En México, la ansiedad matemática es un obstáculo adicional que debe ser atendido
El 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha que busca visibilizar la brecha de género en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) y promover la inclusión de más mujeres en estos sectores. A pesar de los avances, México sigue enfrentando importantes desafíos en la materia.
Uno de los mayores problemas es la ansiedad matemática. De acuerdo con el Reporte Global de Educación (GEM) 2024 de la UNESCO, México es uno de los países donde las niñas presentan niveles de ansiedad en matemáticas mucho más altos que los niños, junto con Turquía y Chile. Este fenómeno no es casualidad: los estereotipos de género persisten en el sistema educativo y en la sociedad.
Desde la infancia, las niñas enfrentan mensajes que refuerzan la idea de que las ciencias son un campo masculino. Los materiales educativos, los libros de texto y la cultura escolar tienden a representar a los hombres como protagonistas en la ciencia, mientras que a las mujeres se les asignan roles tradicionalmente feminizados.
Además, estudios en América Latina han revelado que entre 8% y 20% de los docentes de matemáticas creen que esta materia es más fácil para los niños, reforzando prejuicios que pueden desmotivar a las niñas a explorar el mundo de la ciencia.
Para cerrar esta brecha, es necesario reformar los enfoques educativos. El aprendizaje basado en proyectos, la enseñanza interactiva y la presencia de modelos femeninos en la ciencia pueden ayudar a fortalecer la confianza y el interés de las niñas en STEM.
El acceso desigual a la educación científica no solo afecta el desarrollo académico de las niñas, sino que tiene un impacto en el mundo laboral. En 2020, las startups lideradas por mujeres recibieron solo el 2.3% del capital de riesgo a nivel mundial, lo que demuestra las dificultades que enfrentan las científicas y emprendedoras tecnológicas para acceder a financiamiento y oportunidades.
Además, las mujeres en la ciencia suelen recibir salarios más bajos y enfrentan obstáculos para ascender en sus carreras. Sin políticas inclusivas que fomenten la equidad, el talento femenino continuará siendo subrepresentado en sectores clave para la innovación y el desarrollo.
Con la llegada de la primera mujer presidenta y científica en México, se abre una oportunidad para impulsar una verdadera revolución educativa que garantice que el origen no determine el destino de ninguna niña o joven interesada en la ciencia.
Promover la educación científica con equidad no es solo una tarea del gobierno, sino de la sociedad en su conjunto. Instituciones educativas, empresas y familias deben asumir el compromiso de romper los estereotipos y fomentar un ambiente donde las niñas puedan desarrollar todo su potencial.
El lema debería ser claro: “¡Más mujeres en la ciencia!”.
Articulo editado de Patricia Vázquez del Mercado para El Financiero-
