Álvaro de Mendaña y Neira, fue el nombre con el que pasó a la posteridad. Su nombre original era Álvaro Rodríguez y Neira, y se le creía de Neira, en la provincia de Galicia; después se le identificó como Álvaro de Mendaña y Castro. Nació en Congosto, comarca de El Bierzo, provincia de León el primero de octubre de 1542, y murió en el poblado de Nendo, en la Isla Santa Cruz, de las Islas Salomón, Oceanía, el 18 de octubre de 1595. Su esposa fue Isabel Barreto, llamada la Reina de los Mares del Sur, la cual fue una de las primeras mujeres exploradoras de la historia.
LAS LEYENDAS SOBRE UNAS FABULOSAS
MINAS AL OTRO LADO DE LA MAR DEL SUR
En 1563 embarcó hacia Perú, acompañando a su tío Lope García de Castro, cuando éste fue nombrado presidente de la Real Audiencia de Lima. Su tío ejercía de Virrey en la práctica, ya que este puesto se encontraba vacante en aquel tiempo, por lo que, al escuchar de parte de los quechuas la leyenda que navegando hacia el oeste se encontraban unas tierras llenas de riqueza, de donde los incas traían sus fabulosas riquezas; inmediatamente los españoles en su imaginación las identificaron con la tierra de Ofir, de donde se dice en la Biblia que el Rey Salomón traía parte de sus grandes tesoros.
La expedición le tocaría encabezarla al marino Pedro Sarmiento de Gamboa, quien tenía más méritos y trayectoria para ello, pero las influencias de su tío ayudaron a Mendaña para que fuera designado encargado de la misión que zarparía hacia el oeste a buscas las míticas Minas del Rey Salomón. El objetivo oficial, más allá de buscar aquellas riquezas, era tratar de encontrar la Terra Australis Incognita, una masa de tierra de considerable tamaño que se consideraba debía existir al sur del Ecuador, debajo del continente asiático y enfrente del Sur de América, para equilibrar las masas de tierra continentales que hasta entonces se conocían.
NAVEGANDO EN LA TERRA AUSTRALIS INCOGNITA
Las naves que formarían la expedición serían Los Reyes, de trescientas toneladas, y Todos los Santos, de doscientas; la primera sería capitaneada por Pedro Sarmiento de Gamboa, y la segunda por Pedro de Ortega Valencia, siendo la tripulación total de ciento cincuenta marineros, encontrándose entre ellos la esposa de Álvaro de Mendaña, Isabel Barreto.
El armado de la expedición se hizo con gran rapidez, ya que se temía que los ingleses se les adelantaran en el descubrimiento de las famosas minas. La expedición partió del puerto de El Callao el 20 de noviembre de 1567, teniendo Mendaña 25 años de edad. El 15 de enero de 1568, ya en Oceanía, exploraron por agua, sin desembarcar, la Isla de Jesús, hoy Nui, en Tuvalu. El primero de febrero llegaron a la isla de Ontong Java (llamada por ellos Baxos de la Candelaria), ya en el archipiélago de las Salomón, y el 7 de febrero llegaron a la isla de Santa Isabel, en las Islas Salomón, desde donde se exploraron las islas de Ramos, Buena Vista, Flores, San Cristóbal, Guadalupe y Guadalcanal, entre otras.
La expedición de Mendaña exploró todas estas islas que forman parte de la Melanesia durante estos seis meses, y en ellas encontraron personas con una apariencia extraña, pues muchas de ellas tenían la piel morena y el pelo rubio. Algo extraordinario es que Mendaña aprendió a hablar en la lengua nativa de aquellas islas en muy poco tiempo; sin embargo, a pesar de la amabilidad que se demostró en la primera parte de sus viajes de exploración, luego todo cambió, cuando los nativos les ofrecieron a los hispanos carne humana para comer. También hay que decirse que sí se encontraron oro y perlas de gran tamaño.

Las Islas Marquesas recuerdan con este monumento la visita del navegante.
