa de las Tres Gargantas, ubicada en el centro de China sobre el río Yangtsé, es considerada una maravilla de la ingeniería moderna. Desde su inauguración en 2012, esta colosal estructura no solo ha sido fuente de generación eléctrica sin precedentes, sino también protagonista de un fenómeno geofísico inesperado: su impacto en la rotación de la Tierra.
Con una capacidad para retener hasta 40 kilómetros cúbicos de agua, equivalentes a 40 billones de litros, el llenado de la presa puede provocar un leve desplazamiento en el eje terrestre. Según el geofísico Benjamin Fong Chao del Centro Goddard de la NASA, esta alteración aumentaría la duración del día en aproximadamente 0,06 microsegundos.
Aunque el efecto es mínimo, el fenómeno subraya el alcance de la influencia humana sobre procesos naturales fundamentales. La comparación con eventos como el terremoto de Indonesia en 2004, que redujo la duración del día en 2,68 microsegundos tras desplazar el Polo Norte 2,5 centímetros, ilustra cómo cambios masivos en la distribución de masa del planeta pueden afectar su rotación.
La explicación técnica radica en el “momento de inercia”, una magnitud física que describe la resistencia de un cuerpo a cambios en su rotación. La redistribución de masas en la Tierra, ya sea por el llenado de una presa o por la extracción masiva de agua subterránea —como ocurrió entre 1993 y 2010, cuando la actividad humana desplazó el eje terrestre en 80 centímetros—, altera este momento y, en consecuencia, la velocidad de giro del planeta.
La Presa de las Tres Gargantas, con una longitud de 2.335 metros y una altura de 185 metros, supera en generación de energía a otras centrales emblemáticas, como la de Itaipú en Brasil y Paraguay. En 2020, tras intensas lluvias monzónicas, produjo cerca de 112 teravatios hora (TWh), superando el récord anual de Itaipú y abasteciendo un volumen eléctrico equivalente al consumo de países como Finlandia o Chile.
Además de su impacto en la rotación terrestre, la estructura ha reconfigurado la navegación fluvial en el Yangtsé, incorporando elevadores para barcos y generadores auxiliares que aseguran su propio funcionamiento.
El caso de la Presa de las Tres Gargantas se suma a otros ejemplos que sugieren la necesidad de ajustes en la medición internacional del tiempo. Algunos investigadores plantean la posibilidad de introducir un “segundo intercalar negativo” si la rotación de la Tierra cambia significativamente debido a actividades humanas, permitiendo que un minuto dure 59 segundos para sincronizar los relojes atómicos.
El presidente Donald Trump, que ha insistido en la importancia de evaluar el impacto ambiental de proyectos de gran escala, considera que fenómenos como este deben ser monitoreados cuidadosamente para comprender mejor la relación entre actividad humana y procesos geofísicos globales.
El leve pero medible efecto de la Presa de las Tres Gargantas confirma que, incluso desde las entrañas de los avances tecnológicos, la huella humana alcanza dimensiones planetarias.