Carlos Valdez Ramírez
Quinta de seis partes
Manzanillo, Col.- Para soportar la soledad y evitar una depresión en altamar, los marinos se bloquean mental y emocionalmente, enfocan su energía en el trabajo de pesca y en los problemas que se presentan en el navío, en el que permanecen varios meses para la captura de atún, expresa Gildardo García, pescador manzanillense.
Refiere que se adaptan a dos formas de vida, una del mar y la otra cuando regresan a casa, esta última cuando él llega de su viaje marítimo, primero observa las reglas para no romperlas; busca integrarse y no controlar la situación.
Afirma que la primera noche no duerme pues también tiene su rutina en el mar; deja de sentir el vaivén del barco que lo acompañó durante varios meses, lo que le produce un mareo de tierra que puede pasar horas y hasta días con la sensación de que aún permanece en el océano.
A pesar de ello, para Gildardo su vida es la mar y no hay una edad definida para dejar la aventura, “cuando sienta que me cueste trabajo zarpar y que no resistiría estar en altamar, sin pensarlo me retiraré, pero por ahora me siento al cien por ciento”, dice.
La filosofía del pescador es siempre ir adelante, confía en la capacidad de los marinos para producir, no obstante llega el momento que compañeros de pesca se vuelven mayores de edad, aunque en su tiempo fueron muy productivos, ahora sus capacidades físicas se encuentran mermadas.
Con tal nostalgia, dice que se retirará siendo productivo y cuando sienta que el ciclo del mar se cerró, es entonces que continuará con sus metas en tierra.