Prepotencia disfrazada de preocupación

Santiago Chipres Pérez

El fentanilo, es una de las drogas más peligrosas del mundo, supera por mucho a la heroína y es altamente adictiva y mortal, siendo los Estados Unidos el principal consumidor de fentanilo y en general el país con los problemas más grandes de drogadicción en su población.

En recientes fechas, algunos senadores republicanos del parlamento estadounidense, han señalado a nuestro país y a nuestro gobierno, como el principal responsable de la crisis del fentanilo. En palabras del Departamento de Justicia de EEUU: “Demasiados estadounidenses se han convertido en víctimas… de estima que 196 ciudadanos muren cada año por esta causa”.

Lo relevante del asunto es que se ha planteado la intervención del Ejército de Estados Unidos en territorio mexicano para “combatir al crimen”.

Este planteamiento de utilizar al ejército, lejos de parecer una preocupación real, es una gala de la prepotencia y los complejos de superioridad con el que se manejan ciertos actores políticos de Estados Unidos, en general la DEA y Departamento de Justicia, buscan justificar su deseos y ambiciones de sometimiento, como en el pasado sucedía por complicidad de los gobiernos corruptos y antipatriotas del PRIAN.

Históricamente el gobierno de Estados Unidos finge una supuesta “preocupación por su seguridad nacional e internacional”, para excusar sus ambiciosos deseos de hegemonía mundial y de subordinación de países de América Latina y de todo el mundo. Lleva casi siete décadas a la cabeza de la agresión y la prepotencia, derrocando gobiernos democráticos y legalmente electos por sus pueblos, imponiendo dictaduras, cometiendo masacres y aterrorizando cada región del mundo. Como diría el gran libertador y héroe cubano José Martí: Los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de Estados Unidos”.

Es más que claro que el tema del fentanilo es en gran medida un tema político, desde Washington hay mucha molestia por el cambio democrático llevado a cabo en México desde 2018 con la llegada de nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador y la Cuarta Transformación. Nuestro presidente lidera la “Ola Progresista” latinoamericana, lo cual es un riesgo para las estructuras tradicionales del imperialismo.

Si de verdad el gobierno de Estados Unidos estuviera preocupado por el tema del tráfico de droga, tendría un plan integral nacional de prevención de adicciones, ya sería hora de que, desde sus centros educativos, los cuales presumen de ser los “mejores del mundo”, dirigieran parte de sus programas de estudio a la promoción de valores éticos y morales para prevenir que sus ciudadanos se conduzcan por el camino de la autodestrucción.

Si de verdad estuvieran preocupados, destinarían el multimillonario recurso con el que financian guerras en otros países, para utilizarlo en concientizar a sus ciudadanos del daño que causan las adicciones.

Es de sentido común y ahora con un juicio de por medio, fácil de decir que la DEA y el FBI, sabían de los vínculos de Genaro García Luna con el narco, y sin embargo callaron y fueron cómplices consientes del narco gobierno de Felipe Calderón, así como son colaboradores del operativo “Rápido y Furioso” con el que entraron miles de armas de alto calibre a nuestro país y fueron a parar a manos del crimen.

El tema de la drogadicción es un tema estructural y complejo, el cual debe combatirse con prevención, concientización y bienestar, recientemente en Colima, nuestra gobernadora Indira Vizcaíno Silva, dio arranque del programa: “Estrategia en el Aula: Prevención de Adicciones”.

Estrategia en la que participan estudiantes, maestras y maestros, madres y padres de familia, en donde se reivindica lo fundamental del rol de toda la sociedad y las escuelas para lograr que nuestras juventudes puedan mantenerse fuertes y alejadas de riesgos de las drogas.

Los seres humanos somos buenos por naturaleza, son las circunstancias las que orillan a ciertas personas a tomar el camino de las conductas antisociales y toxicas. Nuestra visión es humanista y no intervencionista.