REGRESANDO A AMÉRICA POR LA RUTA DEL TORNAVIAJE
Finalmente, al ya no haber una buena relación como al principio, y empezar a tener carencias en cuanto a sus provisiones, empiezan los conflictos, hasta llegar al extremo que los españoles queman un poblado en la isla de Santa Isabel, y luego roban cocos y almendras para llenar sus bodegas, para empezar el viaje de regreso a América. Posteriormente subieron hasta el atolón Maloelap, en las Islas Marshall, para luego dirigirse hacia la isla de Wake, entonces conocida como San Francisco, para de ahí tomar la Ruta del Tornaviaje que seguían los Galeones de Manila o de Acapulco (la Nao de China). Arribaron a América a la altura de las Californias, donde no encontraron agua, y fueron presas de las molestias y dolores del escorbuto.
El 23 de enero de 1569 arribó al Puerto de Santiago (otros dicen que al Puerto de Salagua) la nave capitana de la expedición Los Reyes, con sus ocupantes enfermos de escorbuto por no haber comido alimentos frescos en mucho tiempo. Escogieron este lugar porque ahí se formaba un remanso, por la desembocadura de un arroyo. Los naturales los recibieron dándoles agua, gallinas, carne de cerdo, frutas y verduras. Ahí encontraron una pequeña guarnición, formada por indígenas y algunos españoles, los cuales cumplían la encomienda de vigilar la costa para impedir el desembarco de filibusteros ingleses u holandeses, así como avisar sobre el arribo de algún galeón procedente de las Filipinas.
El 25 de enero llegó a Santiago la nave almirante de la expedición, Todos los Santos, con la embarcación averiada y la tripulación también enferma de escorbuto. El 26 de enero empieza la reparación de los cascos de las dos naves. Tras terminar la reparación, Mendaña consulta a la tripulación sobre el regalar a los naturales de Santiago, Provincia de Colima, los cocos que traían en las bodegas, los cuales ya venían con las plantas brotando de la nuez, por lo que se encontraban listos para sembrarse en la arena de la playa, a lo cual la agradecida tripulación accede de buena gana. Antes de esto, la palmera de coco no se conocía en ningún lugar de América, por lo que los cocos de Mendaña fueron los primeros, y Salagua-Santiago fue el primer lugar del Nuevo Mundo en conocer los cocos, y donde se sembraron y empezaron a fructificar desde entonces.
La tripulación de Mendaña permanece en Salagua-Santiago por un mes y once días, quedándose hasta el 2 de marzo de 1569, en que parten por fin hacia el Virreinato del Perú, en Sudamérica.
COLOFÓN DE UNA BIOGRAFÍA INTRÉPIDA
Llegó a El Callao el 22 de julio de 1569 para culminar su viaje, que despertó gran interés por las perspectivas de colonización y explotación, a pesar de que no se confirmó que existieran las abundantes riquezas que se creía que existían.
Fue hasta 1595 que Mendaña pudo armar una segunda expedición para retornar a las Islas Salomón, compuesta por cuatro embarcaciones con cuatrocientos tripulantes, la cual zarpa el 16 de junio, viaje en el cual murió, y el retorno fue encabezado por su esposa Isabel Barreto, culminando el 11 de febrero de 1596 en Manila, Filipinas. Una de las mejores narraciones de las aventuras y desventuras de Álvaro Rodríguez de Mendaña y Castro de Neira se encuentra en el libro “Las islas de la imprudencia”, de Robert Graves, publicada por primera vez en 1949.
Existe un monumento en la calle principal de Honiara, actual capital de las Islas Salomón, en honor de Mendaña. La calle donde se encuentra se denomina Mendaña Avenue. Sería pertinente que en el municipio de Manzanillo, en algún lugar de Salagua o Santiago, existiera un monumento al navegante hispano que trajo a nuestras tierras un fruto que nos dejó tantos beneficios y riqueza, y que tomó carta de naturalización en Colima.

Mapa que muestra las rutas de las expediciones de Mendaña