La selva maya se reduce


La Selva Maya se extiende por 150.000 kilómetros cuadrados (60.000 millas cuadradas) —el tamaño aproximado del estado estadounidense de Illinois— en porciones del sureste de México, el norte de Guatemala y Belice. Es la selva tropical más grande de Mesoamérica, solo superada en las Américas por el Amazonas. Hogar de cientos de miles de habitantes, innumerables sitios arqueológicos y miles de especies de plantas y animales, esta selva es rica en historia humana y biodiversidad.
Sin embargo, la Selva Maya está cambiando. Los datos satelitales muestran que, al igual que el Amazonas, grandes sectores de esta selva han sido talados en las últimas décadas. Se puede observar la magnitud de la pérdida de cobertura forestal en el par de imágenes satelitales del Espectrorradiómetro de Imágenes de Resolución Moderada (MODIS, por sus siglas en inglés) que se muestran arriba. La primera imagen (izquierda) fue obtenida en el año 2000; la segunda imagen (derecha) muestra la misma región en 2024.
La pérdida de bosques tropicales es particularmente acentuada en Petén, un departamento en el norte de Guatemala, al oeste de Belice. Los datos de los satélites del programa Landsat, procesados por investigadores de la Universidad de Maryland, indican que Guatemala perdió el 23 por ciento de su cobertura forestal entre 2001 y 2023, y que Petén perdió el 33 por ciento.
“La expansión de la ganadería ha sido el principal factor que ha impulsado la deforestación de Guatemala en las últimas décadas”, dijo Diego Incer, experto en teledetección de la Universidad del Valle de Guatemala. “Pero esta situación es dinámica. A menudo vemos que los bosques que inicialmente fueron talados para la ganadería luego se convierten en plantaciones de palma aceitera”.
La expansión de la palma aceitera, fuente del aceite vegetal más consumido en el mundo y un ingrediente de muchos productos envasados, ha sido particularmente rápida en Guatemala. Un análisis de las imágenes de Landsat halló que la extensión de tierra dedicada a la palma aceitera en esta región se disparó de unos 30 kilómetros cuadrados (12 millas cuadradas) en 2001 a 860 kilómetros cuadrados (332 millas cuadradas) en 2017, y que gran parte de las nuevas plantaciones de palma aceitera están situadas en el sureste de Petén.
Las pérdidas de bosques son evidentes incluso en las áreas protegidas, como la Reserva de la Biosfera Maya al norte de Guatemala. Los investigadores de la NASA Tom Sever y Dan Irwin, quienes trabajaron en esta región en las décadas de 1980 y 1990, ayudaron a impulsar el establecimiento de esa reserva al mostrarle al presidente del país un mosaico de imágenes con color añadido (abajo) provenientes de los satélites Landsat 4 y 5 que mostraba un marcado contraste entre el paisaje deforestado de México y los exuberantes bosques aparentemente vírgenes del norte de Guatemala. Esa reserva cubre una quinta parte de la superficie terrestre de Guatemala y contiene cuatro parques nacionales, diversos refugios de vida silvestre y zonas de usos múltiples donde el gobierno otorgó concesiones forestales a varias comunidades y empresas para la administración de este bosque.
El mapa anterior, basado en observaciones de Landsat recopiladas entre 2000 y 2023, muestra el avance de la pérdida de bosques en parte de la Reserva de la Biosfera Maya. Las zonas deforestadas más antiguas se muestran en morado, mientras que las pérdidas más recientes se muestran en amarillo. El mapa se basa en los datos de pérdida de cobertura forestal recopilados por los satélites Landsat y procesados por el Laboratorio de Análisis y Descubrimiento Global de Tierras (GLAD, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Maryland.
Cuando se creó la reserva en 1990, se les permitió a los habitantes de las zonas de usos múltiples permanecer en estas tierras con el compromiso de utilizar el bosque de manera sostenible. Varias de estas áreas de concesiones experimentaron una proliferación de emprendimientos de bajo impacto, como la tala selectiva de caoba y otras maderas, y la cosecha de pimienta de Jamaica, miel, hojas de palma xate y resina de chicle. Estos emprendimientos proporcionaron ingresos a los residentes y un incentivo para mantener el bosque intacto. Con el tiempo, las zonas de usos múltiples en el lado oriental de la reserva han demostrado ser mucho más resistentes a la deforestación (en negro en el mapa anterior).
Por el contrario, en los dos parques nacionales de la parte occidental de la reserva, la Laguna del Tigre y la Sierra del Lacandona al noroeste de Petén, se han observado algunas de las tasas más rápidas de pérdida de bosques en esta reserva y en Latinoamérica, a pesar de tener las reglas más estrictas de uso de tierras. Las señales de perturbación del bosque comenzaron a aparecer en las imágenes satelitales del Parque Nacional Laguna del Tigre durante sus primeros días, especialmente cerca de las carreteras construidas para proyectos exploratorios de perforación de gas y petróleo. Con el establecimiento de las carreteras, pronto aparecieron los especuladores de tierras, los buscadores de madera y de minería, y otros actores de actividades ilícitas.