Plaga de mapaches, causa de muchos problemas a vecinos de Las Brisas


Es necesario que se preserven manglares que aún restan en Manzanillo

 Mapaches deben reubicarse a reserva o santuario que se cree para ellos

Las Brisas y algunas partes de Salagua tienen una fuerte presencia de mapaches, que en el caso de Las Brisas están en zona habitacional, y en el otro, en zona hotelera. Una de las causas es la colindancia con el puerto interior, ya que esta área fue despojada de sus manglares, de manera que los mamíferos en cuestión, los cuales actualmente forman auténticas jaurías, fueron desplazados hacia la colonia, donde están los habitantes. 

PRESENCIA DESCONTROLADA QUE ACARREA MUCHOS PROBLEMAS

Los mapaches ya se han convertido en toda una plaga, y que, como tal, resultan un problema que requiere de atención, no solo por los portuarios, sino también por el Ayuntamiento de Manzanillo y Salubridad, pues la plaga de mapaches podría despertar un virus más aterrador que el COVID-19, Omicrón o el Dengue, como podría ser la hidrofobia, enfermedad mejor conocida como la rabia, por la mordedura de uno de estos animales, también conocidos en otras latitudes como “osos lavadores”, la cual puede ser mortal. 

Aunque esta enfermedad está casi extinta en Manzanillo, porque año con año se llevan a cabo exitosas y extensas campañas de vacunación antirrábica, estas solamente abarcan a perros y gatos, ya que son los animales más cercanos a los porteños en su calidad de mascotas, mientras que otros animales como mapaches, tlacuaches, tejones, ratas y ratones, que también podrían portar y contagiar del mal, viven en los alrededores de casas y domicilios. Los mapaches son transmisores de la rabia, y para ellos no hay campañas de inoculación hidrofóbica que mantenga controlada la patología, ya que son animales salvajes, por muy simpáticos, bonachones, apeluchados y hasta tiernos que se vean. 

Estos “graciosos” animales, no solamente constituyen una amenaza por ser transmisores de la rabia y otros virus, sino también, ya introducidos a las casas, roban todo lo que pueden de comida, acabando con abundantes despensas de los habitantes de esas viviendas y dejando sin croquetas ni comida en sus platitos a perrunos y gatunos, si no se les mantienen en lugar seguro. A eso, hay que añadirle todavía el que esparcen la basura, volcando botes y rompiendo bolsas, al quererse robar lo que hay dentro de ellas para comérselo. El mapache es omnívoro, es decir, que come de todo.

AMPLIACIÓN PORTUARIA LOS DESPLAZÓ A CALLES DE LAS BRISAS

Los mapaches también representan un peligro para las mascotas, perros y gatos, y los niños, pues debido a sus terribles uñas y colmillos, estos mamíferos pueden matar o herir severamente a alguno de estos, con tal de arrebatarles la comida que traigan en sus manos o que estén a punto de llevarse a sus bocas, y ya se han reportado pleitos de animales domésticos con estos. 

Lo peor de todo es que en Las Brisas la plaga de mapaches en las calles y casas no se ha dado de manera natural, como sí ha sucedido en el área de Las Hadas y sus alrededores. Ahí, en Las Brisas, ha sido provocada por la ampliación del recinto portuario hasta sus contornos.

Esto los expulsó y desplazó hacia las áreas pobladas de las colonias aledañas, al talarse ciento cuarenta hectáreas de diversa vegetación, entre ellas, cuarenta de manglar. 

MANGLARES PROTEGEN A LA CIUDAD DE DESASTRES

La tala del mangle y de otro tipo de vegetación no solamente va a resultar en plaga de mapaches, también está empezando a hacer plaga de cocodrilos en las playas -líbrennos Dios de que se introduzcan en los patios y albercas de casas y hoteles- y la abundancia de mosquitos y jejenes que tenían su hábitat en el manglar, y que ahora se están desplazando hacia lo poblado, dando como resultado enfermedades que los porteños antes no teníamos. 

No solamente eso, la tala indiscriminada, en nombre del desarrollo portuario, también genera otro tipo de problemas graves, como es el que también nos hace más vulnerables a fenómenos naturales, como los ciclones y tsunamis. Los mangles son por naturaleza una barrera que puede guardar a una ciudad de esos embates, o por lo menos, minimizar sus efectos; pero, cuando se le da la prioridad a cosas menos importantes, como es la carga y descarga de cajotas metálicas, ¿qué más da? Por lo menos, así nos lo hacen pensar algunas autoridades y empresarios. 

Algo tiene que hacerse para evitar tanto daño a la población, y en especial, al área de la península de Las Brisas, que, simplemente, por el hecho de serlo, ya son una zona vulnerable de Manzanillo, pues una península es una franja muy angosta de tierra, en este caso, entre mar y laguna (puerto interior), siendo casi una isla, sino fuera porque se encuentra unida a tierra por una relativamente pequeña conexión terrestre, y aparte, a muy poca elevación sobre el nivel del océano y el vaso lacustre. 

NECESARIA RESERVA O SANTUARIO 

Lo único que los salvaguarda un poco es la elevación de la escollera situada en la punta de esa lengua de tierra, porque los mangles los protegían, pero ahora ya ni eso tienen. ¿Qué se puede hacer ante la existencia de tantos mapaches en Las Brisas? Sacrificarlos no es ninguna opción válida, para que al rato los de la comunidad portuaria no vayan a querer hacerlo por motivos sanitarios; hay que crear ya una reserva o santuario de mapaches y otras especies afines, entre ellas, de las que fueron desplazadas por el ensanchamiento del recinto portuario, del que estos animalitos son víctimas. 

Porque hay que decir también que, por esta razón, también muchas aves migratorias que antes llegaban en abundancia al manglar y a la laguna, ahora brillan por su ausencia, e incluso las garzas, que le daban nombre al vecino Valle de las Garzas, en muy poquitas ocasiones se llegan a ver y en cantidades mínimas, e igual sucede con tortugas, iguanas y otros reptiles y anfibios. 

PREVINIENDO QUE HAYA NUEVOS PROBLEMAS SIMILARES A FUTURO

En el reciente crecimiento portuario no se respetaron los límites que la misma naturaleza y el medio ambiente les marcaban, dañando todo un ecosistema completo, que, salido de control, ahora está ocasionando muchos problemas a la ciudad. Esperemos, pues, que la rabia no vaya a tener presencia en Manzanillo, ni se multipliquen los ataques a personas, entre ellas a los niños, y a las mascotas domésticas, como perros y gatos, lo que sí ha sucedido ya en algunas ocasiones.